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Si sus padres usaron castigos físicos en usted, le dejaron secuelas que sufre hasta hoy

Por la psicóloga Romina Geli* Cuando uno o ambos padres, o algún otro familiar o persona cercana a la familia usan la violencia física para castigar a un niño deja heridas que dominan su vida adulta.
Un niño entiende que si un adulto se enoja con él o ella es porque ha hecho algo mal, es malo o mala, no sirve, es un inútil. Nunca piensa que el adulto no está en lo correcto y que lo que el adulto hace está mal, el adulto es su guía es de quien está aprendiendo cómo ser, cómo vivir.
En la actualidad, afortunadamente hay mucha más conciencia sobre las consecuencias de los castigos físicos e incluso los emocionales sobre los niños, no les estoy hablando a los padres nuevos que tratan de aprender, se nutren y hacen su mejor esfuerzo para no repetir lo que han vivido en su infancia.
Le estoy hablando a esos adultos, incluso adultos mayores que fueron niños en otros tiempos donde era válido “el correctivo”, hasta era celebrado “porque así me va a salir derecho”.
Le estoy hablando a esos padres y madres que han ejercido violencia física y emocional en sus hijos hoy adultos y ellos adultos mayores, que esperan consideración, buenos tratos, amor de esos hijos a quienes han maltratado.
Usted no le enseñó a su hijo o hija a amarse, le enseñó que es malo, que es una inútil, que sólo con golpes y gritos se resuelven las cosas. Si usted no le enseñó amor, a amarse, a respetarse, a no lastimar su cuerpo, a valorarse, ¿cómo espera que de adulto él o ella reflejen estos valores?
Puede incluso que seas joven y tengas hijos menores hoy con quienes estás repitiendo la misma fórmula fallida de tus padres condenando la familia a otra generación de mala comunicación, falta de respeto y ausencia de amor.
Los niños y niñas que han sufrido golpes en la infancia no sienten miedo, sienten terror, porque es eso lo que experimentaron en su nido, de parte de quien tuvo que cuidarlo y nutrirlo, un terror con el que se logra aprender a sobrevivir, un terror que lleva a adicciones, depresiones, encierro en sí mismo, hasta intentos de suicidio. En los casos más “adaptables” ese niño o niña se vuelve un adulto incapaz de sostenerse solo emocionalmente y con serias dificultades de relacionamiento, sintiéndose solo, aislado y con terror la mayoría del tiempo.
Se sienten impotentes al no poder o no saber controlar la ira que experimentan a causa de este terror y dolor emocional.
Para sobreponerse a esta situación tan perversa, niños y adolescentes desarrollan mecanismos de sobreadaptación a la violencia como la obediencia extrema o comportamientos violentos, en cualquiera de los casos no salen del círculo de la violencia, en uno repiten la victimización y en el otro se vuelve el agresor.
Estas experiencias no sólo trascienden en el tiempo, sino también los espacios saliendo del mundo familiar para alojarse en la vida laboral, social o familiar futura.
La repetición continua de estas experiencias configura una sociedad violenta, utilizando la violencia para resolver todo tipo de conflicto por más pequeño que sea.
Algunos padres y madres creen que insultar es menos grave que golpear, esto es un error porque el ser humano construye su pensamiento a partir del lenguaje, así cada palabra dicha por los padres y madres puede construir o destruir al hijo o hija, entonces si estos usan palabras humillantes para calificarlos, los niños y niñas pensarán de sí mismo esas palabras que usan sus padres para referirse a ellos.
Las palabras fuertes y humillantes generan los mismos sentimientos de dolor emocional, frustración e impotencia que los castigos físicos.
Las exposiciones a situaciones violentas o humillantes alteran el desarrollo del cerebro y pueden repercutir en el crecimiento físico, cognitivo (procesos mentales), emocional y social del niño, niña o adolescente.
Algunas consecuencias psicológicas y sociales del castigo físico y mal trato verbal más frecuentes son:
-Baja autoestima
-Sentimientos de soledad y abandono
-Exclusión del diálogo y la reflexión
-Generación cada vez más violenta
-Ansiedad, angustia y depresión
-Trastornos de identidad
En Uruguay hay una ley que prohíbe el castigo físico y trato humillante a niños, niñas y adolescentes, es la ley Nº 18.214 de diciembre del 2007.
Hablen de esas heridas, que salgan al sol, usted puede vivir sin ese terror, sin esa impotencia al no lograr controlar su ira tal vez hablando con otras víctimas o en terapia, o en la familia. Lo importante es poner en palabras ese dolor, buscarle un significado nuevo, usted puede aprender a amarse, a salvarse, a gestionarse.
Usted ya no es un niño o niña que sufre golpes y maltratos, usted es un adulto capaz de aprender formas nuevas y sanas para sostener una vida mejor.
*Romina Geli Blasco
Lic. En Psicología clínica
Paraguay casi Rodó
Nueva Palmira
092551944
[email protected]
@consultorio_rominageli
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