COLUMNISTAS
Morabito, el “Cuini”, y Astesiano en modo pausa
Fernando Gil Díaz – “El Perro Gil”. La de Morabito no fue la primera gran fuga de nuestro sistema penitenciario ni será la última, seguramente. Sin dudas que a nadie lo enorgullece que se hubiera dado pero la misma no dejó de ser sino el fruto de actos de corrupción que vienen siendo investigados desde hace tiempo, demasiado tiempo. Lo cierto es que sugestivamente en momentos en que el Gobierno venía atajando penales por el caso Astesiano, se dan a conocer declaraciones del ex director de la Policía Nacional – Mario Layera- y del también ex director de la Guardia Republicana – Alfredo Clavijo- que pretenden mostrar inconsistencias entre las autoridades de la anterior administración. Una instancia que se produce -también extrañamente- a un año de la desaparición física del ex ministro Bonomi, lo que parece más una pretendida intención de manchar su memoria que una simple casualidad. Pero, la verdad es una sola y, más temprano que tarde, saldrá a la luz. A todo esto, el episodio no deja de tener aristas que deben ser expuestas ante una velada operación mediática que flecha en un único sentido sin derecho a réplica, muchas veces. Por otra parte, una inesperada derivación del caso Astesiano tiene a Gustavo Leal investigado por el delito de encubrimiento y al Presidente del Frente Amplio – Fernando Pereira-, al director de Caras y Caretas – Alberto Grille y a tres tuiteros, denunciados por la Dra. Fossatti por difamación e injurias. Como dijera Julio Ríos, la capacidad de asombro no tiene límites.
Gamou recargado
En la primera presidencia de Tabaré, en ocasión de ser llevado al Hospital Militar, se produjo la fuga del represor Gilberto Vázquez, que poco tiempo después fue recapturado. No faltó, en aquel momento, quien hiciera alusión a ese hecho criticando al gobierno. Uno de los que mejor respondió entonces a aquel bastardeo político fue el entonces diputado Carlos Gamou, quien con su ironía característica respondió a aquellas críticas de forma contundente: “a nosotros se nos escapan porque fuimos los únicos que los metimos presos!!”.
Fulminante afirmación para quienes fueron cómplices de una omertá deliberadamente sostenida desde el retorno de la democracia hasta nuestros días, en que siguen ocultando dónde están los detenidos desaparecidos. Sólo el Frente Amplio tuvo el coraje y la voluntad política de someterlos a la justicia.
Así como entonces, bien se le podría responder ahora a los mismos que critican la fuga de Morabito, diciéndoles que se escapó porque tuvimos las agallas de meterlo preso. Claro que no se contaba con la corrupción, ese virus que contamina cualquier gestión y a la que también se le dio dura batalla, no sin sufrir consecuencias no deseadas como las que permitieron su fuga.
Porque es indudable que existieron actos de corrupción que hicieron posible la evasión, junto con elementos coadyuvantes que condicionaron la misma, como la calidad de arresto administrativo del italiano. En efecto, al ser una requisitoria internacional con fines de extradición, no podía ser alojado junto a otros presos comunes debiendo recluirlo en una instalación separada del resto de la población penitenciaria, por lo que la ex Cárcel Central fue el lugar dispuesto. Una condición que se sumaría a las visitas conyugales de otro narco, pesado y peligroso, como el jefe de “los cuinis” – Gerardo González Valencia, que se venían realizando desde antes.
Visitas que -contrariamente a lo que se afirma no fueron en igual número que los traslados del “cuini”, en razón que Morabito cayó detenido el 3 de setiembre de 2017, un año y varios meses después de haber sido detenido González Valencia (23 de abril de 2016).
Visitas que respondían a decisiones de la autoridad penitenciaria del INR que era la responsable tanto de la gestión de los privados de libertad como de los que cumplen arrestos administrativos.
Sin perjuicio de la responsabilidad política que les cupo a las autoridades políticas, es indudable que la gestión operativa recae en las autoridades penitenciarias; desde la propia dirección de Cárcel Central, pasando por la subdirección operativa y la del mismo director nacional del INR del momento.
El muerto y el degollado
Los mismos que reclaman hoy responsabilidades políticas son los que permanecen atornillados a sus sillones sin pudor alguno habiendo otorgado un pasaporte uruguayo en forma exprés a un narco pesado y peligroso… (caramba, qué coincidencia!!)… que es prófugo de la justicia internacional -Sebastián Marset-.
Es la imagen misma del muerto que se ríe del degollado, y así estamos…
Son los mismos que tuvieron en Astesiano a un facilitador de gestiones ilegales teniendo a su entera disposición toda la infraestructura del Estado para perseguir opositores, espiar senadores y dirigentes gremiales; llegando al extremo de hacer lo propio con estudiantes y docentes de un liceo de la capital. Alguien que tenía montada una estructura criminal en la misma sede presidencial de la Torre Ejecutiva.
El ruido mediático hoy se ocupa de este caso en un táctica distractiva como la del tero, logrando el efímero objetivo de pausar el caso Astesiano y/o Marset por unos días.
Sin embargo y a pesar de la espectacular fuga de Morabito, hoy es un dato de la realidad que ambos narcos “pesados y peligrosos”, aguardan en prisión (uno en Italia y otro en EEUU), y en ambos casos tuvo que ver la acción de la Policía uruguaya, a saber:
1) fue la Policía Nacional la que los detuvo y los puso a disposición de los procesos de extradición de los países requirentes, y fueron las autoridades políticas las que respaldaron aquellas acciones;
2) González Valencia no se fugó, cumplió su reclusión en el país y fue finalmente extraditado en el año 2021. Todo, gracias a que la gestión anterior lo detuvo;
3) Morabito se fugó, es cierto, pero inmediatamente se conformó un grupo de investigadores que pudieron avanzar en la recolección de indicios que fueron compartidos con la policía brasileña posibilitando su recaptura. Información brindada por la dirección de la Policía Nacional al mando de Mario Layera. Dato que hoy se omite deliberadamente pero que es real.
Asimismo, quedan puntos por despejar como la conexión rusa de la fuga de Morabito que podría tener puntos de contacto con el caso Astesiano donde, casualmente, son rusos -también- sus protagonistas.
Tampoco se investigaron las razones que llevaron a la presencia de un ex futbolista uruguayo que visitaba con cierta regularidad a los narcos detenidos.
Mientras tanto, los homicidios siguen creciendo; la Policía debe responder por casos de abuso policial (una persona con muerte cerebral de la que no se sabe su estado; un joven muerto de dos disparos por la espalda en el Cerro); la inseguridad que sigue en aumento en los barrios ante el silencio oficial que no asume sus responsabilidades y presume de mejores cifras de delitos en las que nadie cree.
Y encima, tenemos a un Ministro que pretende que le perdonemos semejante éxito.
el hombre quería escapar,
el perro le mordía los fundillos…
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