COLUMNISTAS
Los que no pueden huir al coronavirus
G.M
Con virus o sin virus, hay miles de trabajadores que tienen que salir a tratar de hacer el pesito que les permita alimentar a su familia todos los días. Ellos son los que más rápido serán infectados pero, cuando se levantan cada mañana, tienen que optar entre arriesgarse a enfermarse, o dejar sin comer a su familia. Y en ese dilema, la opción es una sola.
José trabajaba en el puerto, hace más de 25 días que el puerto está cerrado y no puede hacer el dinero diario que necesita para mantener a su familia. Su hijo es peluquero, desde el 13 de marzo no le coarta el pelo a nadie, su nuera es empleada y la acaban de enviar al Seguro de Paro. La pareja tiene una bebé de dos años.
En el marco de esta pandemia, el panorama de la familia es oscuro y es apenas un ejemplo de lo que le está pasando a cientos de familia que comen gracias al dinero que hacen el día antes, es decir que viven al día juntando lo básico para pagar el agua, la luz, el teléfono y la comida “la niña tiene dos años y necesita su leche, su fruta” cuenta José.
Hoy todos respetan la cuarentena, pero, a diferencia de los sectores de empleados públicos, o de los sectores acomodados donde por ahora circula el virus, hay miles de trabajadores que no pueden sostenerse más “que pasa con los carreros, los albañiles, los montaraces, los electricistas, todos los que viven de changas. Todos estamos pasando mal” señaló.
A pocas cuadras de su casa, doscientos cincuenta personas que están peor, se juntan todos los días a comer en el comedor de 18 de Julio y Juana de Ibarbourou, otro centenar van a la olla del Comité 25 de Agosto del barrio Saravia y hay dos o tres más que hacen comida para repartir o en su casa cocinan para los vecinos “vamos a terminar todos ahí si no podemos volver a trabajar” dijo, “está claro que el pueblo está pasando hambre” señaló.
Pero además, el aumento del costo de vida les impactó de lleno “pagaba dos mil seiscientos de luz y este mes me vino tres mil quinientos, esto recién empieza” señala “los artículos básicos subieron entre un 30 y 40 por ciento” señala y pone el ejemplo de la carne “el 11 de marzo compré un kilo de pulpa a 280 pesos, hoy vale 400 pesos el kilo”, dice.
José teme que, cuando el virus llegue a las clases trabajadoras y se masifique su presencia, la situación se volverá muy compleja “no voy a decir que vamos a estar igual a Ecuador, pero la veo muy fea” remarcó.
Por eso dice que al final del día, mira los informativos y ve lo que ocurre como una cosa lejana “no importa lo que dicen, al otro día yo tengo que salir a trabajar”.
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