SOCIEDAD
El día que vi venir el tornado
“lo sentía en la espalda, la electricidad me recorría el cuerpo. Iba a morir ahí arriba”
A ciento treinta metros de altura, fue el primero que vio como chocaban dos tormentas y se formaba el tornado que causaría dos muertos, varios heridos y decenas de viviendas dañadas en Carmelo.
Eran las dos y media de la tarde y hacía calor. Julio Gogna recuerda perfectamente ese día porque salvó su vida de milagro, el día que sintió electricidad por todo su cuerpo y que tuvo que volar por una rienda para no morir chupado por el viento.
La mañana del 21 de noviembre de 1985 había sido calurosa, y el mediodía nuboso pesaba como un techo de plomo sobre las cabezas de los carmelitanos. La siesta era inevitable para todos, menos para Julio Gogna.
Antenista de profesión, Gogna recuerda cada segundo de aquel día, cuando en la lomada del casino, se comenzaba a armar la torre de lo que sería la primera radio de Frecuencia Modulada de la zona “estábamos armando una FM en el casino en ese momento, hacía un calor bárbaro” recuerda “subimos a la torre como a las dos y media de la tarde. Como a las tres de la tarde estábamos con un tramo arriba. En ese momento mi compañero notó una tormenta muy leve que se estaba formando en la zona de Punta Piedras, y entonces le dije que se bajara que yo me quedaba atando el tramo para seguridad” contó.
Estaban a ciento treinta metros de altura, a un costado del edificio del casino y todavía con un tramo más para armar para darle la altura definitiva de ciento ochenta metros que finalmente contaría esa torre “estábamos a 130 metros de altura y como él era mas pesado, lo mande que bajara primero” dijo “cuando levanté la vista, desde Punta Piedra, vi dos tormentas que se chocaban, una aparecía como más fuerte, que venía desde Buenos Aires, y otra que estaba sobre Punta Piedras, unas nubes muy chiquitas”.
Gogna estaba allí arriba de la torre y su visión del fenómeno era perfecta “veía el puerto de Zárate, YPF, el microcentro. Todo se ve desde ahí arriba” cuenta, y vuelve a la tormenta como una obsesión “y ambas comenzaron a dar vueltas, y entonces vi como empezaron a chupar agua, nunca había visto algo así, veo que comienzan a levantarse columnas de agua del río” y el susto le comenzó a correr por el cuerpo, porque esto no era broma “me puse nervioso, estaba a 130 metros de altura, así que terminé rápido de atar el tramo que aún no habíamos colocado y en eso veo que una boya del río se perdió de vista, se la chupó” señala “chupaba agua y a la boya la hizo desaparecer como si fuera un corcho. Se levantaban tubos de agua cada vez mas anchos” recuerda.
“estaba claro que había que bajar. El viento se hacía más y más intenso, así que entonces empecé a bajar, y a medida que daba un paso hacia abajo comenzaba a sentir corrientes eléctricas en mi cuerpo. Por el intercomunicador que teníamos entonces les dije a los de abajo que desenchufaran el guinche porque me estaba electrificando. Y me decían que estaba desenchufado” señala “en realidad era la electricidad estática de la propia tormenta que recibía a esa altura”.
Es imposible describir que siente un hombre casi colgado en el aire, a merced de un fenómeno como éste, pero lo cierto que peor que la fuerza del viento, era la electricidad que venía de la tormenta y que le recorría el cuerpo, rodeando el metal de la torre “comencé a bajar lo más rápido posible y llegó un momento que no me daban más las piernas, era imposible seguir bajando por el calambre que me producía el intentar bajar más rápido, miraba para atrás y tenía el tornado más y más cerca, venía derecho hacia mí” contó.
No había donde correr, y si no bajaba rápidamente, la muerte era segura “No tenía opción, si me quedaba arriba me iba a chupar en segundos, si me tiraba me mataba” cuenta.
Entonces en medio del viento, la electricidad y la desesperación surgió la idea: estaba a 80 metros de altura, y ahí estaba una de las riendas de la antena, “y si me tiro” pensé y lo hice sin pensar agrega “así que me saqué el cinto con el que estaba atado, lo pase por arriba de la rienda, me sujeté con las manos y me tiré por la rienda”.
La escena se puede ver en cientos de películas de escape. Pero a Julio Gogna le estaba pasando en la realidad, así que se dejó deslizar por la rienda de la antena y que fuera lo que fuera, porque si se cortaba el cinto, caería desde los ochenta metros desde los que se deslizaba “el cinto se ponía rojo de la velocidad con la que bajaba, pero por suerte no ser cortó, entonces los compañeros me estaban esperando abajo intentaron sujetarme las piernas pero también los tiré por la velocidad que traía al bajar”.
Sus compañeros lo agarraron y arrastrando se lo llevaron al edificio del casino “me llevaron adentro porque no podía caminar, y en segundos se comenzaron a rajar las paredes, a volar tejas, pasó justo por encima” cuenta “la antena la sacudió dos o tres veces pero no la arrancó. Nos llevó una caja de bulones que pesaban más o menos quinientos quilos. Nunca más los vimos” contó.
“Cuando el viento pasó, desde el casino mirábamos para Carmelo y veíamos el zigzag que hacía y decíamos que no fuera a ir para los barrios porque iba a hacer un desastre”.
Lo cierto es que agarró una franja entre 19 de Abril y Uruguay, ”levantaba chapas de las casas como si fueran papeles. No se podía llegar a Carmelo, Antel nos llamó porque no se podían comunicar, el viento les rompió las parabólicas, y tuvimos que auxiliar a Antel para que la gente tuviera comunicación. Fue una experiencia que no olvidaré nunca” señala a EL ECO.
A través de más de treinta años subiéndose a torres para colocar antenas “he pasado viento, de todo, no me lastimé pero el susto no me lo olvido más”. Esa antena después fue desarmada y llevada a la zona de Ombúes cuando una movilización popular obligó a sacarla de Carmelo por la interferencia que hacía en los canales de televisión argentinos a la hora de las novelas, principalmente las que se emitían en ese momento en Canal 9.
Gogna a subido torres en todo el país “a nivel de tierra he llegado a los 160 metros mas la altura del terreno. En Pan de Azúcar armé también Canal 7 Pan de Azúcar, ahí tenés 420 metros de altura del cerro mas la torre” señala “pero nunca me pasó algo como acá en Carmelo.
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