INTERNACIONAL
Gasalla nos deja a “Mamá Cora”
Este martes murió el actor Antonio Gasalla, a los 84 años en el Sanatorio Otamendi, de la ciudad de Buenos Aires. La noticia fue confirmada por el productor teatral Carlos Rottemberg.

El inolvidable humorista padecía alzheimer y había sido internado por un cuadro de neumonía, fue dado de alta pero su salud delicada lo venció.
El fallecimiento de Antonio Gasalla fue comunicado este martes por el productor teatral Carlos Rottemberg a través de su cuenta de X (El humorista pasó sus últimos tiempos en un centro de rehabilitación, lejos de los escenarios que alguna vez dominó con una presencia inigualable. Su hermano Carlos Gasalla, quien lo acompañó hasta el final, había confirmado el diagnóstico: “Quiero ser claro: tiene demencia senil. Es una enfermedad que va a seguir avanzando. Antonio no tiene conocimiento ninguno, no habla”.
Para los rioplatenses, Gasalla era el hombre que, con una peluca y una carcajada forzada, se convertía en Mamá Cora, la abuela desquiciada de Esperando la carroza (1985), formando dupla con la inolvidable China Zorrilla.
Biografía, por Infobae
Antonio Alberto Gasalla nació el 9 de marzo de 1941 en una familia de Ramos Mejía marcada por la disciplina y el esfuerzo. Su padre, peluquero de señoras, le inculcó el rigor del trabajo, mientras que su madre le enseñó la complicidad sin palabras. No hubo en su infancia señales evidentes de una vocación artística irrefrenable. Sin embargo, la magia del cine, con sus nueve películas semanales en los tres cines del barrio, comenzó a modelar su sensibilidad. Se colaba para ver los grandes musicales de Gene Kelly y las estrellas italianas de la época.
El teatro apareció en su vida casi por azar. Gracias a una amiga de la familia, que conseguía entradas económicas, conoció a Fanny Navarro, María Rosa Gallo, Luisa Vehil y Narciso Ibáñez Menta. Su destino parecía otro: estudió tres años de Odontología. Pero en su segundo año universitario se inscribió en el Conservatorio de Arte Dramático y todo cambió. Allí descubrió su verdadera pasión, devorando clases de historia del teatro, vocalización y plástica. Su familia recibió la noticia de su abandono de la facultad con estupor.
Su padre lo desheredó económicamente; su madre, a escondidas, le daba dinero suficiente para el tren de Ramos Mejía a Once y el colectivo hasta Las Heras y Callao, en la ciudad de Buenos Aires.
Egresó en 1964 con el título de actor nacional. Pero la vida de un actor en Argentina no era fácil. “Recibirse de actor era como recibirse de linyera”, decía con ironía. En el Teatro San Martín, la única opción era medir más de 1,80 y sujetar una lanza en los coros de tragedias clásicas. La televisión tampoco se mostró generosa: al intentar ingresar en El amor tiene cara de mujer, su aspecto fue motivo de rechazo inmediato.
Pero Gasalla no se dejó vencer. Junto a Edda Díaz, Carlos Perciavalle y Nora Blay, creó Help Valentino, una obra de café concert que nació en La Fusa, un pequeño local frente al Ital Park, el mítico parque de diversiones. Allí, entre las sábanas colgadas de una vecina, nació el humor irreverente y provocador que lo definiría. Sus obras desafiaban al establishment con un estilo ácido y crítico. Conquistó el under y luego se adueñó de la calle Corrientes con Pigalle, junto a Valeria Lynch, lo que le valió el título de “rey del café concert”.
En 1978, el destino le abrió las puertas del Teatro Maipo. Su capacidad de producir, escribir, dirigir y actuar lo convirtió en un artista múltiple. Allí nació Mamá Cora, su personaje más emblemático. “Quería hablar de la vejez”, le dijo a Magdalena Ruiz Guiñazú en una entrevista. Su interpretación en Esperando la carroza (1985), dirigida por Alejandro Doria, lo catapultó a la eternidad del cine argentino.
La televisión fue su otra gran conquista. Desde El palacio de la risa (1988) hasta El mundo de Antonio Gasalla, sus personajes marcaron una época: Flora, la empleada pública; Noelia, la maestra; Yolanda y, por supuesto, la Abuela, una de sus criaturas más queridas. La revista Time llegó a mencionar a la empleada pública como un “ejemplo de la burocracia argentina”. Su humor no era solo risa; era una lupa sobre la sociedad. Sus mujeres no eran “femeninas”, sino “masculinas, brutas y gritonas”, como él mismo definió. Su humor podía ser ácido, pero no cínico. “Del humor al cinismo hay un centímetro”, advertía.
El teatro siguió siendo su refugio. Arrasó con Más respeto que soy tu madre (2009-2013), escrita por Hernán Casciari, con más de un millón de espectadores. En cine fue más esporádico: nueve películas en total, pero con hitos como Almejas y mejillones y Dos hermanos (filmada en Nueva Pamira y Carmelo.
De su vida privada poco se supo. “La fama descentra, pero también consuela”, decía. Se psicoanalizó durante veinte años para que su ego no lo dominara. Prefería leer en casa que ir al teatro. Disfrutaba de Quino, Fontanarrosa y Caloi, y admiraba a Enrique Pinti (“brillante, salvo cuando da consejos”).
En 2013, un cáncer de piel lo puso a prueba. Dio la cara en Intrusos, con Jorge Rial, para desmentir rumores sobre su salud. Pero la vejez, como en sus monólogos, llegó con su propia ironía.
Gasalla fue un genio. Un creador de arquetipos que definieron la sociedad argentina con humor filoso. Dueño de una risa que obligaba a pensar, se resistió al cinismo y evitó la complacencia. Su lugar en el escenario siempre terminaba con aplausos. Y con razón..

-
SOCIEDAD2 días atrás
La palmirense Maruja festejó su cumpleaños número 100
-
POLÍTICA16 horas atrás
De atribuciones personalistas: una explicación acerca de la gestión de la “cosa pública”
-
CULTURA18 horas atrás
Insultos: cuando la IA y el absurdo conquistan las redes
-
POLICIALES17 horas atrás
Se hizo el malo en Colonia y terminó preso
-
CULTURA2 días atrás
Los electos: paisanitas y gauchito 2025 en eventos criollos
-
SOCIEDAD2 días atrás
Se inaugura centro de fisioterapia en el Hospital de Carmelo
-
SERVICIOS2 días atrás
La Biblioteca “Jacinto Laguna” aclara a al población
-
COLUMNISTAS16 horas atrás
Una “madraza” al rescate