COLUMNISTAS
Sin recetas mágicas

Sergio Sommaruga*. El crecimiento de la inseguridad pública y la escalada de delitos, sobre todo los homicidios con alevosía y la violencia doméstica, dan cuenta del grave error cometido por la derecha cuando utilizó este complejo problema social como botín electoral.
Error e irresponsabilidad.
No es hora de hacer lo mismo.
El problema es grave.
Según datos del Ministerio del Interior los homicidios aumentaron 33% y las denuncias de violencia doméstica 11,2%.
No es el discurso sobre la realidad sino las propias circunstancias de la realidad las que están demostrando las enormes limitaciones, insuficiencias y deficiencias del paradigma de la “mano dura”.
Más grave aún es el corrimiento ideológico que produjo en la mentalidad de las personas el rimbombante alarido del “se acabó el recreo”.
Ahora bien, es menester estar atentos. Porque cuando un paradigma se agota, la experiencia indica que lejos de admitir la necesidad de un cambio de mentalidad, éste actúa con más vehemencia y menos autocrítica.
Seguir buscando o aceptando soluciones por la vía del aumento del punitivismo, las facilidades para el gatillo fácil y el incremento de la violencia institucional, es, a mí entender, algo realmente peligroso. A modo de ejemplo: ¿Cuánto fracaso falta para que aparezca una “mente brillante” defendiendo la pena de muerte?
En la misma línea, el regreso a la arena política de “ideas salvadoras”, como la habilitación de los allanamientos nocturnos, es el fiel reflejo de ese comportamiento desesperado e iluso del paradigma moribundo.
Más de lo mismo no debería ser la receta aceptada por la gente.
Entre otras cosas porque es una receta que nos va a terminar cocinando a fuego vivo, con más violencia y menos soluciones. Pero para explicar y convencer a la gente sobre la necesidad de un nuevo paradigma, es fundamental que desde la izquierda se abandonen las ilusiones populistas de los “megaoperativos” como pasado “mejor”.
El mientras tanto es el mientras tanto. Y es de orden prestarle atención. Pero hay que pensar la alternativa al problema de la inseguridad saliendo de la coyuntura y los gritos de tribuna.
Hay que pensar en las raíces complejas de la violencia social, que es el cerno duro de la producción de los delitos. Y en esas raíces no van a encontrar el “problema de la pobreza”. Ya se demostró que no es por ahí.
En las verdaderas raíces de la producción de la violencia social hay problemas muchos mayores: la desigualdad de clases y el empobrecimiento cultural.
Hay que pensar estrategias revolucionarias para encarar el problema de la inseguridad y para eso es imperativo dejar de pensar con la vieja mentalidad.
Hay que animarse a ir a donde jamás este país ha ido para pensar soluciones reales al problema de la delincuencia.
De lo contrario nos cocinan a sangre y fuego.
*Docente, miembro del Pit- Cnt, Montevideo
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