COLUMNISTAS
Relatividad
«Cuando un hombre se sienta con una chica bonita durante una hora, parece que fuese un minuto. Pero déjalo que se siente en una estufa caliente durante un minuto y le parecerá más de una hora. Eso es relatividad». (Einstein)
Por David Rabinovich, periodista de San José. La cualidad que define las democracias es la capacidad que tenemos de decidir sobre nuestro destino. Eso funciona a partir de ‘elecciones’. Se puede elegir representantes (Parlamentos), gobernantes (Poder Ejecutivo) y diferentes propuestas. En algunos países –pocos-, la población puede elegir entre diferentes candidatos para integrar el Poder Judicial; no es el caso de Uruguay. ¿Cuál sería –en el capitalismo- la relación del poder económico (la propiedad) con la democracia? De ese poder económico dependen otros poderes como el comunicacional, por ejemplo. La calidad de las democracias es otra cosa y se refiere a la forma en que se realizan las elecciones, a la libertad, a la calidad de la información y los debates públicos, a la participación amplia o restringida. Por eso se cuestiona tanto las democracias (los procesos político-electorales) de Venezuela, Nicaragua, Cuba… Y también, aunque mucho menos: Honduras, Salvador, Brasil, Perú, Paraguay, Argentina, Chile…
El domingo pasado (04/09/2022) hubo una votación en Chile que rechazó por amplia mayoría la propuesta de reforma constitucional que presentó, luego de muchos meses de discusiones, una asamblea elegida a los solos efectos de redactarla. Hay que empezar de nuevo porque se rechazó ésta, pero la mayoría parece querer cambiar la que dejó Pinochet, retocada apenas por la imperfecta ‘democracia’ chilena.
Pinochet no resucitó, como opina Petro; lo que pasa es que el viejo dictador sanguinario no se termina de morir. En Chile, como en otra cualquiera de nuestras doloridas repúblicas, las derechas pisan fuerte. Los profundos cambios que han vivido las sociedades en los últimos años plantean un panorama completamente diferente al de los 60 y 70. La revolución tecnológica acelerada por el Covid ha transformado el mundo de la producción, el de las ideas y las relaciones sociales. Con todos los recursos disponibles para solucionar problemas acuciantes como comer, vestirse, dormir al abrigo, crecer, trabajar y envejecer con dignidad y alegría. Con todas las posibilidades para cuidar nuestro planeta y a nosotros mismos disponibles, el sistema impone una lógica de concentración de “los bienes terrenales del hombre” que empujan a millones de personas hasta hacerlas vivir al margen de todo. El 1% concentra una porción de la propiedad y de los ingresos que es mayor a todo lo que dispone el 99% restante.
Vivimos en guerra permanente desde que el hombre de las cavernas ‘inventó’ el garrote y las lanzas.
En Brasil un neofascista como Bolsonaro mantiene un 30% de las adhesiones y eso son como 50 millones de voluntades. No sé si en algún país de Nuestra América las derechas tienen una adhesión menor. ¿Será que tanta gente se siente cómoda, conforme y feliz sentados sobre una estufa? ¿La relatividad será tan relativa como para que la solidaridad, la colaboración, la justicia, en definitiva el amor por el prójimo, tenga tan mala prensa? Entretanto gozan de muchos defensores el individualismo insolidario y la competencia que lleva a odiar al vecino por envidia o temor.
Hace unos días, invitado a opinar escribí: Durante años se discutió hasta dónde se podía considerar a Uruguay como “distinto” en el concierto de países de la región y del mundo. La tacita de plata, la Suiza de América: ¿Era un conjunto de realidades que hacían una diferencia de fondo o era un mito muy querido? “Ni calvo, ni con dos pelucas”. Miremos, más que estados de situación, procesos. Veremos cómo, desde hace años, el deterioro de las condiciones de convivencia en Uruguay lo acercan a la situación de Nuestra América toda.
Inexorablemente. Por caminos propios o diferentes, claro.
Más temprano que tarde todas las lacras del capitalismo neoliberal se instalan en nuestro ‘paisito’. No sólo el narco. Están presentes en mayor o menor medida todos los tráficos ilícitos: la trata de personas, el tráfico de armas, el de influencias… Éste último “Delito que comete quien, prevaliéndose de su posición, induce a una autoridad o a un funcionario a adoptar una resolución en beneficio propio o de un tercero.” (RAE) Varias medidas, tomadas por el actual gobierno, ostensiblemente benefician poderosos intereses: así ocurre con la opacidad sobre el financiamiento de la política. Este secreto, celosamente custodiado, nos mantendrá por un tiempo con más dudas que certezas.
Algunos de los delitos más ‘rentables’ son: Narcotráfico. Robo de información. Falsificación. Estafas. Tránsito de personas. Prostitución. Comercio ilegal con petróleo. Venta ilícita de medicamentos sin receta. Tráfico de animales. Piratería. La lista1 que sale de una consulta rápida a Google no incluye las actividades del sistema financiero que, cuando funciona al servicio de los capitales originados en ilícitos, es clave fundamental para que existan las mafias.
Creo que las características de ‘Plaza financiera’ que tiene Uruguay lo convierten en parte importante de actividades vinculadas al ‘blanqueo’ de capitales. Ese es el corazón de una amplia constelación de negocios ilícitos. Quizá para enfrentar ese flagelo infame sea más efectivo cerrar bancos que cerrar ‘bocas’. Cabe anotar que mientras no se trasparente el financiamiento de las actividades políticas y en tanto el Poder Judicial no rinda cuentas ante nadie de nada, las sospechas sobre hasta dónde llegan las redes delictivas serán difíciles de probar. Continuarán siendo como las brujas: “Que las hay, las hay”.
El ministro de Desarrollo Social, Martín Lema, según el Portal 25siete, dijo sentirse “dolido por la falta de empatía de algunos malos uruguayos que parecen despreciar un plato caliente de $12 y se olvidan que muchos no tienen ni eso”. “Lo que es peor -continuó- es la falta de agradecimiento para con quienes pagamos impuestos y hacemos posible esta hermosa realidad de las ollas populares en los barrios más ignotos, que nos puso en un punto muy alto en la región”. (Espacio de humor del portal)
Todo es relativo. En un chiste podemos encontrar, escondida, una verdad tan desagradable como un plato de comida de 12 pesos, sin lentejas ni salsa de tomate.
1 https://www.cinconoticias.com/negocios-ilegales/
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