POLÍTICA
“Romanelli y la tradición de no hacerse cargo de lo que hicieron”
“Todos recordamos los ‘plantones’, ‘los malones’, ‘los islazos’, las requisas, los insultos, las amenazas, la destrucción sistemática de las manualidades, las sanciones injustificadas, las privaciones de todo tipo, el clima de angustia y terror”, dicen expresos que vuelven a acusar a Antonio Romanelli, integrante de Cabildo Abierto, que durante la dictadura fue un represor.

El coronel retirado, ex carcelero Romanelli, se ofendió porque medios de país publicamos una carta firmada por 41 ex presos donde lo acusaron de torturador durante su trabajo en la dictadura. Pero su ofensa la centró contra tres medios ‘Radio Uruguay’, ‘Montevideo Portal’ y ‘La República’, pese a que fuimos muchos quienes reprodujimos la denuncia.
Pero el punto está que este hombre quiere que los medios publiquen un desmentido sin que nadie lo contradiga, los tres medios acusados apelaron el fallo una cuestión lógica, dicen no. Piden que Romanelli se deje entrevistar.
Ahora en vez de 41 son 91 los expresos que acusan a Romanelli, y lo hacen nuevamente por carta, reclamándole careo sobre sus dichos.
La carta de 91 ex presos
Hace pocos días un grupo de ex reclusos del Penal de Libertad publicamos una carta que describe muy sintéticamente las acciones de Antonio Romanelli, por entonces desempeñando tareas como carcelero en el Sector Barracas de esa infame prisión.
Dijimos que el entonces alférez Antonio Romanelli practicó todo tipo de abusos contra los que estábamos detenidos por la dictadura en ese lugar.
La carta, en uno de sus pasajes dice: “En ese contexto represivo, inolvidable para todos quienes lo padecimos, el entonces alférez Antonio Romanelli, actuando como capitán ayudante del Sector Barracas durante el período 1978 – 1979, se caracterizó por su desenfadada saña represiva. Hostigó brutalmente a centenares de prisioneros en las cinco Barracas, 10 sectores, 40 reclusos por sector, durante su permanencia.
Fue un auténtico verdugo especialmente con aquellos que padecían enfermedades psiquiátricas, con los más viejos, con los más débiles y muy especialmente, fiel a la ideología nazi que lo animó durante sus años de militancia en Secundaria, durante el año 1972, con quienes eran judíos.
Todos recordamos los “plantones”, “los malones”, “los islazos”, las requisas, los insultos, las amenazas, la destrucción sistemática de las manualidades, las sanciones injustificadas, las privaciones de todo tipo, el clima de angustia y terror.”
Publicada esta carta por varios medios, Romanelli elije el camino de amedrentar a tres de esos medios por cumplir con su función: publicar información. No era un editorial, no era un trascendido, fueron notas periodísticas e informaciones proporcionadas por los involucrados.
Si ya era grave que un individuo acusado de estas prácticas figure como asesor de un presidenciable, si es despreciable la actitud de negar sus acciones, por estas fechas asistimos a una nueva manifestación de la impunidad: amedrentar al medio que publica. No nos asombra, es la continuación de sus acciones en dictadura, y, como entonces, le pronosticamos un tremendo fracaso.
Igual que no consiguió cambiar nuestra convicción de que la dictadura tenía que caer, ahora no conseguirá que los periodistas dejen de informar por miedo a sus amenazas.
Romanelli, los que estamos diciendo lo que hizo, somos nosotros, gente que usted maltrató y quiso aterrorizar. Ud. esgrime el argumento de que nunca antes fue denunciado. Ante esto, debemos aclarar a la ciudadanía, sobre todo a los más jóvenes, que materialmente es imposible realizar denuncia penal de todas las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura: no habría sistema judicial en el mundo que pudiera procesarlas.
Sin embargo, algo muy distinto es cuando alguien tan identificado y reconocido por sus víctimas se expone públicamente amparado en aquella imposibilidad y tal vez pretendiendo que sus acciones deplorables hayan sido olvidadas.
Los abajo firmantes decimos ¡No! No nos hemos olvidado de usted Romanelli. Está vivo en nuestra memoria y ahora más que nunca, cuando su imagen reaparece ante nosotros: hágase cargo de su exposición pública y sus intenciones políticas absolutamente coherentes con su vocación represiva.
Háganos un juicio por difamación. Es más, pida un careo con cada uno de nosotros y díganos en la cara que mentimos, diga que mentimos cuando demos detalles, diga que mentimos cuando gente que hace 40 años que no se ve, coincide en la versión de sus acciones represivas. O, mejor aún, tenga algo de coraje alguna vez y reconozca lo que hizo”.
Copia de las firmas y cédulas de identidad de 91 presos políticos:

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