COLUMNISTAS
Rompieron la barrera del respeto con el presidente de la República
Escribe: Walter Caimí – PACTUM. La intolerancia de muchos hace a la estupidez humana. La ausencia de solidaridad y empatía hacen estragos en varias figuras públicas: Colombo y Molina.
El Coronavirus trae aparejado diversas formas de intolerancia política y conductas humanas que debe ser puesta sobre el tape de la opinión pública para su consideración, y cada quien concluirá con una opinión. PACTUM no transita en temas políticos. Dadas las circunstancias por la que atravesamos todos sin excepción alguna, quiero dejar por escrito la razón de la sinrazón, y no es un juego de palabras.
Convencido que la solidaridad y empatía son dos carriles que van de la mano, hay figuras públicas que carecen de tales cosas. Laura Colombo, alcaldesa de Ciudad del Plata; y el presidente de Antel, Gabriel Molina, por medio de las redes sociales, dejaron plasmado su visión política con insultos y agravios de todo tipo. Ambos hechos configuran delito y la intolerancia con el presidente de la República tras el anuncio efectuado el jueves 26 de mes por el cual el Poder Ejecutivo en descontar de los salarios del Estado un porcentaje.
El virus no clasifica ni religión, ni política, ni ideología, ni extractos sociales, etcétera, etcétera; a todos nos alcanza. Podemos discrepar con el presidente de la República, claro que sí; podemos disentir con un magistrado, un abogado, un médico, con la iglesia católica y así un sinfín de actores que hacen a la sociedad toda. Este virus, no es exclusivo de Uruguay, sino que está en todo el globo terráqueo.
No es cierto que no tuvo intención el presidente del sindicato de Antel en no difundir tal cosa; abrió el paraguas para así ‘promover’ una discusión intolerante que él mismo se encargó de generar. Es falso, y arrogante de su parte, que no midió las consecuencias; sabía de antemano que esto lo pondría en la palestra de la opinión pública. Lo mismo para Laura Colombo que ejerce un cargo político que le confirió la ciudadanía de Ciudad del Plata y que oportunamente la respaldó su fuerza política el Frente Amplio. En ambos casos que refiero, perdieron la brújula de la tolerancia, de la educación, de la empatía ante un mal que nos afecta a todos.
Aún más grave son los hechos por tratarse de dos figuras políticas, una sindical y otro propiamente dicho, política, valga la redundancia. Según me informan las fuentes en el caso de Colombo es independiente e inorgánica de su fuerza política; lo cierto es que no escapa a la ciudadanía dónde está situada políticamente. Lo mismo pasa con Molina, que representa a una masa de trabajadores que le otorgaron su confianza para ser representados. Ante tales sucesos de tono político, me pregunto qué papel le confiere el Código Penal a tales circunstancias ante una figura pública como la del primer mandatario. En ambos casos se hicieron uso de las redes sociales, una en Facebook y otra vía whasapp que posteriormente se plasmó en Facebook.
Así como condene el hecho de amenazar un diputado del Partido Comunista, condeno tales agravios que no me representan ni el uno ni el otro. Cabe precisar, que la persona que amenazó al representante nacional actuó la fiscalía de flagrancia de 14° turno imputó a un hombre por un delito de amenazas agravadas; hecha la aclaración, estos dos casos no son lo mismo. Acá hablamos del presidente de la República que fue insultado por dos actores públicos.
Nuestra sociedad está dividida y nada nuevo descubro. La intolerancia está enquistada en ambas partes y referencian los hechos ería muy extenso. Se reproducen insultos al boleo, al grito de “un penal político” sin clarificar si lo que se está reproduciendo es cierto o no.
Laura Colombo respecto a los audios vía whasapp en el caso Moreira de la intendencia de Colonia, refirió a la vice presidenta de la república y al ministro del interior en forma irrespetuosa (ver P.H. edición 27.03.20 página 4). La Alcaldesa, señora ella, hace una ensalada rusa con el solo fin de discrepar con la medida adoptada por Luis Lacalle Pou desde el día 13 de marzo por el Coronavirus.
Afirmar una situación no deseada, lo primero que debiera primar en un dirigente político es tener los elementos contundentes si tales versiones son ciertas o no. Laura Colombo obtuvo una representación política y como tal, ese espectro político debiera llamarle la atención guste o no. En el caso del dirigente sindical, dista mucho de serlo con su accionar político-sindical, no está a la altura de las circunstancias; en este caso también aplica que la masa de sindicalizados en Antel debiera llamar al orden a “este compañero”. Como no soy abogado, dejo planteado qué figura penal le cabe a ambas personas que protagonizaron estos malos ejemplos para con la población en su conjunto. No seré yo quien sustente jurídicamente si la Difamación e injuria –capítulo VI artículos 333 y 334 del Código Penal se ajustan a los hechos enumerados. Para ello, están los especialistas.
Las circunstancias de emergencia sanitaria que transitamos todos, va más allá y trasciende fronteras de tipo político y sindical. Los perjuicios nos tocan a todos: al que está empleado en equis empresa o sea funcionario del Estado, sea independiente y tenga que hacer frente a la unipersonal, y tantas otras tareas laborales en negro. Otra estupidez humana y política es el llamado de Estados Unidos que pidió a otros países “que rechacen asistencia médica cubana”. Lo traigo al tapete con intencionalidad pues nadie puede discutir la medicina en Cuba; otra cosa es si se comparte o no qué hace, qué dice, y qué no dice el gobierno de la Isla Caribeña. Es harina de otro costal. Lo que no es harina de otro costal, sino que es de los cubanos, su eficiencia en medicina que está demostrado en los lugares que le tocó aplicarla. Su ideología, su sentir, si es esto o lo otro, trasciende fronteras a la hora de ejercer su profesionalismo médico y de investigación.
El Sol no puede taparse con un dedo. Nadie, absolutamente nadie de los partidos políticos de nuestra querida república, está exento de irresponsabilidades políticas y solo basta leer (ya no estudiar) cómo se generó nuestra independencia. Por esta senda política sindical, también todos los partidos políticos han aportado –algunos más, otros menos- logros a nuestra república. En aras del sentido común, Laura Colombo debiera pedir disculpas públicamente; Gabriel Molina en tanto, pidió disculpas en Facebook en la cuenta oficial del Pit-Cnt a las 19 horas del sábado 28 de mes. La actitud del dirigente sindical no cambia un ápice su conducta irracional y desmedida, dejó mal parado a su sindicato y a la propia central obrera.
Colombo y Molina debieran irse a su domicilio, ya no solo por el Coronavirus, sino dejar paso a otros con mayor capacidad de diálogo y razonamiento político-sindical.
Corría el año 2002 cuando Gustavo López exdirigente sindical del gremio del taxi, SUATT, insultó al presidente de entonces Jorge Batlle. El juez penal absolvió al mismo y basó su fallo en que el gremialista no habló en nombre propio, sino en el del sindicato del taxi. En el año 2003 el cooperativista de FUCVAM, Marcelino González, fue condenado a solicitud de la fiscal Raquel González por el delito de desacato. Dos hechos de notoriedad que involucraron al primer mandatario. Aplaudo la decisión del Pit-Cnt en reconocer el grueso error de Molina; eso sí, no basta no es suficiente si el propio involucrado no admite su accionar. Lo mismo para Colombo y su fuerza política que se llamó a silencio.
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