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En la frontera, los niños enajaulados

Por Daniel Roselli
Con desagrado y un marcado rictus de desprecio, el presidente norteamericano y magnate comercial, Donald Trump, debió dar marcha atrás con la separación de los niños de sus padres, a los que detenía en la frontera de Estados Unidos y México.
No es que no desee hacerlo, sino que el pelirrojo presidente norteamericano debió sucumbir ante la ola de protestas y reclamos fuera y dentro de Estados Unidos. Dese el pasado mes de abril hasta el pasado miércoles 20 de junio, la orden que había impartido el Trump era detener a los padres y llevarse los niños a jaulas, casas, comercios, depósitos, donde pudiera, que no se vieran ni molestaran.
Ello sucedió después de un cambio de criterio de la Fiscalía. Bajo una nueva doctrina de “tolerancia cero”, todo inmigrante indocumentado se considera un delincuente y se le procesa judicialmente como tal, aunque no tenga antecedentes penales, por eso los niños no pueden seguir junto a ellos y son separados.
La crisis estalló en la opinión pública en los últimos días, cuando se hizo público que en el lapso de apenas seis semanas, entre el 19 de abril y 6 de junio, la Administración había separado a unos 2.000 niños, a veces bebés, de sus progenitores o familiares adultos.
La repulsa a esta situación fue creciendo y generalizándose hasta lograr algo tan improbable como que Donald Trump, el magnate que alardea de negociar con dureza y ganar cualquier pulso, haya dado marcha atrás y decidido mantener a las familias juntas, aunque sigan los cargos criminales para cualquier sin papeles.
Hizo hecho falta imágenes de hileras de niños entre tiendas de campaña y grabaciones de sus llantos dando la vuelta al mundo. “El dilema es que si eres débil tu país se va a ver abrumado con gente, si eres fuerte, entonces no tienes corazón. Quizá prefiero ser fuerte”, reflexionó ante los reporteros.
Más plazo de detención y menos espera para el juicio
La “tolerancia cero”, de hecho, se mantiene. Un fallo judicial de 1997 —ratificado después por otras sentencias— conocido como el acuerdo de Flores estableció que ningún niño puede permanecer en un centro de detención más de 20 días aunque esté con sus padres. Con la nueva política de separación de los menores, este límite ya no afectaba a sus progenitores. La orden ejecutiva recién firmada insta al fiscal general a solicitar la reversión de ese acuerdo y ese plazo, plantea la aceleración de los procesos judiciales para las familias e insta al Departamento de Defensa a facilitar instalaciones para albergar a las familias.
El Gobierno tiene bajo custodia a 11.351 menores inmigrantes en un centenar de centros, según los últimos datos.
Son pequeños, niños chicos que en brazos de sus padres viajaban a un lugar llamado Estados Unidos. Ellos no tenían ni idea de lo que sucedía a su alrededor. Sin embargo, cuando estaba en determinado lugar vinieron hombres uniformados y los llevaron a un lugar desconocido, solos, algunos enjaulados, cuasi amenazados sus padres para que depongan su interés de ingresar a Estados Unidos y en algunos casos ya enjuiciados como ilegales.
Enjaulados
La medida se detuvo pero aún están enjaulados aquellos ninños que entre llantos, abrazos y forcejeos, la policía federal de Estados Unidos separa a las familias, que son retenidas en lugares divididos con cercas de alambre, enjauladas.
No es casualidad. Al igual que el muro que se pretende construir, consecuencia de la politica migratoria que ha puesto en marcha el gobierno de Trump, que perseguirá penalmente a todos los adultos que intenten cruzar ilegalmente la frontera sur de Estados Unidos.
Como resultado, cientos de adolescentes y niños han sido alojados en centros de detención, incluidos almacenes y supermercados reconvertidos, y se mantienen alejados de sus padres.
El lunes 18
El pasado lunes, el presidente Donald Trump reafirmó la aplicación de esa norma, y afirmó que “Estados Unidos no será un campo de inmigrantes, y no será un complejo para mantener refugiados. No lo será”. (Fuente www.perfil.com).
Por su parte, el Fiscal General y Secretario de Justicia, Jeff Sessions, justificó la división de las familias alegando que llevar niños a través de la frontera no proporciona a esos inmigrantes “inmunidad” ante la ley.
Sin embargo, el llanto de los niños que recorrió el mundo, las palabras y la indignación, hicieron que el presidente Donald Trump reviera la medida.
En la historia queda que la primera dama, Melania Trump, se puso en contra de esta política, aunque dejó claro que mantener el paraíso tranquilo del norte tiene sus sacrificios, sus costos, y dijo que para su marido es muy triste tener que hacerlo porque él “detesta” ver a los niños separados de sus padres. Aunque por supuesto que si son salvadoreños o guatemalecos no tanto.
Otras visiones estadounidenses
En esta ambigüedad mundial, donde Estados Unidos siempre pone dos caras, a pesar que ello no ha impedido bombardear a diversos rincones del mundo, apareció en escena el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, diciendo que desde que el gobierno federal endureció su política de inmigración, en abril pasado, que calificó de “inhumana”, más de 70 niños han sido traídos a Nueva York.
“Los niños están siendo usados básicamente como moneda de cambio ante el Congreso para obtener lo que la administración quiere”, afirmó Cuomo en una conferencia telefónica con periodistas.
“He trabajado con el gobierno federal, soy gobernador y estoy acostumbrado a todo tipo de legislación, pero nunca he visto que los niños sean usados como moneda de cambio en este tipo de negociación”, agregó.
“No son niños inmigrantes que llegaron solos; fueron separados de sus padres”, afirmó Cuomo. Y seguramente esta historia continuará entre las penas y el poder mundial.
Explicó que la demanda se basará en que las medidas migratorias impulsadas por la Casa Blanca violan la Constitución del país y la del Estado en cuanto a la protección del derecho de los padres a tener la custodia y cuidar de sus hijos.
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