COLUMNISTAS
Redes sociales y felicidad
Por la psicóloga Silvia Cardozo. Son dos conceptos que están puestos juntos irónicamente en el título, porque la adicción que estamos teniendo a las redes sociales y a la tecnología en general está lejos de ser verdadera felicidad.
Hace poco escuchaba un video de una psiquiatra y luego otro de una experta en redes y ambas decían exactamente lo mismo, que las redes sociales fueron diseñadas para ser adictivas. Y comparto totalmente este concepto.
El gusto e incluso la necesidad de aceptación ajena es una característica del ser humano que las redes explotan muy bien porque se transforman en un medio mediante el cual se recibe información constante acerca de que tanta aceptación se está obteniendo, da la posibilidad de un chequeo permanente.
Hace que el individuo esté pendiente cada vez más. Incluso que haga publicaciones suyas que se alejan de la realidad para obtener de cualquier forma aceptación.
Lo que recibe cuando hay algún indicio de dicha aceptación es una descarga de un neurotrasmisor (Dopamina) vinculado directamente a la sensación de felicidad. Pero qué cosas son las que provocan esa descarga? Cada vez que tenemos un nuevo “me gusta” en una foto, cuando nos contacta alguien, cuando tenemos comentarios en una publicación, cuando siguen tu cuenta, nos ponen emoticones, nos etiquetan en una reunión, nuevos seguidores en Instagram, Facebook o cualquier red . O también cuando aparecen publicaciones de gente que nos interesa o de sitios comerciales, etc etc.
Y a su vez nos mantienen atados porque si tenemos éxito con alguna de las publicaciones vamos a poner más para seguir generando esas respuestas y asi sucesivamente. Lo mismo si nos interesa algo, vamos a conectarnos mas seguido. Pasamos a ser esclavos de ese mecanismo.
En psicología conductista es el clásico condicionamiento de intervalo variable, no sabes cuando va a venir pero te genera la expectativa de que en algún momento va a pasar. Entonces sigues pendiente, prestando atención y dejando valioso tiempo de tu vida. Que se lo robas a tu pareja, familia, trabajo, amistades, horas de descanso, etc.
Estamos acostumbrados a ir por la calle y ver la gente caminando mientras mira su celular, ir a cenar con amistades y estar pendientes de él … fotos para subir, para enviar, para comentar, para admirar, para corregir, para dar like, para compartir… ¿Cuánto tiempo real robamos del verdadero vínculo con las personas que tenemos enfrente nuestro? ¿Les preguntamos de su vida y tenemos una charla valiosa? Creo que si lo pensamos bien es más frecuente que le estemos dedicando más tiempo a cómo vamos a sacar la foto, donde la vamos a publicar, a quien vamos a etiquetar, como salimos, que comentaron pusieron ,etc., etc.
¿Podemos decir entonces que somos más felices? ¿En eso se ha transformado nuestro concepto de felicidad: en cuanta aceptación tengo en las redes?
Y si eso pasa con los adultos que no hemos nacido en la era de la tecnología, que dejamos entonces para los niños que sí lo han hecho. Cuando lo primero que les regalamos son pantallas y celulares para que estén entretenidos.
El ejemplo que les damos no los ayuda en absoluto, no les trasmitimos como regularse ni por donde pasan las verdaderas cosas importantes de la vida.
Deberíamos poder regular y administrar bien el tiempo que pasan los chicos (y nosotros los padres) con la tecnología, propiciar otro tipo de entretenimientos y actividades para compartir verdaderamente con el otro, ser más empáticos y menos adictos.
Y esa labor es parte de la educación que los padres debemos darles a nuestros hijos si queremos que sean verdaderamente felices y no adictos a la sensación de felicidad que genera una descarga inmediata de un neurotrasmisor a través del uso de la tecnología.
Tenemos que enseñarles a que generen tolerancia a la frustración, a que no todo es inmediato y fácil. Sino va a ser difícil que puedan tener paciencia y perseverancia a futuro.
Porque estamos criando chicos que están siendo programados cada vez más y desde tan temprana edad para pasar la mayor parte de su tiempo frente a una pantalla. Muchas veces no duermen por estar conectados, no descansan ni el cerebro ni la vista. Les capta durante mucho tiempo su atención. Y todo esto se aleja bastante de la felicidad.
Es igual a cualquier otra adicción, te va comiendo la vida sin darte cuenta.
Esto sin entrar en todos los riesgos que trae en cuanto a los contactos peligrosos que pueden tener, caso falsos perfiles. Deberían los padres siempre monitorear las conversaciones y publicaciones de los menores.
¿Por qué se da esta adicción tan rápida? Porque está pensado para que así sea. Como nos volvemos adictos a esa descarga de placer inmediato, a su vez cuanto más tiempo pasamos conectados más información estamos dejando en el sistema sobre qué cosas nos llaman la atención, qué es lo que consumimos más en internet. Y así quienes se dedican a esto cada vez saben más sobre nosotros, usan esta información para ver qué debe aparecernos en las publicaciones para que pasemos más tiempo colgados de las pantallas. Maximizan sus aplicaciones para poder vendernos más eficazmente. Es un círculo vicioso.
¡Pueden predecir nuestra conducta!
¿Cuántas veces buscaron información sobre algo y después sin volver a buscarla aparecen muchos más artículos o publicaciones relacionadas sobre ese tema? Es porque cuando la buscaron ya el sistema capta donde está tu interés y así te bombardea con esto.
Pero el real problema no es el precio en dinero que pagamos sino la cantidad de tiempo de vida que dejamos atrás de esto. Y el costo de nuestra verdadera felicidad.
Quienes crean y programan las redes, se dedican a hacer que sea cada vez más rápida la “recompensa del disparo de dopamina” y así más adictos nos hacemos.
Al generar esa satisfacción inmediata es muy difícil competir con ella, porque jugar con tus hijos, pasar ratos con tu pareja, salir a pasear, son todas situaciones que tienen una respuesta de satisfacción que muchas veces no es instantánea, que demora más . De hecho a veces puede pasar que en ocasiones hasta pueda ser frustrante. Pero es parte de la vida y lo que tenemos que pasar.
El amor se construye en los vínculos que tenemos ( pareja, hijos, amistades, familia) y es de las cosas que más felices nos hacen. Y eso lleva tiempo de dedicación, atención al otro, empatía y estar presente verdaderamente con la otra persona, cosa difícil si está de por medio un dispositivo generador de dopamina compitiendo en forma permanente cada vez que intentamos llevar a cabo algo de esto.
Una vez que entendemos cómo funciona este mecanismo, es que estamos en condiciones de manejarlo nosotros y no dejar que nos manejen.
Pongamos límites con los tiempos que les dedicamos a la tecnología, establezcamos como prioridad los vínculos, los tiempos pasados con las personas reales de nuestra vida cotidiana y no estemos pendientes de la aprobación de una red social o una aplicación.
Podemos controlar nuestra conducta, no es algo imposible de realizar, depende de nosotros.
Ps. Silvia Cardozo
Terapeuta Cognitivo Conductual
Cel 099 18 39 50
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