COLUMNISTAS
Reducir la desigualdad, el desafío pendiente

Dr. Andrés Lima, precandidato presidencial por el Frente Amplio. La lucha contra la pobreza y la desigualdad ha sido históricamente uno de los ejes rectores del programa del Frente Amplio. Desde los gobiernos frenteamplistas se han implementado importantes políticas redistributivas que han logrado avances significativos en la reducción de la pobreza y la desigualdad. Sin embargo, todavía persisten brechas estructurales que deben ser abordadas de manera integral y sostenida en el tiempo.
La desigualdad en nuestro país tiene un carácter multidimensional, que refiere no solo a las diferencias de ingreso y riqueza, sino también al acceso desigual a bienes y servicios básicos como la educación, la salud y la vivienda. Estas desigualdades se entrecruzan, además, con otras formas de discriminación y exclusión, como aquellas basadas en el género, la raza, la etnia o el territorio de residencia. Por ello, es necesario desarrollar un conjunto de políticas públicas que atiendan esta complejidad tanto en el corto como en el largo plazo.
En el corto plazo, ante los efectos de las dificultades económicas y la crisis social que este gobierno nos deja, es fundamental recuperar el dinamismo de la actividad productiva y neutralizar los impactos más severos sobre los grupos más vulnerables de la población. Esto implica fortalecer las redes de protección social, las transferencias monetarias y los programas de empleo que permitan amortiguar los embates de la coyuntura adversa.
Pero la mirada de largo aliento exige superar desigualdades estructurales más profundas, como la fragmentación socio-territorial, la persistencia de la pobreza infantil o las brechas de género en múltiples ámbitos. Para ello, se deben intensificar y rediseñar los esfuerzos en diversas esferas.
En primer lugar, es necesario desarrollar políticas integrales de combate a la pobreza, que combinen transferencias, generación de empleo de calidad y acceso universal a servicios públicos de excelencia. Esto permitiría cerrar las brechas más estructurales que reproducen la desigualdad de oportunidades.
En segundo lugar, se requiere fortalecer y rediseñar los programas de transferencias monetarias, la política salarial y las políticas activas de empleo, con el objetivo de mejorar su impacto redistributivo y su capacidad de incidir sobre la desigualdad. Esto implica, por ejemplo, revisar los criterios de asignación y los montos de las prestaciones, impulsar el aumento de los salarios mínimos y ampliar las estrategias de generación de empleo.
Es imperioso avanzar en una profunda reforma tributaria, que reduzca la carga impositiva sobre el consumo y fortalezca la imposición progresiva sobre la renta y el patrimonio de los sectores de mayores ingresos y riqueza. Esto permitiría incrementar la recaudación fiscal y destinarla a políticas redistributivas, con el objetivo de reducir sustantivamente la desigualdad en sus múltiples dimensiones.
Reducir la desigualdad es un desafío pendiente que requiere de políticas audaces, integrales y sostenidas en el tiempo. Sólo de esta manera podremos construir una sociedad más justa, inclusiva y con oportunidades para todas y todos.
Es un objetivo que el Frente Amplio y yo como precandidato a la presidencia he asumido como prioritario y que debe ser un norte compartido por toda la sociedad

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