COLUMNISTAS
EnFOCAte – Comienzo de clases: hablemos de educación
Desde el advenimiento del Frente Amplio al gobierno nacional, la posición de los partidos opositores ha sido no reconocer mérito alguno en la gestión de gobierno, y “martillar” permanentemente sobre un supuesto fracaso absoluto en algunos temas puntuales como la seguridad ciudadana y la educación.

La idea de que la educación uruguaya está ‘estancada’ o abiertamente es un ‘desastre’ se esgrime con más fuerza en años electorales, y de alguna manera se ha instalado en algunos sectores de la sociedad, que repiten este concepto sin demasiados argumentos ni justificaciones.
En este sentido se podrían hacer algunas consideraciones:
-El presupuesto educativo en 2004 era el 3,2% del PBI y hoy está arriba del 5%. Es cierto que no llega aún a los reclamos históricos de los sindicatos docentes pero considerando la evolución del PBI, la inversión en educación se duplicó. Esto se manifiesta en un incremento significativo en el salario real docente, la creación de la UTEC (Universidad Tecnológica), la atención a la educación en la primera infancia (a través de Centros CAIF de 0 a 3 años, y Educación Inicial), la inversión en infraestructura edilicia y construcción de escuelas de tiempo completo, el Plan Ceibal que es un ejemplo en el mundo como forma de reducir la brecha digital a través de la conectividad escolar, la universalización de la enseñanza del inglés en educación primaria, etc.
-La cobertura que ha logrado el sistema educativo uruguayo constituye un desafío bastante imposible de lograr para los demás países sudamericanos, y algún que otro país europeo: universalización de Educación Inicial en 4 y 5 años (y ya muy cerca de alcanzarse en 3 años); deserción escolar casi inexistente en educación primaria común; partir de las actividades de interciclo que se han desarrollado se ha logrado un tránsito educativo de primaria a secundario que garantiza que casi todos los egresados de la escuela se inscriban en un Liceo o UTU; incremento exponencial en el acceso de estudiantes al nivel terciario (hasta hace pocos años solo una minoría absoluta de los jóvenes del interior iban a la Universidad).
-Los resultados educativos a nivel académico quizá no sean los esperados o estén por debajo de los que alcanzaban los estudiantes de hace unos años, pero: ¿hasta qué punto no incide en estos resultados el hecho que ahora todos estudian y antes era solo un sector de la población que accedía al nivel secundario o terciario? Las pruebas PISA o TERCE que permiten un estudio regional comparativo, contrariamente a lo que se dice, no ubican mal a Uruguay en la región, sí lejos de países como Cuba (quizá deberíamos intercambiar experiencias con ese país,…)
Concluyendo: Nadie pretende decir que la educación uruguaya no deba mejorar. Los cambios de la sociedad moderna, la tecnología, el concepto de familia y su constitución, la influencia de las redes sociales, la evolución de las pautas culturales se han dado con tanta rapidez que de alguna manera han desacomodado a las instituciones educativas y su funcionamiento, no solo en Uruguay, sino en el mundo. Sin embargo, sostener que la educación uruguaya es un ‘caos’ a caballo de intereses políticos no solo es falso, es una falta de respeto a miles de docentes que todos los días ejercen sus funciones con dignidad y vocación. Si todo es un desastre ¿dónde queda su trabajo?
Espacio del Comité de Base José Garelli (Nueva Palmira)

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