POLÍTICA
Presidente del Pit-Cnt: La gente no debería hacer cola por comida, debería tener la olla en su casa
Cerca de 120.000 personas “desalentadas” dejaron de buscar trabajo en Uruguay. En la crisis de 2002 “se iban a Barcelona a tarbajar unos meses, ahora no hay dónde ir”. Y consideró fundamental que la gente reciba una renta para que no dependa de ollas populares y cocine en su casa, en familia, dijo el presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira a EL ECO.

La gremial está al frente de las negociaciones de los distintos sectores de trabajadores con las patronales. Su presidente, Fernando Pereira, es quien mantiene el contacto directo con el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, sobre todo lo que están padeciendo y se está afrontando laboralmente a raíz del coronavirus en Uruguay.
En la entrevista que le realizó EL ECO a Pereira, el máximo dirigente gremialista habla de la cara laboral y social del país.
-¿Cuál es la visión del Pit-Cnt sobre la situación laboral en el país?
-Los datos son realmente dramáticos. Hay casi 200.000 uruguayos en el seguro de paro. Hay unos 50 mil en seguro por enfermedad. Hay casi 120.000 personas que dejaron de buscar empleo, desalentados por la escasez de trabajo. Y está el 10% de desempleados que Uruguay tenía antes de asumir el actual gobierno. Eso supone que hay más de medio millón de uruguayos con problemas de empleo o de ingresos. Y este dato es bastante superior a la crisis de 2002 donde el seguro de paro había estado en el entorno de las 50.000 personas.
Hay un estudio de la Universidad de la República que indica que unos 100.000 uruguayos estarían entrando por debajo de la línea de pobreza, y en esa cifra hay un número muy importante de niños.
-¿Quiere decir que la situación será peor dentro de unos meses?
-Hay algunas políticas que se están aplicando que probablemente posterguen definitivamente la crisis. El Estado uruguayo además de extender el seguro de paro, de alguna manera hay que darle incentivos a las pequeñas y medianas empresas para que sigan funcionando, puedan sostenerse. Con el desempleo el mercado interno tiende a moverse menos, por eso hay que pensar todo más globalmente.
-El seguro de paro es el 50% de lo que el trabajador gana, ¿cómo tender a una reactivación?
-Pero pasar del 50% a cero todo se transforma en tragedia. Con el 50% del salario básicamente nadie puede vivir porque la persona construye la vida en base a lo que ganaba, pero mucho más duro es quedarse en cero. Algunos sectores volverán en la medida que se reactive la economía. Por eso nosotros decimos que la rebaja salarial reduce los puestos de trabajo. Si el Estado baja las inversiones, si no cubre las vacantes, y si no asumen políticas compensatorias, como el salario básico de emergencia o una canasta de servicios públicos: energía eléctrica, agua, internet, gas para la garrafa, muchas personas quedarán por fuera del mundo. La Cepal ha dicho que Uruguay ha invertido el 0,7% del producto, es la inversión más pequeña en América Latina. Uruguay debería estar analizando políticas sociales compensatorias para el sector de la sociedad más perjudicado.
Cuando la gente pasa hambre todo se complejiza.
Uruguay es un país que produce para alimentar a 30 millones, no es creíble que no pueda alimentar a tres millones de uruguayos. Y las ollas populares se van desgastando, va faltando carne, verduras, porque todo tiene un límite, más allá que la solidaridad está siendo inmensa.
-¿Cuál es la predisposición de los empresarios?
-El psicólogo argentino Rolón dice algo muy interesante: cuando un empresario va a echar a un trabajador debería mirarse al espejo porque tiene que saber el daño que le produce al trabajador. Hay pocas cosas más difíciles de sostener que un despido, porque pierde el salario, los compañeros, el lugar donde conversa, donde construye historias, sueños, alegrías, tristezas, distracción…
Los empresarios se han mostrado abiertos al diálogo, pero algunos han echado 40 o 50 trabajadores como nada, y a ese espejo del que habla Rolón no lo miran.
-¿Cuál es la semejanza con la crisis socio económica de 2002 que vivió el pueblo?
-Esto es peor que el 2002 por varios motivos: porque era en Uruguay y Argentina, y el resto del mundo seguía funcionando. Ahora ésta crisis es mundial. No es que alguien se pueda ir a resolver el problema trabajando unos meses en Barcelona, no hay para dónde ir. Y por otro lado la única solución es sanitaria: encontrar una vacuna que nos permita vivir sin temor a morir. Lo cierto es que con este virus vamos a convivir un tiempo hasta que aparezca una vacuna, y no se sabe cuándo sucederá realmente eso. Y luego que pase la pandemia hay que ver en qué circunstancia queda la economía mundial. Europa, por ejemplo, tomó créditos para que la crisis no impacte en los sectores más débiles de la sociedad, obvio que algo así no puede hacer América Latina, pero el Mercosur podría tomar medidas que de alguna manera permitieran adquirir créditos con bajos intereses para que la gente nuestra no caiga en la pobreza extrema, porque caer en la pobreza es rápido y difícil salir. La gente debería tener una renta básica para que no existieran ollas populares, donde hoy se ven colas de personas en las que hay muchos niños. La renta permitiría que la olla se hiciera en la casa de cada familia.
(Toda la entrevista en la edición impresa de EL ECO)20

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