COLUMNISTAS
Una batalla perdida
“Militares estadounidenses y franceses impartieron la Doctrina de la Seguridad Nacional según la que, en síntesis, el enemigo estaba adentro y había que combatirlo con el mismo método que los colonialistas franceses aplicaron contra los insurgentes de Argelia: la tortura como fuente de inteligencia y el asesinato como método de solución final.” (Página 12)
Por David Rabinovich. Sólo a partir del dominio violento y absoluto sobre la sociedad, los militares uruguayos pudieron –como lo hicieron en otros países- auto asignarse privilegios de variado tipo. El uso de las armas, sumado a un fuerte espíritu de cuerpo inherente a su condición profesional, se potenció con un corporativismo exacerbado por los privilegios y las impunidades. Los impusieron, los defendieron y los defienden con uñas, dientes, veladas amenazas, declaraciones tan inconvenientes como ilegales y hasta agite de sables y fusiles si les parece necesario.
En el pasado hubo civiles que participaron con entusiasmo y convicción del proceso cívico militar. Anticomunistas convencidos, promovieron las reformas más retrógadas que se pueda imaginar, pero sin dejar de atender sus intereses económicos personales. Inmensas fortunas se amasaron por parte de militares y civiles golpistas con la sangre de los torturados, los muertos y los desaparecidos. En Uruguay estaba vigente las categorías A, B y C que habilitaban, entorpecían o impedían actividades sociales, políticas y económicas a quienes pensaban diferente o pretendían actuar con independencia de criterios. Cárcel, exilio, muerte, tortura, destituciones, exclusiones de todo tipo fueron justificadas por nuestros vecinos. “Algo habrá hecho” decían para alivio de las malas conciencias.
La lucha contra la impunidad – a sus fracasos me refiero- ha mostrado el rostro más sombrío de la condición humana. En ella convive la generosidad y la solidaridad con la ambición rapaz sin límites. Sin reparar las injusticias, convalidando derechos mal habidos, blanqueando el origen de fortunas y privilegios injustos, no se construye convivencia democrática y menos se asegura un futuro de libertades, justicia e igualdad.
Pongamos algunos ejemplos. La fortuna que hoy disfruta la familia Pinochet en Chile; el poderío de Clarín en Argentina o la Red Globo en Brasil y más modestamente El País uruguayo, claro. A lo largo y a lo ancho de la región hubo familias que, vinculadas a los ‘procesos’ cívico-militares hicieron poder y fortuna. Sobre esos cimientos se levantan los muros que impiden los cambios sociales, la justicia económica, la renovación cultural. El relato construido, para disimularlas, sobre las realidades de explotación y marginación, corre por cuenta de esos socios del poder militar. Oligarquía, Iglesia, Cámaras empresariales, grandes medios de comunicación, magnates de las finanzas, empresas trasnacionales y fuerzas armadas formadas en la ideología de las francesas y las yanquis, tal como recuerda Página 12, son protagonistas de una tragedia de la que se habla poco.
Urugayeses
Hoy, una vez más, la sociedad asiste al espectáculo unipersonal de un diputado –hombre que se define de izquierda- pero considera legítimo ejercer una suerte de poder de veto sobre la reforma de la Caja Militar. Junto a una parte de la sociedad –interesada o atemorizada-, pretender impedir un acuerdo, largamente discutido y trabajosamente logrado, para aprobar una timorata, insuficiente e injusta reforma de la caja militar. No sé qué hará Darío Pérez1, pero es oportuno recordar a Don Guillermo Chifflet y su ejemplo impecable. Respetó su conciencia que le impedía votar la permanencia de tropas uruguayas en Haití (la historia le dio la razón) y renunció a su banca. No desacató la disciplina partidaria, no pretendió imponer su criterio personal frente a la decisión de la mayoría. ¡Qué digo! Es la opinión de uno frente a la de todos los demás de su partido. El personalismo y la soberbia parecen no tener límites. ¿Cuánto daño puede llegar a causar? No me refiero, por supuesto, al derecho al disenso que tan caro me resulta. Escribo con independencia, discuto con pasión pero reconozco que en algún momento es necesario decidir, acordar o no, pero no puede la sociedad quedar paralizada hasta conformar al último descontento. En el tema que nos ocupa comparemos salarios, beneficios y retiros de docentes, personal de la salud y militares. No hablamos de edades, ni de tasas de remplazo, ni de la importancia relativa de cada tarea. No. Hablamos de igualdad o al menos equidad ante la ley.
Por todo lo anterior es que llama la atención que la aprobación de la reforma de la Caja Militar dependa del voto cincuenta que el fernandino agita bravío. ¿No hay en otro partido fuera del Frente nadie que vote eso? ¡Increíble! Y no es la primera vez que pasa, los alineamientos son férreamente partidarios: gobierno a un lado, todos los demás al otro. El país es rehén de esa situación.
Aquellas lluvias
Al diputado Gandini, actual Presidente de la Cámara baja, le parece que la dictadura “hizo cosas buenas”.
Cuenta Juan Raúl Ferreira (Caras y Caretas 07/09/18) sobre el homenaje a Wilson y los 55 años de la creación de la CIDE realizado en el parlamento. “Pero ocurrió, también increíblemente, que uno de los expositores dijo que el Plan de Desarrollo 1973-1977, redactado por los contadores Ricardo Zerbino, como ministro de Economía y Alberto Bensión, como director de OPP, en el gobierno conservador de Juan María Bordaberry (plan que luego fue adoptado por la dictadura, que lo aplicó siempre) era “un hijo liberal de la CIDE”. El economista Carlos Luppi –wilsonista si los hay- le cuestionó su afirmación. “¿Y qué -dijo Jorge Gandini-, fue todo malo lo de la dictadura? Yo creo que la dictadura hizo cosas buenas”. Según el relato de Juan Raúl el intercambio fue calmo y correcto de parte de Luppi. Pero “Con gran soberbia y siempre gritando, Gandini le dijo: “No me des consejos, la dictadura hizo cosas muy buenas.”
La violencia está entre nosotros. De muchas formas, unas más visibles que otras y no creo que las que tienen más prensa sean las formas más peligrosas de la violencia. Esa defensa hoy soterrada del fascismo, más temprano que tarde encontrará canales de expresión y la forma de “legitimarse”, organizarse y expresarse. Tal y como está pasando en Europa, donde la ultra derecha es gobierno en algunos países y crece en todos.
Es parte del clima de época que vivimos. Es otra forma de manifestarse la tensión entre derechos jerarquizados, mal jerarquizados. En la teoría todavía el derecho de propiedad está limitado, subordinado al “interés general”, una suerte de derecho colectivo. Pero basta analizar las reacciones de quienes detentan algún poder cuando sienten sus privilegiados ‘derechos’ amenazados.
Mientras aceptemos como criterio de éxito el tanto tienes tanto vales, las batallas contra las desigualdades y los privilegios es “una batalla perdida”.
1 La nota fue redactada el lunes 10. Las conversaciones en el seno del FA y con el diputado Pérez han seguido en busca de algún acuerdo. Casi en paralelo se viene discutiendo la actitud reiterada del comandante Manini Ríos opinando de temas políticos, cosa que tienen vedada. El ejecutivo lo sancionó y no está claro si seguirá en el cargo. Los temas militares son y serán polémicos mientras no acepten plena y lealmente la cadena de mandos. En la cúspide está el gobierno civil y no la Junta de comandantes.
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