Olas en la política

Por Sergio Sommaruga. La “vara alta” es una expresión que alude a un nivel de exigencia elevado para ser superado y que fue colocado allí por un predecesor a partir de su ejemplo, acción y/o resultados.

Según un senador de la república, el nivel de alto rendimiento que deja instalado Lacalle como presidente tiene que ver con su pelo y con la práctica de un deporte que en Uruguay practican muy poquitas personas.

Se suponía que la política debe valorarse ante los criterios de la ética y la historia, no ante la frivolidad y el pensamiento precario.

En el Uruguay del actual presidente, las circunstancias de pobreza de la infancia es el doble de grande que la que recae sobre los adultos, la cantidad de menores de edad que debió dormir por primera vez en un refugio del Mides porque está en situación de calle creció por dos y la gente hace huelga de hambre reclamando el derecho elemental al trabajo.

Solo con estos tres elementos de altísima importancia social, sin siquiera tomar en consideración el caso de corrupción mafiosa que encabezaba su jefe de custodia junto a altas jerarquías policiales, es muy poco razonable sostener que Lacalle dejará un precedente políticamente elevado.

La única forma de colocar virtudes políticas, allí donde solo crece el desamparo de derechos, es subvirtiendo los criterios de valoración de aquello que se juzga.

Si te hacen creer que lo importante de la bicicleta es el tamaño de su paraguas, pasarás a valorar la ridiculez como un mérito y no como lo que es, una inutilidad.

Luchemos contra la ridiculización y la precarización de la política.

De lo contrario, habrá poco por hacer para que el nivel de estupidización al que se somete a la sociedad sea reversible.