SOCIEDAD
Bicentenario casi olvidado: la muerte de Encarnación Benítez
Por Jorge Frogoni Laclau. La historia tiene vaivenes como la vida de cualquier ser humano. Mayo de 1818 para el departamento de Colonia no fue de los mejores de su historia; sin embargo es parte de nuestro pasado y su rememoración se debe tener presente, más cuando se están cumpliendo 200 años de aquellos acontecimientos.
La última ocupación
Comenzaba el mes de mayo de 1818; las fuerzas patriotas de Artigas hacía casi dos años que combatían y resistían la invasión portuguesa.
Como señala el Prof. Sebastián Rivero –en La Colonia- “el jefe de los orientales había sustituido al Ministro de Hacienda Tomás F. Guerra por Ventura Martínez que con sus procedimientos bruscos y sus arbitrariedades se hizo antipático a muchos habitantes”. Su celo revolucionario ya no era bien visto.
“No fue raro, por eso, que el riograndense Vasco Antunes, antiguo poblador y miembro de la clase alta local, encargado del abasto en numerosas ocasiones, sublevara a los vecinos descontentos, y entregara la plaza sin disparar un tiro a los portugueses, en mayo de 1818.”
Días antes, el jefe de la división naval portuguesa, Antonio Manuel de Noronha, se presentó en la bahía de Colonia con tres corbetas y algunos barcos de guerra, y buscó abrir comunicación con tierra; su prudencia y buenos modales le granjearon el aprecio de una buena parte de los habitantes de este pueblo.
Aprovechando el apoyo logístico de los buques, los rebeldes (Vasco Antunes, y otros pobladores) aprisionaron al comandante de Colonia y la pequeña guarnición patriota que allí estaba destacada. Una vez hecho esto, desde los buques desembarcó el capitán de fragata Diogo Jorge de Brito con su artillería y montó sus piezas en un reducto que fue construido a tales efectos.
Todo tuvo lugar el día 2 de mayo; Colonia del Sacramento caía una vez más –la última- en poder de los portugueses; esto sucedía hace 200 años.
El 5 de mayo, Lecor desde Montevideo, envía una proclama a los habitantes de Colonia, anunciando el envío del gobernador intendente Sebastián Pinto de Araújo Correia y prometiendo oír sus peticiones, aliviar sus necesidades y asegurar sus derechos.
La expedición portuguesa compuesta de cerca de 600 hombres, llegó a Colonia el 11 de mayo, pero sólo el 13 desembarcó. Se trataba de cuatro compañías del 1er Batallón de Cazadores, comandadas por el coronel Manoel Jorge Rodrígues, una batería de artillería montada; y unas fuerzas de guerrillas del coronel Albín; todas bajo el mando del general Sebastián Pintos.
El propio Sebastián Pintos le escribió a Lecor al poco tiempo de la ocupación, que la ciudad de Colonia se encontraba “casi arruinada por la guerra civil que no excede á 150 almas… ni hay hombres bastantes para llenar los empleos cada año, ni hay negocios para ocuparlos; ni tienen facultades para sostenerlos con decoro…” no lo expresaba, pero la realidad es que muchos vecinos de la Colonia huyeron ante la invasión lusitana, solo quedaron unos pocos que sirvieron al invasor.
El último combate de Encarnación
Francisco Encarnación Benítez es –quizás- el menos estudiado de los tenientes de Artigas; solo se relaciona su nombre cuando se hace referencia al Reglamento de Tierras de 1815 y no mucho más.
Según se cuenta “vestía con el traje más fantástico que se pueda nadie imaginar, recolectado en mil destinos…”. El oficial oriental Ramón de Cáceres, quien lo conoció en Paysandú, lo describe en sus memorias como “un pardo muy grueso, cuya figura imponía respeto, o terror, usaba bota de medio pie, y estribaba con los dedos sobre el estribo (…)”.
Imagínense, que si causaba temor entre los propios del mismo bando ¡cómo sería ante el resto! Pero más allá de su porte, se sabe que fue un individuo “valiente hasta la osadía” y al igual que Artigas, pesa sobre él toda una leyenda negra.
Leyenda negra que también está cumpliendo 200 años, ya que en 1818 se publicó en Buenos Aires un folleto de 66 páginas, “El Protector Nominal de los Pueblos Libres, Don José Artigas”, conocido como el ‘libelo de Cavia’, por su autor Pedro Feliciano Cavia, que difamaba la figura de Artigas, pero que también mencionaba al propio Encarnación Benítez como el feroz “prebsote de Artigas” que asolaba los pueblos de Soriano y Colonia.
La realidad es que Encarnación fue un héroe popular que personificó todas las virtudes de la revolución. Recorrió los pagos repartiendo tierras, en particular en la zona sudoeste de la Banda Oriental, en la Cuchilla Grande de Soriano. Junto a otros patriotas dividió los campos de Albín, Azcuénaga y Antolín Reyna, entre otros. Cuando se propuso profundizar los repartos, chocó con la tenaz resistencia del Cabildo de Montevideo, pero José Gervasio Artigas siempre lo respaldó.
En una de sus cartas, Encarnación le escribe al jefe oriental: “… quieren insultar a los hombres de bien, que expusimos el pecho a las balas y dardos de los enemigos, mientras ellos entregados al ocio, solo trataban de sus propios emolumentos”.
Y con un dejo sarcástico puntualiza: “Después que la Provincia se ve libre de los enemigos, todos los vecinos son excelentes patriotas y habiendo vivido en sus ranchos, o escondidos en sus montes mientras duró el peligro, ahora dicen que defendieron la campaña. ¿Y cómo?”
Fue este mismo Encarnación que, enterado de la caída de Colonia, atacó la ciudad el 12 de mayo de 1818, con un pequeño grupo de valientes orientales. En un combate desigual, y carente de artillería (que sí poseía el invasor), fue disperso y tuvo que retirarse; pero desde su campamento sobre el arroyo San Juan continuó las guerrillas, atacando a las partidas de portugueses que salían de la Colonia buscando ganado.
El jefe portugués en la Colonia le escribe a su superior: “A los pocos días de mi llegada traté de sorprender la división del Caudillo Encarnación Azote y terror de la Colonia y todos los Pueblos de la margen izquierda del Uruguay. Revestido este asesino de los Poderes de Artigas asolaba la Campaña con sus degollaciones, cuya historia no puede oírse sin horror. Tomé mis medidas y al amanecer del 25, me hallé sobre su Campo en la costa del Río de San Juan. Se puso en defensa con su Destacamento de 140, soldados de Caballería; pero nuestros Escuadrones los arrollaron y batieron en pocos minutos. Encarnación, un Fraile que lo acompañaba en sus correrías y algunos Soldados quedaron en el campo, los demás fueron prisioneros á excepción de unos pocos que se escondieron en el Bosque. V.E. no podrá formar una idea del contento y alegría de este Pueblo y de todos los habitantes por la muerte de Encarnación y destrucción de sus fuerzas. El Pueblo se iluminó por tres días; todos corrían con placer á ver el cadáver de aquel Monstruo. Tal era el terror que había infundido en estas Comarcas la barbaridad de este hombre Sanguinario! V.E. debe persuadirse que este Triunfo de nuestras Armas, há empeñado la gratitud de este Pueblo, …”
Así terminó sus días el valiente Encarnación Benítez, y así nacía su leyenda. Ayer, 25 de mayo, se cumplieron 200 años del fallecimiento de este héroe artiguista.
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