COLUMNISTAS
Homicidios, control de armas y la culpa de Bonomi

Por Fernando Gil Díaz. Esta columna surge a partir de un muy buen artículo del periodista Tomer Urwicz en El Observador, en el que se habla de los homicidios de Montevideo y la incidencia de las armas de fuego en los mismos. La misma nota desliza conceptos de importantes académicos que estudiaron el tema quienes concluyen que sin el control de armas es imposible bajar los homicidios. Lo mismo que sostuvo el fallecido Bonomi durante su gestión y que tanto criticaron. El control de las armas de fuego es hoy el Santo Grial que todos defienden y exponen como una de las medidas indispensables. Y tienen sobradas razones para afirmarlo. Pero claro, la culpa seguirá siendo de Bonomi…
Todavía recuerdo muy bien cómo salieron a criticar la propuesta de un proyecto que terminó en ley sobre tenencia responsable de armas de fuego. Salieron prestos a manifestar su acérrima oposición sosteniendo que se quería desarmar a los honestos, a la gente de bien en lugar de hacerlo con la delincuencia. Ninguno se detuvo a pensar que muchas de esas armas, (la inmensa mayoría), terminan más temprano o más tarde en manos criminales. Son preciados botines para los delincuentes. Pero, ¡había que pegarle a Bonomi!
Por aquel entonces, el senador Pedro Bordaberry se embanderó contra el proyecto y junto a operadores del comercio de armas salieron presurosos a criticar fuertemente la iniciativa bajo la consigna de que se quería desarmar a los honestos. Sin embargo, esos mismos actores hicieron mutis por el foro cuando, en el barrio de Carrasco, aquel padre mató a su hija de un disparo en medio de la noche al confundirla con un delincuente. (ver columna) Los actores de aquel trágico hecho eran simpatizantes del líder colorado, pero claro, ese detalle poco importaba. Como poco importó también, hacerse cargo de aquella muerte injusta producto del miedo promovido por quienes defendían la tenencia de armas sin reparar en el detalle del uso responsable de las mismas, principal elemento que acompañaba la iniciativa legislativa de Bonomi.
También recuerdo que por aquel tiempo se pensó -en apoyo a ese proyecto de ley- una campaña de desarme civil que se dio en llamar “Armas para la Vida”, cuyo objetivo era que la población entregara un arma de fuego a cambio de una Tablet o una Bicicleta, contando para ello con el apoyo de ANTEL y el Ministerio de Turismo, respectivamente. Lamentablemente aquella iniciativa naufragó por la dilación del Ministerio de Defensa en ponerse de acuerdo en las condiciones de una reglamentación que salió recién al final del período confundiéndose con la campaña electoral. Aquella iniciativa nunca vio la luz y quedó por el camino, no sin seguir atizando el fuego enemigo contra Bonomi y su proyecto de propiciar el control de armas en el Uruguay.
Hoy, todos están contestes en que ese es el camino posible para una reducción de los homicidios que no cesan. Si bien se habla en la nota que el desarme voluntario no tiene mayor efecto en la baja de los homicidios, no era esa la única razón que inspiró el proyecto de Bonomi, sino que el control efectivo de las armas que circulan en el país era una premisa ineludible que había que encarar para controlar esta epidemia.
Y no solo el control sino, también, el patrullaje (así nació el PADO), y el consumo de alcohol, como cita el periodista en la figura del criminólogo Emiliano Rojido, hoy uno de quienes asesorará al futuro ministro del Interior, Carlos Negro.
¿Volvieron los ajustes de cuentas?
El artículo hace referencia al aumento del 40% de los homicidios en la capital, en tan solo una década, y lo explica con una cita contundente: “En 2013… sólo un tercio de los homicidios de Montevideo había sido motivado por ajustes de cuenta o conflictos entre criminales. El 2024 cerró… con seis de cada diez asesinatos englobados en esta (polémica) definición”, cita el periodista.
Sin entrar en la discusión que sostuvieron Donnángelo y Rojido, la causa de los homicidios fluctúa entre aquellos conceptos que tanto le criticaron a Bonomi pero que hoy usan sin prejuicio alguno los mismos que le criticaban. Sin perjuicio de lo cual es innegable –también- que las drogas tienen su incidencia como cita la fiscal Morales en la nota, (a pesar de la opinión contraria de Rojido, quien en un informe relativizó ese dato).
Sean cuales sean las causas, el medio empleado tiene mayor relevancia porque es el que termina efectivizando el resultado y ahí las armas de fuego juegan el rol principal. De aquel tiempo en que Julio Guarteche advertía por el aumento de los baleados de la cintura para abajo como un indicador que pronto aumentaría la cantidad de homicidios ni bien afinaran la puntería contra los deudores incobrables. Cosa que ocurrió.
Aquellos ajustes de cuentas que incrementó el número de baleados hoy tiene el agravante del aumento de los homicidios junto al incremento sostenido de heridos de bala cuyo seguimiento no se hace y que es otro de los agujeros negros de esta administración y sus cifras (junto al exponencial incremento de las muertes dudosas).
El incremento de los asesinatos con armas de fuego sufrió un aumento considerable a partir de 2022. Tras la tregua que produjo la pandemia del covid 19. El aumento de la violencia se ve reflejado en las cifras de forma contundente.
Armas bajo control
En su momento, el sociólogo Javier Donnángelo nos expresó de forma tajante: “no hay país en el mundo que haya bajado los homicidios sin una campaña de desarme o control de armas fuerte”. Eso parece ser de recibo entre quienes estudian el tema y así lo expresa el criminólogo Rojido en este informe de Tomer Urwicz.
En el Uruguay no hay una trazabilidad de las armas ilegales que permita ver de dónde se proveen, no hay seguimiento de los baleados (un tema al que le hemos dado relevancia y que tenemos parcialmente identificado en el control de fuentes abiertas de información) y “el tema de las armas de fuego brilló por su ausencia en la campaña electoral”, afirma Rojido.
Y acá viene una afirmación del criminólogo que me lleva nuevamente a la figura inmensurable de Eduardo Bonomi, cuando afirma que “los programas que limitan el porte de armas de fuego (han) resultado ser de los más destacados en la reducción de homicidios (junto a la restricción en la venta de alcohol y el patrullaje policial en áreas de alta incidencia de homicidios)”. Touché!
Eso mismo que hoy defiende Rojido y todos comparten sin discusión, era lo que siempre defendió Bonomi durante su gestión y tanto le criticaron. Hipocresía de una clase política que no resiste archivo.
En suma, el tiempo va poniendo las cosas en su lugar.
Bonomi tuvo y seguirá teniendo razón, mal que les pese a muchos…
el hombre hacía memoria,
el perro escarbaba un archivo…

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