POLÍTICA
El día que se abrieron las cárceles
Entre el 10 y el 14 de marzo de 1985 las cárceles uruguayas quedaron vacías de presos políticos. Han transcurrido 33 años. Una historia que las generaciones que hoy tienen incluso poco más de 40 años de edad, no la vivieron. Tal vez por eso no entienden cuando se habla de desparecidos en la dictadura, de proteger la democracia y se rechaza que los militares vuelvan a las calles, como pidió Jorge Larrañaga, para “combatir” la delincuencia y “preservar el orden”.

Por las cárceles de este país pasaron 5.925* presos políticos, los últimos en salir fueron unos 206, parte de ellos estuvieron en el infierno de las torturas y el encierro desde 1972. En tanto otros cientos fueron asesinados y sus cuerpos aún no se sabe dónde están.
Merced al creciente reclamo del pueblo uruguayo por vivir en democracia, los militares acorralados dieron paso al voto ciudadano en las urnas. Ganó las elecciones Julio Ma. Sanguinetti y 1 de marzo de 1985 asumió la presidencia, en un país herido por las desapariciones forzadas de uruguayos, por miles de compatriotas que habían sido torturados por los militares, por miles otros que se encontraban exiliados, y con dos líderes proscriptos de la actividad política: Wilson Ferreira (caudillo nacionalista) y Líber Seregni (dirigente del Frente Amplio). Cuando asumió Sanguinetti, EL ECO tituló ese 1 de marzo : “Salió el sol de la democracia”.
Lo que era impensado en aquel entonces era que los militares genocidas no fueran juzgados por las atrocidades cometidas. Sólo unos pocos han pasado por los juzgados. Esos militares están en sus mansiones, unos con prisión domiciliaria -sin que nadie los vigile por eso salen cuando se les ocurre-, y otros libres movilizándose en lujosos autos, que cuando descienden lo primero que asoman son sus vientres inflados de gula, físicos que nos hacen acordar a las pinturas de Fernando Botero.
Esos militares que mataron y dieron la orden de matar a adolescentes y jóvenes de 16, 17, 20 años de edad, hoy reciben pensiones de hasta 500 mil pesos que ellos mismo se fijaron durante la dictadura y que ningún gobierno, ni de derecha ni de izquierda, se ha animado a bajarles. Unos todavía defienden a los militares (los sectores más radicales de la derecha blanca-colorada) y otros todavía les tienen miedo, incluyendo la izquierda de Tabaré Vázquez y de José Mujica.
Como final de la dictadura, aquel marzo de 1985 fue uno de los meses más importantes en el retorno de la democracia a Uruguay.
La otra cara
Al no avanzar el gobierno en la búsqueda de la verdad, al seguir mintiendo los militares sobre dónde se encuentran los restos de los uruguayos detenidos-desparecidos, el 1 de marzo de este 2018 Madres y Familiares de Detenidos Desparecidos renunciaron al Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia creado por Tabaré Vázquez. Ese hecho, que pasó casi desapercibido para muchos, es algo muy grave y significa que la democracia sigue teñida de mentiras, renga.
En soledad, madres y familiares cada semana publican el rostro de un adolescente o joven desparecido en dictadura.
Si tendrá poder la televisión que cada vez que aparece un nieto apropiado en Argentina, los medios uruguayos reproducen con ‘emoción’ esas instancias, pero de los uruguayos desaparecidos poco y nada se habla.
Nancy Banchero
(*) Según datos de la investigación histórica desarrollada por la Universidad de la República sobre la dictadura y el terrorismo de Estado en Uruguay (1973-1985).

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