El partido de los ricos

David Rabinovich, San José, setiembre de 2020. Los enfrentamientos políticos en el Uruguay muestran un grado de agresividad creciente. Luego de 15 años bajo el predominio del Frente Amplio –tres períodos de gobiernos ‘progresistas’-, un frente de derechas logró imponerse en el ‘balotage’.
En octubre los resultados fueron:

Frente Amplio 949.376
Partido Nacional 696.452
Partido Colorado 300.177
Cabildo Abierto 268.736

El Partido Independiente, (23.580), PERI (33.461) y el Partido de la Gente (26.313) también tienen representantes en la Cámara Baja. Quedaron afuera del Parlamento, Asamblea Popular (19.728), Partido de los Trabajadores (1.387), Partido Verde Animalista (19.392) y el Partido Digital (6.363).
Total de votos a los lemas: 2.344.965, en blanco: 43.597 y anulados: 44.597
Es decir, un panorama político altamente fraccionado en el que el partido mayoritario es el FA, claramente. Su candidato obtuvo un cuarto de millón de votos más que el actual presidente. Pero, todos contra él, se impuso la mayoría “del cambio”, la que reclamó “la alternancia”. El problema es ¿qué cambio es ese? ¿A quién beneficia y a quién perjudica?
“Un mundo que atraviesa un tiempo de intensas transformaciones requiere ser pensado en sus asuntos más acuciantes: las múltiples formas en que se ejerce la violencia, el incesante aumento de la desigualdad, los daños al ambiente y a los seres que habitan la Tierra, la violación de los derechos humanos, la militarización de los territorios o el impacto de una pandemia sobre el tejido social, especialmente en sus sectores más vulnerables.”1
A la luz de semejantes desafíos ¿con qué grado de clara conciencia los uruguayos nos inclinamos por el Dr. Luis Lacalle Pou?
Explica Paul Krugman 2 el apoyo que conservan los republicanos en EE.UU. aunque sea “el partido de las grandes empresas y los ricos” 3 porque “el público en general sufre el engaño persistente de que las personas que pueden administrar negocios y / o ganar mucho dinero por sí mismos también saben cómo administrar la economía”. A partir de la crisis global del 2008, el panorama económico social de las clases medias se complica en Uruguay, aunque menos que en otras partes del mundo, sí. Mucho menos que en la realidad de nuestros vecinos, por supuesto. Pero en Uruguay tampoco era posible seguir mejorando las condiciones de vida de las grandes mayorías y aceptar los límites económicos, sociales y políticos que impone el mercado. Una vez más, cuando ya no es posible que todos sigan ganando, se reinicia la puja distributiva para determinar quiénes pagan la crisis.
Cuando la economía ya no crece ¿es posible redistribuir una pequeña porción de la riqueza de los sectores más altos? Me pregunto si un enfoque solidario, justo y legal ¿es lo acertado para este momento del país? Aunque más allá de lo justo está lo posible, lo que están dispuestos a permitir o no los poderes fácticos reales que determinan cómo se reparte la renta. Acá es que entra a jugar, de forma determinante, la propiedad. Suele confundirse repartir renta, ingresos, con distribuir riqueza, propiedad. La propiedad, o sea la riqueza, está fuertemente concentrada en Uruguay. Así como en todo otro país donde el mercado, o sea el capital, haya establecido las reglas del juego. Hablamos en primer lugar de la propiedad de los medios de producción, muy en especial la tierra, pero también la banca, el comercio, la industria… los medios de comunicación… Y en última instancia están las fuerzas armadas. El poder tiene bases sólidas en esos pilares.
Cambiar la distribución de la renta es en última instancia un problema de poder. Un poder concentrado en y por los medios de producción, que ha impuesto una cultura acorde a las necesidades de su supervivencia, crecimiento y concentración indefinidos. Sin la democratización de la riqueza no hay posibilidades reales de establecer una sociedad más justa. La derecha afirma que el hombre es ‘naturalmente’ egoísta y que al ‘mejor’ le va mejor en la vida. La lógica de la solidaridad es ajena al sistema supuestamente basado en la competencia pero condicionado absolutamente por los monopolios en las áreas más importantes.
Dice Harvey en la publicación mencionada más arriba: “…una y otra vez vemos movimientos que simplemente atestiguan que el modelo económico dominante no está funcionando para el pueblo; las personas comprenden que no funciona y exigen algo diferente.” Y advierte que “…una de las razones por las que la política es tan compleja es que las personas están tan atareadas todo el tiempo que no tienen tiempo de pensar, no tienen tiempo de reflexionar ni de organizarse políticamente. Entonces, el capitalismo absorbe el tiempo y lo destruye.”
No siempre somos conscientes que: “Cada vez más, la urbanización consiste en construir ciudades en las que las personas puedan invertir, y no en desarrollar entornos en los que puedan vivir decentemente.”
El partido de los ricos logró instalar con éxito, en Uruguay, un relato según el que, no sólo estaríamos muy mal, sino que eso sería consecuencia de una gestión absolutamente fracasada. Afirman que estamos peor que en 2002 en todo, mientras siembran dudas y sospechas sobre la honorabilidad, la solvencia técnica y hasta las intenciones de todos los frenteamplistas. Se instala, con esa lógica, una grieta insalvable en la sociedad, porque la lógica de la confrontación, a la que siempre dijeron condenar, nunca estuvo más viva y presente.
Sobre ‘el partido de los pobres’ escribiré mi próxima nota. Por ahora el partido de los ricos viene ganando. Las departamentales de setiembre nos dirán hasta dónde se puede engañar a muchos y durante cuánto tiempo.

1 (Nota editorial) David Harvey, Razones para ser anticapitalistas. Prólogo de Thomas Marois. – 1a ed . – Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, 2020.
2 Columnista del NYT, premio nobel de economía en 2008. https://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Krugman
3 https://www.nytimes.com/column/paul-krugman?campaign_id=116&emc=edit_pk_20200825&instance_id=21590&nl=paul-krugman&regi_id=95637107&segment_id=36891&te=1&user_id=4115c3b19ab37d144bcbc7d7173159de