COLUMNISTAS
Tiros en la madrugada
Por Fernando Gil Díaz, “El Perro” Gil. Nuevamente las noches se interrumpen abruptamente por estallidos llenos de dolor y muerte. Parece un “déjà vu” pues esta historia se repite como un bucle temporal que no parece tener solución a la vista. Llegaron al poder con la promesa de resolver los problemas de inseguridad y lejos de hacerlo los han incrementado de forma alarmante. Las cifras –aún bajo el maquillaje que le imponen- desnudan un estado de situación descontrolado. Lejos del objetivo que se propusieron, han logrado batir todos los récords en materia de muertes violentas superando los desgraciados guarismos de 2018. Es que en el pasado año 2022 las muertes dudosas sumadas a los homicidios, superaron ampliamente todos los registros desde que se procesan datos. Ya que estamos para repetir títulos, no podemos negarles que han logrado tener “un éxito imperdonable”…
Violencia naturalizada
Hubo un tiempo de paz que supimos disfrutar en el barrio, tiempos en que hubo una decisión política de impulsar un proceso de reformulación de los patrullajes acompañados con otras acciones impulsadas por la sociedad civil. Era un trabajo en paralelo donde la solución no pasaba por la mera presencia policial sino que buscaba generar un cambio cultural que diera estabilidad a los cambios. Así nació el PADO, que tenía una directa vinculación con la sociedad civil, pues esta debía aportar información (a través de la denuncia), para poder construir los mapas de calor que definirían la operativa policial.
Así diseñado, el relacionamiento entre la Policía y las comunidades fue mejorando las condiciones y se fue reflejando en las encuestas de opinión que empezaban a devolverle la confianza a la institución encargada de brindar seguridad a la población.
Porque a pesar de la mentira –mil veces repetida- de “una orden que imponía la prohibición -a los Comisarios- de hablar con los vecinos” (falso de toda falsedad), son varios cientos las reuniones y miles los testimonios que dan cuenta que existían ámbitos de diálogo permanente entre la Policía y los vecinos en las Mesas de Seguridad Ciudadana. Ámbitos que muchas veces terminaban consolidando instancias como las Escuelas de Seguridad Ciudadana que surgían de esas mismas reuniones. Instancias que tenía a vecinos como alumnos y a Policías como educadores.
Hoy insisten con un relato que ya no les rinde porque la misma realidad se encarga de desmentirlos con tristes episodios de inseguridad que se incrementan cada día en los diferentes barrios de todo el país. Porque ya no se trata solamente de un problema metropolitano sino que ha permeado todo el territorio nacional, desgraciadamente.
¿Es inexplicable? No, para todo existe una explicación aunque para la víctima no habrá razón alguna que pueda repararle el daño sufrido. Pero si repasamos las medidas asumidas por las nuevas autoridades, la explicación surge sola y se resume en una desprofesionalización de la carrera policial y el retorno de viejos mandos policiales que no solo estaban desactualizados sino que –varios- habían sido desafectados por desconfianza, al punto que muchos terminaron en la Justicia.
Cortar, de manera abrupta, un proceso que tenía las aristas de ser una política de Estado que había trascendido gobiernos de distintos partidos, no podía cosechar buenos resultados y los hechos lo están demostrando.
La violencia campea por el territorio oriental y no se trata –solamente- de un tema inherente al narcotráfico, sino de uno que impacta también en el mismo como un agravante, pero que subyace y es la causa principal de este estado de situación que venimos soportando.
Los tiros en la madrugada se intensifican y generan una sensación de inseguridad extrema que deprime el comportamiento social, llevando al encierro temprano en el hogar buscando refugio. Hogares que no son inexpugnables a la acción de una bala perdida y letal como ha ocurrido en varias ocasiones, lamentablemente.
El testimonio del Alcalde del Municipio D –Gabriel Velazco- en el programa En la mira de VTV, dan cuenta de esa circunstancia que atraviesan varios barrios de la capital y que se extrapola a otros rincones del país que viven igual suerte.
Es hora que se hagan cargo de una buena vez, que abandonen la práctica de mirar la realidad por el espejo retrovisor que apunta a la gestión del Frente Amplio, y se pongan a trabajar en serio por la seguridad de todos los uruguayos (los que los votaron y los que no los votaron). Porque para eso se presentaron a una elección diciéndose estar preparados para hacerlo.
Ya superaron la mitad de su mandato y quedan menos de dos años de gobierno. Un período en el que lejos de atender la realidad se dedicaron a criticar la anterior gestión, desaprovechando –incluso- el hándicap que les otorgó una pandemia que jugó a favor de las estadísticas bajando la criminalidad en todo el mundo. Datos que se creyeron propios de su gestión cuando no lo eran y así nos fue.
Mientras tanto, el fútbol vuelve a ser un problema de seguridad, las rapiñas se incrementan a pesar que digan que bajaron, los homicidios se disparan y los tiros en la madrugada vuelven a ser moneda corriente…
el hombre sintió tiros,
el perro se refugió en su casilla…
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