COLUMNISTAS
“Silva a los días dispersos”, por Carlos Liscano
“Silva: colección de materias o temas diversos, escritos sin método ni orden”. Diccionario de la Lengua Española

1 – Vanidad, desvarío y soberbia
Se sentó en un café. No sabía qué hacer, como casi siempre, así que entró en un café y se sentó. Hacía viento afuera. Vino el mozo y pidió una grappa. El mozo lo miró con cara rara. Parecía que en ese lugar no era de buen gusto tomar grappa. “Con limón”, le dijo, para ver qué hacía con la cara. Nada, se dio vuelta y se fue. Enseguida notó que las piernas no le cabían debajo de la mesa. O era muy baja o era un travesaño que le quedaba delante de las rodillas o la silla era muy alta. Para resumir: era incómodo. Se quedó pensando en esto. Que no era lo que venía pensando desde hacía rato, en la caminata cerca del Zoológico. Venía pensando en otra cosa, pero ahora se metió con lo de la mesa y la silla. ¿Qué era, el travesaño, la mesa muy baja, la silla muy alta? No quería empantanarse en esto, pero ya estaba. Ahora había que pensarlo, aunque fuera un poco, un rato. O todo lo que fuera necesario, hasta resolverlo. ¿Las piernas demasiado largas? Era una hipótesis. Ya se le había echado a perder la grappa, eso era lo cierto. Primero fue el viento. No había viento cuando salió de casa. Caminaba pensando en aquello que pensaba, que era que no sabía qué hacer. Entonces empezó el viento. Se le volaba el pelo y era como si se le volaran las ideas. Se metió en el café, a esperar que el viento pasara. Pero antes de que le trajeran la grappa ya se había metido en ese otro asunto, en el de la mesa incómoda y las tres hipótesis. O cuatro, si incluía la de las piernas, por largas. Hipótesis que no quería incluir. Porque él no era responsable. Sus piernas eran como eran. No iba a adaptar las piernas a la mesa. En resumen, todo echado a perder, aquella tarde. ¿Por culpa de quién?
Días después. Cuando se le echó a perder la grappa por culpa de la mesa no era que él andaba por ahí pensando que no sabía qué hacer. Es cierto que no sabía qué hacer, pero no era así, en el aire, abstracto. No sabía qué hacer respecto a una cosa concreta. Era así. Él escribe, eso se sabe. Décadas haciendo lo mismo, la misma porquería. Desde hacía dos años había decidido no escribir más. Así, a lo bestia, como tantas veces en otras cosas. Escribir no sirve para nada. Vanidad, desvarío, soberbia. Cosas así se decía respecto al asunto de escribir. Pero ese día, cerca del Zoológico, el día del viento, de la mesa incómoda, de la grappa con limón echada a perder, iba por la calle pensando que tal vez podía reincidir en la cosa. Es decir, volver a la vanidad, al desvarío, a la soberbia. ¿Tenía derecho a hacerlo? Esa era la pregunta. Le parecía que no. Cierto, no tenía derecho. Si reincidiera sería una felonía, una falta a la palabra empeñada, etc. Pero la pregunta no lo era todo. Aunque la respuesta fuera afirmativa, que no lo era, pero suponiendo que lo hubiese sido, el problema era acerca de qué escribir. ¿Sobre qué escriben los que escriben? Escriben historias, claro. ¿De dónde sacan las historias? ¿Las inventan, las encuentran, alguien se las cuenta? Habría que averiguarlo.
Desde la web el eco digital: Desde hoy nuestro portal tiene el privilegio de contar como columnista invitado a uno de los grandes escritores uruguayos, Carlos Liscano.
Sus columnas “Silva a los días dispersos” aparecerán en forma semanal, hoy: ‘Vanidad, desvarío y soberbia’ Las ilustraciones son de su autoría, publicadas en el libro “La interminable” (2019).
Algunos datos que lo definen. Estuvo preso por ‘ocurrencia’ de la dictadura desde 1972 a 1985. Fue en la cárcel que se convirtió en escritor. Una vez en libertad no paró de escribir y sus libros se vendieron ‘como pan caliente’ en nuestro país y en exterior. Son más de 20 las obras publicadas, como “El furgón de los locos”, “La mansión del tirano”, “El camino de Ítaca”, “El informante y otros relatos”, “El lenguaje de la soledad”, “La ciudad de todos los vientos”,…
Como dramaturgo sus obras teatrales han sido representadas en Francia, Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica, Colombia, Argentina, España y Suecia.
Durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez fue viceministro de Cultura y durante el período de José Mujica fue Director de la Biblioteca Nacional, cargo al que renunció en 2015.
Carlos el gran escritor residente en Montevideo, tiene en su haber numerosos premios otorgados en Uruguay y en el exterior. Un grande de la cultura uruguaya.
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