SOCIEDAD
La felicidad es una elección
Solemos preguntarnos cuál es el secreto de las personas que se ven siempre felices. ¿Su vida es tan diferente de la del resto? ¿Nunca pasaron por malos momentos?, ¿Tienen todo lo que desean? Preguntas que responde la psicóloga Silvia Cardozo.

La realidad es que la vida de todos siempre tiene momentos lindos, feos, situaciones buenas y de las otras, gratificaciones y adversidades. Pero el secreto está en cómo tomemos esta parte de la vida y el significado que le adjudiquemos, para que seamos mayormente felices o infelices.
Si frente a cualquier adversidad, le doy una valoración extrema, la voy a sufrir como tal y me puedo decir internamente que no tengo suerte, que mi vida es más difícil que la de los demás, que todo es una lucha, autocompadecerme, deprimirme, pensar que siempre va a ser así, adelantar conclusiones negativas a futuro, y así sucesivamente…
O puedo tomar una actitud de aceptación de la situación desafortunada como parte de la vida, y no darle más importancia de la que tiene. Valorar mi vida en su totalidad y no a partir de hechos puntuales que no me fueron gratos.
Pensar que frente a cada situación que no me agrada, probablemente se dieron muchas más que sí me agradaron y no presté atención a ellas, porque es parte de lo que estoy acostumbrada, y así pasan sin pena ni gloria. Entonces ¿si no me centro en las buenas, por qué elijo centrarme en las otras?
Siempre podemos cambiar la actitud que tomamos frente a cada situación.
Cuando tengo la tendencia a fijarme en las malas y evaluar toda mi vida en base a ellas, estoy cometiendo un error cognitivo, procesando mal la información. Y eso es lo que hace que tenga un concepto erróneo acerca de mi existir. No es la realidad que me toca, sino como yo la vivo, lo que determina mi estado de ánimo.
Dicho error es justamente filtrar una parte de la información y realizar en base a ella un concepto general. Por ej: si pierdo un examen, concluyo que tengo muy mala suerte en la vida, que soy pésima estudiante, que nada me sale bien, etc. Y sentirme horrible, una desgraciada, mi autoestima por el piso. También puedo elegir ver ese hecho como algo común que le pasa a cualquiera, que no habla de mí como persona, ni de mi suerte, ni de mis capacidades como estudiante. Es una situación puntual de mi vida y la tomo como tal, veré en qué me equivoqué para la siguiente vez dedicarle más atención a eso y listo. No me autoevalúo en forma negativa, no lo generalizo a toda mi vida o a toda mi persona. Le doy la justa medida y el exacto valor que tiene.
Lo mismo frente a situaciones en que me comparo con otras personas y pienso que me va peor, que no tengo lo que otros tienen, que no logro encontrar pareja, que mi vida es menos buena y así una larga lista de insatisfacciones. En general “el pasto del vecino siempre es más verde”. Este tipo de cosas pasan porque nos ponemos a realizar comparaciones absolutamente subjetivas de un solo aspecto puntual de ese otro, en vez de trabajar sobre lo que queremos cambiar.
Invertimos un montón de energía en estos análisis, en vez de dedicarnos a mejorar aquellos aspectos que no nos gustan o a aceptar que no tenemos por qué ser iguales, y dejar de lado las comparaciones.
Dichas comparaciones nos amargan porque también filtramos información y son absolutamente engañosas. Vemos un aspecto puntual de la vida de otra persona (nunca la globalidad), y lo comparamos con aquello que nosotros queremos y no tenemos. Vivimos la situación como injusta, nos culpamos por ello, etc.
Claro que nunca se nos ocurre compararnos con alguien que tiene menos de dicho aspecto, siempre es con alguien que tiene más ¡Sino no podemos martirizarnos!
Hace unos días leí un post muy cierto que decía: “Sufría porque no tenia zapatos, hasta que vi alguien que no tenía pies”. A este tipo de comparaciones ¡no las hacemos nunca! Elegimos quedarnos con lo que nos falta y no con lo que tenemos.
Por eso es que siempre el ser feliz esta condicionado por la forma en que interpretamos nuestra vida.
Si yo pudiera elegir centrarme en mis puntos fuertes en vez de en los débiles, en las cosas que sí tengo en vez de las que carezco, en los afectos que he logrado y no en los que he perdido, y así sucesivamente, entonces sería mucho mas sencillo ser feliz y vivir complacido con la vida.
Tenemos que comprender que somos seres deseantes, y que siempre vamos a querer más de lo que tenemos en cualquier aspecto de la vida. Nuestros deseos van subiendo de escala; cuando logramos cubrir nuestras necesidades básicas, vamos por otras superiores y así sucesivamente. Nunca estamos conformes, siempre pensamos que si tenemos ese escaloncito más seremos felices y no es así.
Cuando llegamos al escaloncito, nos falta algo más y así sucesivamente.
Aceptar esta característica inherente al ser humano es básica para no caer en la trampa del inconformismo.
Si estoy en un momento de mi vida en que me falta algo por alcanzar, alguna meta a obtener, tengo que cambiar esa visión de “falta” y verla como una motivación, como algo a obtener porque “me gustaría”, pero no porque me falte y sin eso no puedo ser feliz. Yo puedo ser feliz siempre, no necesito de nada ni de nadie para serlo.
Piensen por ejemplo: cuando no tenemos la casa propia, la meta es tenerla, y nos hacemos una preciosa película sobre como nos sentiremos cuando la tengamos. Entonces el día que llegamos a obtenerla, apenas si la disfrutamos porque ya pasamos a tener otras metas, ya sea respecto a la casa misma o respecto a otras que le siguen en la escala, como puede ser el auto. Y vamos tras él hasta obtenerlo. Si llegamos a él, seguramente pasemos a querer la casa afuera y así sucesiva y eternamente.
Cuando tenemos un hijo, solo pedimos que sea sano, luego cuando vemos que es sano, queremos que sea lindo, después inteligente, luego que le vaya bien, etc etc, y la lista es interminable.
En cualquier orden de la vida nos pasa exactamente igual.
Entonces superemos esta trampa y démonos cuenta que no necesitamos nada, que lo tenemos todo para ser felices y veamos nuestros deseos solo como motivaciones de la vida, pero no como necesidades. Diferenciemos los deseos de las necesidades.
Con estar vivos alcanza. Cada día piensa en que todo lo que tienes y no cedas a quejarte o lamentarte por lo que aún no conseguiste.
Seamos conscientes que es la forma en que elegimos ver la vida la que nos hace felices o insatisfechos. Elegimos nosotros quedarnos de un lado o del otro.
Se inteligente y elige el lado feliz.
Ella es...
Silvia Cardozo, Montevideo. Psicóloga , Terapeuta Cognitivo – Conductual. Escritora y columnista de EL ECO.
Integrante, Coordinadora, Seminarista y Docente de Suatec (Sociedad Uruguaya de Análisis y Terapia del Comportamiento). En Suatec es Miembro Directivo, coordinadora de nivel 1 yDocente de tres areas: “Historia y características de la Terapia del Comportamiento” (nivel 1), “Trastornos Depresivos” (nivel 2) y “Disfunciones sexuales” (nivel 3).
-Técnico en Disfunciones sexuales.
-Dos años de especialización en Sexología con Dr. Flores Colombino:”Sexología básica y Sexología Especial” para el tratamiento de disfunciones sexuales.
-Cursos de Trastornos de Personalidad.
-“Bases biológicas y farmacólogicas de los trastornos mentales”.
Desde el año 2000 a la fecha atiende en clínica en forma permanente, hace psicoterapia y cuenta con un equipo interdisciplinario conformado por un grupo de psiquiatras y psicólogos.
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