COLUMNISTAS
Los caballos de Florentino

Por la escritora Marta Estigarribia*. Hace algunas décadas, cuando no existían las Comisiones de Patrimonio, las inquietudes de orden social o cultural, se canalizaban a través de las Fuerzas Vivas de cada localidad. No recuerdo bien, quizás hayan pasado más de treinta años cuando en Young creció la idea de recrear el Éxodo Oriental.
Entre los organizadores se destacaba la Dirección y Comisión Fomento de la Escuela No 34, a la que se le encomendó la tarea de encontrar a la persona que representaría a Artigas.
Pinocho Cabrera, presidente en ejercicio de la Comisión, casualmente lucía un parecido físico con el prócer que era evidente. De complexión fuerte y mirada aguda, ya no hubo mejor candidato para representar al general. Su nariz aguileña terminó de completar el personaje. Tuvieron suerte: se ahorraron el casting.
Pinocho se desempeñaba como mecánico de automotores y acostumbraba aparecer en las reuniones con su mameluco azul. Una noche se le ocurrió preguntar:
– ¿De dónde vamos a sacar el uniforme del General?
-Lo tenés puesto- dijo Doña Cata, una maestra jubilada- Cuando puedas me lo alcanzás que yo me encargo.
Fue así que Doña Cata se pasó varios días cosiendo las bandas rojas a lo largo del pantalón y las mangas del mameluco azul. Y para rematar, le pegó un par de charreteras doradas en los hombros que le quedaron de película.
Pero faltaba el sable. Alguien trajo a la Comisión el dato de que en la casa del Dr. Zeballos, había visto colgados en la estufa, un sable y una espada cruzados.
Según parecía habían pertenecido a su padre, un caudillo que peleó en las contiendas partidarias de principio de siglo pasado. Allá fue una delegación a pedírselo prestado a tan distinguido vecino. Lo consiguieron con mil recomendaciones de su dueño:” que tiene gran valor afectivo familiar”, “que no lo vayan a perder”, “que sólo lo presto porque es para Artigas”, etc., etc.-
Con la preciada pieza histórica y un par de botas negras altas bien lustradas que pertenecían al propio Pinocho, se completó la indumentaria que conformaría el uniforme de Blandengue que luciría el General en la marcha.
Un llamado desde la Radio Young invitaba a la población a participar. Fue cuando apareció Margarito Carballo, un gaucho de verdad, patriota y generoso, dueño de la principal tropilla de caballos del pueblo que tenía ganados varios premios en la Expo Prado de Montevideo como domador de potros. Se allegó hasta la Comisión, se apeó de su caballo y dando grandes zancadas, provocando un temblor de pájaro en su golilla colorada, se quitó el sombrero aludo y manifestó,
-Tengo el “morito” para Artigas, pero es medio brioso- aclaró- y el jinete tiene que ser algo baqueano. Fue allí que saltó Pinocho tocado en lo más íntimo de su orgullo campero.
-Mire que yo soy del campo y desde chiquito sé montar hasta en pelo, mi amigo.
También ofreció un perro cimarrón. Sólo faltaba el Negro Ansina, el compañero inseparable del General. Tarea harto difícil porque en Young no había familias negras. Lo más parecido que encontraron fue un morocho tirando a pardo, llamado Maisa, que trabajaba en la Panadería Casaretto y que aceptó encantado el papel asignado, no sin antes alardear entre los compañeros de la cuadra, “No se pierdan el desfile del Éxodo Oriental. ¡Voy a actuar de Negro Ansina”!
Mi madre, Mercedes Romero, integraba la Comisión de Apoyo al Hospital y hasta allí también llegó la invitación a unirse al festejo. Sin dudarlo decidieron participar en pleno todos los integrantes de la Comisión. Hubo alguien que tiró la idea de que todas las damas fueran juntas en el mismo carro. Pero surgió la duda si entre las mujeres habría alguien que se animara a conducirlo.
– ¡Yo! – dijo mi madre- Aprendí cuando vivía en el campo. Además, puedo conseguir una volanta y su caballo con mi hermana Julia.
En mi casa fue todo un revuelo. Mi madre anduvo buscando la indumentaria apropiada entre familiares y amigos. Un pañuelo para la cabeza, una blusa floreada, amplia falda y alpargatas negras era todo lo que necesitaba. Como era una mujer alta y entrada en carnes, con aquellos atavíos se parecía a una carpa de circo. Pero ella estaba muy orgullosa de representar a una china campera. Y lo sentía desde el corazón.
Cuando pasaron en el desfile, fue uno de los carros más aplaudidos, iban con mucha algarabía, recuerdo a Quela Otero y doña Olga Añasco cebando mate dulce con una pava, comiendo y convidando con tortas fritas amasadas por ellas mismas, mientras mi madre iba atenta a las riendas y al movimiento de las orejas de un caballo flaco y asustadizo.
No hubo carro ni caballo en el pueblo que quedara fuera de la convocatoria. A los carros les colgaban faroles y troperas de las esquinas. Los asientos eran cabezas de vaca con cueros de oveja por encima. No faltaron algunos toldos en los carruajes con improvisados cueros vacunos.
Florentino Bravo era un humilde carrero quien, movido por su más honda fibra patriótica, puso sus dos caballos a disposición de los organizadores. El problema fue que los animales estaban acostumbrados a hacer el mismo recorrido todos los días. Iban desde la casa de Florentino hasta el Abasto Municipal, tirando de un carro de pértigo, a buscar los deshechos de las carneadas. Patas, cabeza y guampas, era toda la carga que llevaban, lo que dio lugar a que, a un conocido vecino, a quien su mujer lo engañaba, lo apodaran ‘’Carro de Florentino”.
La cuestión fue que al no tener más plan de ruta que aquel que hacían todos los días, los caballos de Florentino, en plena marcha el día del desfile, doblaron en la esquina del Banco Comercial y enfilaron solitos, cuesta abajo hacia su morada. No hubo Cristo que los hiciera obedecer al tironeo de riendas de sus jinetes para hacerlos cambiar de rumbo e integrarse nuevamente al desfile. A dichos jóvenes ya les había llamado la atención que, durante la marcha, los caballos no habían salido de un tranco pasmoso, mirando hacia abajo todo el tiempo, pero que ni bien divisaron el camino que los llevaba a la casa de Florentino, pararon las orejas y desataron un trote parejito mirando al frente.
Por lo que, a sus ocasionales jinetes, Christian y Rafael, allí nomás, se les terminó la patriada.
Hubo otro carro y su caballo, de un conocido repartidor de frutas y verduras apodado Cataco, que ese día engalanado con insignias patrias y aún con Cataco al volante, no pudo seguir el ritmo de la marcha porque el equino se detenía solito en todas las casas donde moraban las clientas de su dueño.
Antes de iniciar el Éxodo, la concentración se realizó en el extremo del pueblo, en la escuela No.34. Ver a Artigas llegar con su traje de Blandengue, pedaleando una bicicleta de mujer, en donde en el canasto traía su sable y su sombrero, fue una imagen imborrable. Recobró su galanura cuando subió al caballo que ya le tenían preparado con los mejores atavíos para la ocasión.
El desfile fue todo un éxito. Lo encabezaba Artigas en su morito y con el cimarrón de tiro, secundado por el negro Ansina, quien fue declarado el más saludador de todos los integrantes, con su sonrisa característica de oreja a oreja.
Fue emocionante ver desfilar la gente del pueblo en aquella recreación del Éxodo Oriental, y a más de uno se nos aflojó “la pajarilla”, sin poder remediar que las lágrimas se escaparan silenciosamente para rodar por las mejillas, entre risas, aplausos y gritos alborozados de ¡Viva la Patria!
Y eso no fue todo. Cuando terminó el desfile, se realizó una concentración en los predios de la Sociedad Rural, entre gradas y potreros, donde se armaron puestos de venta de comidas y bebidas, la música no paró de sonar hasta la caída del sol.
Nadie permaneció indiferente cuando Artigas comía un chorizo al pan con un vaso de cerveza, mientras el sable aguardaba silencioso y quitecito, tendido en el mostrador.
Ella es…
*La autora nació el 19 de setiembre de 1952 en Nuevo Berlín departamento de Río Negro- Uruguay
Es socia fundadora de la filial Uruguay del Ateneo Rioplatense y miembro de la Asociación Uruguaya de Escritores(A-U-D-E-)-Actualmente ejerce la Presidencia período 2018-2019
Asiste a escuelas y liceos de Montevideo e interior a realizar lecturas de cuentos cómo móvil para incentivar la lectura y comprensión de textos narrativos-
Ha recibido distinciones y premios varios en certámenes literarios nacionales, entre ellos 1er- Premio en Narrativa en el Concurso de cuentos de Federación de Clubes de Residentes del Interior en Montevideo, “Con el alma en el Pago”(2004 y 2011)- Se distingue su Libro de cuentos “Porteras Adentro” en el Club Río Negro para actividades por el Día del Patrimonio(2009-Homenaje a las tradiciones)- El cuento “El beso en la pared” fue premiado en el Concurso Nacional del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca(2014) “Mujer de campo, de río o de mar”- El cuento “Una muñeca para Luciana’’ fue premiado por el Banco de Previsión Social y Editorial Fin de Siglo en el concurso nacional “Cuando yo era chico”- La editorial Botella al Mar realiza Distinción Especial en Literatura Infantil a su novela para niños “El lazo maestro” en el marco del 14º- Encuentro Internacional Poetas y Narradores de las Dos Orillas (2015)- El cuento “Un paquebote de proa al mar” recibe el Primer Premio en Narrativa en el Certámen Literario “La Cumparsita y el Palacio Salvo” de la Comisión del Palacio Salvo, AGADU y Casa de Escritores- En el Año 2019 recibió el premio a su aporte Literario otorgado por Productora Cuatro Dedos en AGADU- En el Año 2012 recibió distinción de la Intendencia Municipal de Río Negro por su aporte a la Cultura- En el Año 2015 recibió el Premio a La Literatura Infantil en el marco del Encuentro Internacional de Poetas y Escritores en Punta del Este, organizado por Editorial Botella al Mar.
Se han publicado varios de sus cuentos en semanarios del interior: Suplemento Literario de Ecos Regionales que se edita en los departamentos de Flores y Durazno- En el Semanario El Eco de Palmira que se edita en Nueva Palmira con tiraje además en Carmelo y Colonia Capital-También en el Semanario El Pregonero de Young-Sus cuentos han sido editados en Revista Literaria Autores Contemporáneos en Rumania por la Editorial PIM-
Editorial Altazor de Perú ha editado cuentos en una antología de cuentos infantiles autores latinoamericanos- Se han publicado cuentos en revistas digitales de España y Argentina.
Ha publicado: “Porteras Adentro”,cuentos(2007), “Boca de noche”, cuentos(2009), “El lazo maestro”, novela infantil(2012) ¨El beso en la pared¨ cuentos(2016) ¨Hay maleza en la pradera¨ cuentos, edición bilingüe rumano-español(2017) y ¨El conjuro de las palabras¨cuentos,(2019) e integra múltiples antologías con otros autores, destacando “Letras Americanas” de Editorial Botella al Mar con autores latinoamericanos(2012 y 2014)- ¨7 Escritores Literatura Infantil¨Colección narradores del mundo(2017) EDITORIAL Botella al Mar- Cuentos Infantiles de Editorial Altazor(2017)Perú-
Entre otras actividades integró el Grupo de Teatro del Club Río Negro desde el año 2004 hasta 2017 dirigido por la Prof- y Dramaturga Teresa Deubaldo-
Desde el año 2018 es Presidente de la Asociación Uruguaya de Escritores- AUDE

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