SOCIEDAD
Abusos: “jamás vi una fábula” contada por niños, dijo la jueza Duter
La jueza Letrado de Carmelo, Bettina Duter, explicó a EL ECO la situación generada en un caso de presunto abuso sexual contra una niña de cinco años de edad que llegó a la sede judicial carmelitana esta semana.

La jueza señaló que se debe creer a los niños cuando hacen relatos de este tipo. Destacó la presencia de un equipo técnico que permite corroborar la historia de los menores ante una situación de abuso sexual, y reflexionó sobre las dificultades a la hora de ejercer la facultad de restringir la libertad de una persona.
Antes de lo que se anunciaba como una larguísima jornada de trabajo tras el receso de Carnaval, la jueza tuvo la deferencia de atender a EL ECO y explicar los fundamentos de cada uno de sus actos. Tampoco se privó de dar su opinión personal sobre las experiencias que le tocó vivir en casos de abuso sexual.
-¿Es preocupante el número de casos catalogados de “Atentado Violento al Pudor”?
-Sí, es preocupante. Llevo una estadística desde que llegué el 26 de junio de 2017 y en ese momento estábamos con el sistema procesal anterior en el que había presumario, y lo que nosotros procesamos son nueve personas entre dos delitos de violación, ultraje público al pudor, y mayormente atentados violentos al pudor.
Es atentado violento al pudor, según el artículo, cuando “comete violación el que compele a una persona del mismo o distinto sexo con violencia y amenazas al sufrirla conjunción carnal aunque el acto no llegara a consumarse”. La violencia se presume cuando se trata de personas del mismo o diferente sexo menor de 15 años, y admite prueba en contrario cuando la víctima tuviera más de 12.
Yo entiendo que cualquier tocamiento de una persona mayor a una persona, niña o adolescente, sin su consentimiento, entendiendo que el bien jurídico tutelado es la libertad sexual (o sea que tu decidís quién hace actos sobre ti, tu decidís qué persona te toca), es abuso. Por eso cuando hablamos de violencia o amenazas, también estamos comprendiendo el ejercicio de la libertad del otro de decidir con quién o no está, o con quién se tiene un determinado vínculo.
De ninguna manera una niña de cinco años consiente que un señor mayor de veinte años le haga sexo oral, no hay chance. Tampoco hay chance cuando hay una relación de poder o de dependencia o cuando se le da algo en compensación, un celular, caramelos, lo que sea. La violencia entonces para mí se presume cuando entre la víctima y el victimario hay una diferencia de edad o hay un rol donde el victimario es la persona que la cuida y la protege. Incluso los casos en donde los padres biológicos someten a actos sexuales a sus hijas biológicas, se genera en la niña un doble vínculo: porque por un lado es la persona que la cuida, la ama y la quiere, y por otro lado esa misma persona es la que la está dañando. Eso provoca un shock que hace que aunque hay algo que está mal, no lo puede visualizar.
Lea la entrevista completa, con datos reveladores, en la edición papel de EL ECO de este sábado 17 de febrero
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