Herencia de los 15 años de gobiernos frenteamplistas – Parte 2 –Ingreso, Pobreza y Producto

Como he señalado en el artículo anterior referido a empleo y desempleo se ha venido imponiendo por parte del actual gobierno y columnistas de algunos medios, un relato acerca de la existencia de una herencia maldita recibida después de 15 años de administraciones frenteamplistas, al punto de haberse afirmado que nuestro país en 2020 está mucho peor que en 2005.

Mostraré el valor de ciertos indicadores referidos a ingreso, pobreza y producto que se encuentran en la página web del Banco Mundial para Uruguay para distintos años, su variación positiva (mostrada sin signo) o negativa (mostrada con signo de menos), y también, cuando hay datos, lo que sucedió en la región de Latinoamérica y el Caribe, y en el Mundo. Nuevamente los comentaré y el lector podrá sacar sus propias conclusiones en base a estos números.

Ingreso

Para mejor entendimiento del lector:

El Índice de Gini representa la desigualdad en los ingresos de la población de un país. Mientras un índice igual a 0 corresponde a una población en la que todas las personas recibirían el mismo ingreso (perfecta igualdad), un índice igual a 100 corresponde a una población en la que una persona sola recibiría todo el ingreso ella sola (perfecta desigualdad). Así, cuanto más cercano este índice a 0 el país es más igualitario, mientras que cuanto más cercano a 100 es más desigual.

Dicho ingreso se puede analizar más detenidamente ordenando el total de la población 100% desde las personas que tienen menos ingresos (los más ‘‘pobres’’) a las que tienen más ingresos (los más ‘‘adinerados’’). Luego se divide la población en cinco partes iguales en cantidad de personas, cada una de 20% (llamado quintil), obteniéndose el primer 20% que representa las personas con ingresos más bajos, seguida del segundo 20%, luego el tercer 20%, luego el cuarto 20%, y finalmente el quinto y último 20% que representa las personas con ingresos más altos. Para mejor análisis de los ingresos más bajos (primer quintil) y de los más altos (quinto quintil), se dividen esos 20% en dos partes de 10% (llamado decil), mostrándose entonces el ingreso que recibe el 10% de las personas con ingresos más bajos y el 10% de las personas con ingresos más altos. En Uruguay, cada 20% son 690.000 habitantes, y el 10%, 345.000.

Se observa que el Índice de Gini disminuyó un 13,3%, es decir, la distribución del ingreso en la población mejoró en ese porcentaje alcanzando un valor de 39,7 en 2018. Citando la misma fuente de datos y con excepción de El Salvador que mide 38,6, todos los demás países de la región latinoamericana tienen un indicador mayor al nuestro y por lo tanto son países con distribución del ingreso más desigual. Los países escandinavos y de Europa del este son los que mejor distribución tienen.

Si analizamos la participación en el ingreso según cada quintil, se ve claramente que los más favorecidos han sido los ciudadanos de menores ingresos, mejorando desde un 27,8% el decil peor remunerado hasta 4,7% el cuarto quintil, en orden decreciente. El quintil mejor remunerado disminuyó su participación en el ingreso en un 10,4% y particularmente el decil mejor remunerado disminuyó un 14,2%.

Pobreza y Producto

Para mejor entendimiento del lector:

Me referiré en este artículo a la pobreza desde el punto de vista monetario, dejando para siguientes artículos indicadores de pobreza no monetarios como esperanza de vida, etc.

La pobreza absoluta puede medirse a través de sus tasas de incidencia sobre la base de los ingresos diarios que son los porcentajes de la población cuyos ingresos diarios son US$ 1,90 o aproximadamente hoy $ 81 (pobreza extrema), US$ 3,20 o aproximadamente hoy $ 137, y US$ 5,50 o aproximadamente hoy $ 235. Al no depender este indicador del contexto en que se encuentran las personas, es decir, no es lo mismo por ejemplo contar con US$ 5,50 de ingreso diario en Montevideo y Madrid o Roma, o en Montevideo y Artigas o Rivera, también se tiene en cuenta lo siguiente.

La pobreza relativa puede medirse a través de su tasa de incidencia sobre la base de las líneas nacionales de pobreza que es el porcentaje de la población dentro de las líneas nacionales de pobreza, es decir, en función de los ingresos del país. De esta manera se tiene en cuenta entonces el contexto.

El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita es el cociente entre el valor de los bienes y servicios finales que se generan en un año en la economía de un país y su número de habitantes, es decir, es la riqueza generada por cada habitante si se distribuyera de forma equitativa. Típicamente se usa para medir el bienestar material de los habitantes, y ciertos autores lo usan también para medir el bienestar social.

Los indicadores se pueden expresar, entre otras formas, en moneda constante valor dólar de determinado año, y a través de la paridad del poder adquisitivo (PPA) que permite comparar países a través de una canasta de bienes similares.

Se observa en términos absolutos que la pobreza extrema disminuyó un 85,7% quedando todavía un 0,1% de la población en esa condición, mientras que en Latinoamérica es el 4,4%. Si consideramos las otras dos franjas en la que se considera la pobreza la disminución también fue pronunciada siendo la misma un 92,9% para los que tienen ingreso de hasta US$ 3,20 por día y 84,8% para US$ 5,50. Todas estas mejoras se visualizan en 2018 en un contexto donde las tasas de incidencia de la pobreza fueron según el rango 0,1%, 0,4%, y 2,9%, mientras que a nivel latinoamericano fueron 4,4%, 10,4%, y 24,2%, es decir, entre cuarenta y cuatro, veintiséis y nueve veces más altas, respectivamente. Teniendo en cuenta también la línea de pobreza nacional (el contexto local), la pobreza disminuyó un 61,4% del 2009 al 2018 donde cayó a 8,1%.

Esta pobreza se ha reducido en un marco donde el PIB per cápita de Uruguay aumentó un 72,8% mientras que en Latinoamérica aumentó 23,1% y 24,9%, y en el mundo 25,6% o 37,9%, según la forma en que se mida.

Conclusiones

Es notoria la mejora en la distribución del ingreso, especialmente si vamos descendiendo en esa escala donde los sectores que tienen los más bajos ingresos se beneficiaron más que los más altos en términos relativos.

Más aún, la tasa de incidencia de la pobreza disminuyó de una manera envidiable para cualquier administración de cualquier país, siempre a pesar de las dos crisis mundiales de 2009 y 2014 señaladas en el artículo anterior. Contrariamente a lo que muchas veces sucede, se aprovechó el aumento del producto para reducir fuertemente los niveles de pobreza en Uruguay.

Y agrego que estos efectos de mejora sobre la población de más escasos ingresos han sido una constante a lo largo de estos últimos quince años aunque decreciendo sus resultados en los últimos cinco comparado con los anteriores por diferentes motivos. Quizás ésta pueda ser una de las variadas causas por la cual el pueblo uruguayo optó por un cambio de partido para gobernar.

Lamentablemente me temo que los efectos de esta pandemia de COVID-19 junto con un presupuesto nacional contractivo donde se estableció que los ministerios no podrían ejecutar más de un 85% de lo gastado en el año anterior, seguramente hagan retroceder todos estos avances logrados desde 2005. Cualquier economista o con alguna experiencia económica sabe que esta decisión sería perjudicial para la economía y sus habitantes. Podría estarse ajustando el gasto en estos primeros años argumentando una supuesta herencia recibida para posteriormente inyectar en la economía el producto de dicho ajuste. Esto sería con el objeto de crear una bonanza temporal a ser percibida por la población en el momento de las elecciones para un futuro gobierno.

Analizando todo lo expuesto, ¿Ud. no se quedaría con esta parte de la Herencia referida al Ingreso, Pobreza y Producto que nos dejaron las administraciones frenteamplistas? El autor de este artículo SÍ, sin duda alguna.

Como me expresó un amigo al leer el primer artículo, son números que documentan la realidad.

MSc. Ing. Ind. LUIS EDUARDO PEREZ MELON