COLUMNISTAS
García y la obediencia debida
Hace unos días se conoció la noticia de que el ex soldado Leonardo Vidal fue procesado por el homicidio de Nelson Berreta, ex integrante del MLN-Tupamaros, ocurrido el 15 de julio de 1972. Berreta estaba detenido y esposado e intentó escaparse cuando el soldado Vidal, metralleta en mano, lo acribilló por la espalda. Berreta murió instantáneamente y la Justicia demoró 48 años en hacer su trabajo, pero lo hizo. Tarde, pero lo hizo.
Lo más llamativo del caso fueron las declaraciones del Ministro de Defensa Nacional, Javier García, que el pasado jueves al salir de una reunión en la Torre Ejecutiva con el Presidente de la República, dijo: “Queremos transmitirles la preocupación que tienen el presidente y el ministro de Defensa con respecto al procesamiento que se dio en el día de ayer de un soldado retirado del Ejército”.
El principal argumento de esta gravísima declaración del Ministro, es que el ex soldado actuó porque recibió la orden, “utiliza su arma, dispara y muere una persona que estaba detenida”. Resulta interesante volver a leer esta última frase y detenerse en la forma en que se comunican las cosas. El Ministro no habla de asesinato ni de homicidio, sino que da a entender casi que el arma se disparó sola y la persona murió casi que por accidente. En realidad el ex soldado le disparó una ráfaga de metralleta por la espalda a un preso que estaba esposado. O sea: lo asesinó y eso se llama homicidio, acá y en la China.
Lo grave del asunto es que no solamente el Ministro trata de suavizar el hecho, sino que además expresa su preocupación y la del Presidente, porque la Justicia anda procesando militares por hechos ocurridos durante la dictadura (en realidad este ocurrió unos meses antes del golpe). Digo que es muy grave tratar de meter presión sobre los jueces, para que que no anden procesando militares. Es gravísimo. Y también es grave argumentar que el soldado había recibido una orden, porque desde que los primeros criminales nazis fueron juzgados en Nuremberg, quedó bien claro que la famosa obediencia debida tiene límites muy claros. Uno de esos límites es el respeto a todos los derechos de las personas, la vida para ir empezando. Si alguien da la orden de asesinar a un preso esposado porque está intentando escapar, ningún soldado debe cumplirla y ningún soldado está obligado a cumplirla. Nadie está obligado a convertirse en asesino por cumplir una orden del superior.
Eso se llama sicariato y es un delito.
Tal vez estos eventos sirvan para empezar a entender por qué la Justicia ha demorado tanto para entregarnos fallos que castiguen a los militares que violaron los derechos humanos durante la dictadura: hay políticos que defienden a esos militares y presionan para que la Justicia no actúe como debe.
García es uno de ellos.
José Luis Pittamiglio – Edil Departamental Partido Socialista (FA)
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