Apuntes y reflexiones de boliche

Por David Rabinovich
– ¿Será como dijo un porteño?: “Acá en octubre se elige, o con el bolsillo o con los valores”. Algo parecido comentó Arbogasto Rodríguez, que nacido un 21 de julio no era de Estrasburgo como el santo que le diera nombre sino de la villa que le asignó apellido.

– ¿Y en Uruguay? ¡Se igual! ¿No? Apostilló Rosalaura de las Marías Milagrosas, apelativo que escondía su verdadero nombre tan desconocido como su edad o procedencia.

– Acá la mayoría no vota con el bolsillo ni con los valores, más bien todo lo contrario. Cerró cortante Preobrazhensky Kantorovich que se declaraba primo del premio nobel ruso de Economía, 1975.

Fue esa última afirmación la que me sacó del profundo ‘enmimismamiento’ en el que estaba. Saqué la libreta chiquita que llevo en el bolsillo de la camisa y anoté prolijamente la conversación de los leñadores.

Como aperitivo tomo Termas, un mejunje de yuyos sin alcohol y amargo como la culpa que Enrique “Sintregua” trae especialmente para dos clientes exclusivos. Siempre quise saber quién era el otro, pero el ‘barman’ se ampara en el secreto profesional con absoluta convicción.

¿Qué que hago en un boliche de barrio leyendo Brecha una mañana de Domingo? ¡Es el refugio del barrio! Pura tradición telúrica. El traguito me dejó hace años, pero después descubrí que no tenía por qué renunciar a la vida social que discurre junto a un mostrador. Además me ayudó Tabaré que prohibió fumar adentro y a mis alergias eso le vino muy bien.

En la mencionada libretita anoto frases que suelen reproducir fielmente el humor de época, el sentido común que comparten mis vecinos… Cosas de poca importancia que llaman mi atención o pican mi curiosidad. No pocas veces escucho preguntas que habría que saber responder y el desafío de intentarlo resulta una tentación irresistible.

Elegir con el bolsillo supongo que significa votar pensando en nuestros propios intereses, porque vender el voto, cuando es secreto, parece una cosa complicada. No estoy seguro que sea mala idea votar por nuestros propios intereses, ni necesariamente contrapuesto a “los valores”, no a los míos por lo menos.

Soy de esos uruguayos que ‘después de una vida de trabajo’ enfrento este tramo final de mi futuro con pocos recursos económicos. Durante muchos, de los más de 40 años que registró el BPS de mi vida laboral, aporté poquitito. De todas maneras salí bastante mejor que 130.000 que cobran la jubilación mínima. La ‘mínima’ está en poco más de doce mil pesos. Pero mi padre cobraba algo así como el equivalente a la cuarta parte de eso y trabajó tanto o más que yo. Así que si votara con el bolsillo lo haría- sin dudas- por un 4to. gobierno del FA, porque la suba de los salarios empujó la de las pasividades. Las chicas son chicas sí. Pero subieron bastante. Peor es que coticen permanente a la baja como pasaba antes y como puede volver a pasar… Si vuelven, claro.

Si el deber cívico lo cumpliésemos pensando en los valores, “los valores democráticos y republicanos” aclaro: ¿Tendríamos una sociedad mejor? En esos valores que nos proponen ¿está la solidaridad que se contrapone al individualismo? ¿O le llaman valor al “hacé la tuya” del consumismo neoliberal? Prefiero el valor de la austeridad que al consumismo desenfrenado del sistema capitalista. La cooperación que nos une, como alternativa a la competencia que nos enfrenta. El productivismo, para el que la rentabilidad es objetivo único y excluyente, ¿es un valor superior al amor y al cuidado del medio ambiente del que depende toda vida en el planeta?

Tiene razón Fernando D´Addario que escribe en Página 12: “amigo, vote por los valores: vote por la solidaridad, por la justicia social, por la defensa del trabajo, y va a ver que le va a cambiar el bolsillo”.

[Escrito a mediados de 2019]