Observo con mis ojos la realidad oculta

Gúgol: número 1 seguido de 100 ceros. “No tiene una utilidad práctica concreta”, pero existe. Como tantos políticos conocidos.
David Rabinovich, periodista, San José, columnista de EL ECO. San José no es “una mosca blanca”, aunque gobiernen desde hace 70 años los que agitan esa divisa. Tampoco es una mosca en un vaso de leche, o sea una mancha en la nívea blancura de su panorama productivo fundamental, tan lácteo como tradicional. “De arriba lo mismo un rayo” se hizo lema de una cultura pragmática, otra de cuyas máximas reza: “A mí que no me dean, que me pongan donde haiga, no más”.
En un café céntrico, distancia social mediante, sorprendido capté una conversación extraña.
-No te hagas el tueco recomendó Dimitir.
El primo Dimitir, de hablar poco y de pocas pulgas, es el menor de la familia, explica mi acompañante.
-Para hacerse el tueco hay que estar en el ajo -apuntó Lucrecia, la mayor de las primas Vivas, cuyos campos son tan famosos por lo extensos como criticados por ‘improductivos’. La Luc, como le decimos en confianza, cría en esos campos unos miles de ovejas y unos novillos de raza tan mezclada que ni entre ellos se reconocen como parientes. Trabaja con tres peones y Doña Soledad que le hace de casera. Pero todos los años levanta una torta de guita que va a engrosar, casi toda, sus cuentas en Delaware, que sólo tiene 6447 km² y cerca de un millón de habitantes. Chiquito pero densamente poblado. La Luc no viaja. De los trámites necesarios para mantener a salvo sus morlacos, de voracidades fiscales o compromisos sociales, recurre al asesoramiento de “Nacho” que anualmente afila el cuchillo que le vendió hace años, en tiempos en que ‘El Q-qui’ era presi.
Me quedo pensativo. También me parece relevante la necesidad de distinguir entre la realidad que teníamos a fines del 2019, la actual -mediados de 2020 -, y la que enfrentará nuestra sociedad en el marco de la “nueva normalidad”, cuando se estabilice las situación sanitaria, social, económica y política en Uruguay, la región y el mundo. Somos nosotros y nuestras circunstancias, lo que estamos considerando.
Sergio Botana dijo: “Si hay gobiernos departamentales y municipales que tienen una estructura que presta servicios en este sentido, no es buena cosa que el gobierno nacional se ponga de competidor; sería bueno que se pusiera de complemento, de respaldo, de colaboración y actúe a través de quien tiene la sabiduría para eso y la legitimidad de la elección popular en ese territorio, lo cual le da una legítima representación” (…) “No es buena cosa que el gobierno nacional se meta a veces donde no debe, a hacer cosas que, por más buena intención que exista, lo haga alejarse del objetivo que persigue una comunidad, debido al desconocimiento fino de la cuestión en el tratamiento de cada caso”.
De conocimiento fino saben montones. Sabios para rejuntar votos y legítimos, por eso mismo. ¿Qué mejor que un caudillo baqueano para orientar los destinos del pago chico?
Son los que chocaron la calesita… Porque alguien armó este sistema de convivencia insoportable, este sistema de producción insostenible. Las sociedades son injustas y desiguales desde que los guerreros más fuertes impusieron su ley sobre el resto de la tribu y los brujos desparramaron miedo a los dioses y sus castigos. Los que chocaron la calesita digo, no se pueden hacer ‘los suinos cojos’.
Me resulta curioso que pretendan asumir responsabilidad por los otros y reconocer las demandas de la sociedad como objetivos propios. Nunca dicen yo creo, yo quiero, yo digo… Conjugan sólo el nosotros y en primer lugar destacan el esfuerzo que ponen ante las dificultades, su éxito frente al fracaso que heredaron, su probidad contrasta con el muro de sospechas que se hace más alto que el muro de lamentos levantado ante una realidad tan porfiada como tenaz en el recato. Me refiero a ‘la realidad oculta’, claro.
La única forma de terminar con la inseguridad es tener seguridad todos y todas. Techo seguro; trabajo seguro; ingreso seguro; comida seguro, educación seguro… Bien dicen que a Seguro se lo llevaron preso.
Los aporofóbicos de hoy no son como los de ayer. Los nobles, por designio divino, siguen existiendo hasta en países adelantados, desarrollados y modélicos como Holanda o Suecia. Ni hablar de Dinamarca. Cuenta la Wikipedia que “La monarquía danesa es una institución única. Una línea real continuada de cincuenta reyes y dos reinas es un record mundial que tiene más de mil años, cuando el rey Harald fundó el reino de Dinamarca. La monarquía danesa en toda su historia, desde los reyes vikingos a la monarquía moderna constitucional, ha tenido una capacidad casi mítica de adaptarse a los cambios sociales y políticos de los siglos. Ésta ha sido la Corona que ha conservado este pequeño país en la punta del continente europeo por encima de guerras, revoluciones, reformas e invasiones extranjeras.”
Toda esa tradición es nada ante la desmesura de la sabiduría de un caudillo oriental de tierra adentro (Uruguayo, no chino ni ‘ponja’). Tome nota el lector que los Botana, Moreira, Bascou o Castaingdebat son alumnos, malas copias, de ‘los grandes’ como Juan (Chiruchi) y ni hablar de ‘aquellos’, los de antes, que les dan brillo, prestigio y prosapia a Luis.
Como afirman en la revista Nueva Sociedad. “El siguiente desafío será muy probablemente un derrumbe económico y una recesión sin precedentes, que demandará un nuevo discurso que refleje un cambio en el pensamiento.” En 2021, 2022, 2023… ¿Cuántas madres adolescentes criarán a sus hijos en condiciones de pobreza y pobreza extrema en Nuestra América? ¿Y en Uruguay? ¿Y en San José? Y ¿Y en Colonia? Las mismas interrogantes me hago para los hijos/as de los 12.000 presos que tenemos en nuestras cárceles. Gran mayoría, por supuesto, pobres e hijos de madres adolescentes o muy jóvenes.