SOCIEDAD
La palmirense Martina Pérez hizo 2500 kilómetros en bici hasta Ushuaia, sin dejar de coser y bordar

Lleva 2500 kilómetros recorridos en bicicleta en Argentina. Y ahora desde Bariloche continúa pedaleando hasta llegar a Nueva Palmira, su ciudad adoptiva, se trata de Martina Pérez Quinteros, quien a partir de su experiencia recomienda “cuidar el tiempo para hacer lo que se quiere”, no sólo destinarlo a la facultad, también hay oficios, dijo a EL ECO en la entrevista que le realizó mientras pedaleaba.
-¿Cómo comenzó tu mundo en bicicleta?
Me fui de Uruguay en junio del pasado año, sin saber mucho por cuánto tiempo, podían ser quince días o un mes. Y todavía no volví. Ahora estoy nuevamente en Bariloche y viajaré a Nueva Palmira.
Llegue a Bariloche en invierno, mi intención era conocer la Patagonia, con la ilusión de llegar al llamado “Fin del Mundo”. Supe allí que para acceder a algunos lugares lo mejor era esperar a la primavera, así que eso hice.
En agosto fuimos a Él Bolsón a visitar amistades, y para aprovechar el tiempo (dado que las distancias eran largas para hacerlas caminando) alquilamos bicicletas. Ese primer paseo en bici entre las montañas confirmó mis ganas de tener una bici y, y a partir de ahí surgió seguir en primavera en bicicleta.
Me empecé a equipar con ayuda de amistades nuevas que ya viajaban en bici desde Brasil, México.
El viaje comenzó en Bariloche, con Lufe (compañero de viaje), maestro del cicloviaje (vino en bici desde Brasil). Desde allí salimos hacia el sur en noviembre, y llegamos a Ushuaia en enero. Ese tramo era la meta. Pero la meta nunca es la meta. Nunca se sabe cuál será el final, dado que los planes cambian todo el tiempo. Decidimos pedalear otro tramo, recorriendo la costa de la provincia de Buenos Aires. Ahora diría que estoy volviendo a Uruguay (desde Bariloche), pero del viaje en bicicleta no se vuelve, ya quiero salir hacia nuevas rutas. Hicimos unos 2500 kilómetros en bici.
-Cuáles han sido las experiencias más fascinantes?
-Es una pregunta difícil, dado que todo se vuelve intenso y fascinante en bici. Creo que hay tres momentos destacables: llegar a San Martín de los Andes cuando hicimos la ruta de los Siete Lagos (mi primer viaje en bicicleta). El día que llegamos fue inesperado, al salir nos restaban aproximadamente 80 kilómetros, pensábamos hacerlos en dos días, pero la motivación fue tal que, faltando cerca de 30 kilómetros, en vez de parar, decidimos seguir. Llegamos al atardecer con el lago que la ciudad abraza, brillando lleno de luces y flores amarillas. No sólo era llegar a destino, era mi primer tramo extenso, el paisaje y la temperatura fueron ideales para celebrar.
Y llegar a Ushuaia fue maravilloso. La isla Tierra del Fuego es increíble, su historia, su clima y principalmente los paisajes de Ushuaia. Tierra de glaciares, lagos, bosques y una ciudad pequeña, colorida y extremadamente servicial. Llena de viajeros del mundo en bicicleta o casas rodantes (mis dos vehículos favoritos).
-¿Cuáles fueron los tropiezos y que implicaron una enseñanza para ti?
-La ansiedad al inicio del viaje, que fue por la ruta de los Siete Lagos. El primer día fue extremadamente difícil para mí, no podía con el peso de la bicicleta, me daba mucho miedo el tránsito de la ruta (principalmente camiones que van a Chile), y las subidas eran interminables y… el viento en contra ¡Todo junto! Me dolía absolutamente todo el cuerpo, me pregunté ¿qué hice? Por suerte había una voz muy precisa que me decía “calma”. Y así fue, al tercer día volví a hablar porque casi no emitía palabra del caos que tenía dentro, las dudas, los miedos, y sobre todo la inseguridad. Creía que no iba a poder físicamente. Pero el cuerpo se acostumbra, y la fuerza se genera. Y ahora mi bicicleta pesa hasta más que la de Lufe, y puedo con ella. Visualizar la ansiedad y buscar la calma para esperar lo que haya que esperar, fue todo un desafío.
Tropezamos más adelante con el viento, que es el principal desafío de la Patagonia. Se hace mucho más intenso luego de Esquel y allí mismo nos enfrentamos a él por primera vez. Creímos que sería de 20 kilómetros/hora y que podríamos ir igual. Pues fue de más de 80 y no pudimos más que tirar las bicicletas al piso y caminar buscando un lugar para parar, fuimos ilusos. Intentamos armar la carpa y no lográbamos siquiera poner las estacas. Tuvimos suerte y el primer aprendizaje: pedir ayuda. La única casa en la ruta en ese tramo nos recibió dándonos techo, comida y hasta un vinito que tomamos jugando a las cartas entre risas. Era una comunidad mapuche, así que el aprendizaje fue más grande aún.
Estudiar la previsión del clima fue indispensable. Y hacerlo bien (como supo hacerlo Lufe) nos hizo tener un viaje increíble por la famosa ruta 40.
-¿Recomendarías a otros hacer una travesía como la que emprendiste?
-Sí. Recomiendo mucho viajar en bicicleta. Es casi un viaje terapéutico, sanador y sumamente disfrutable. Te lleva a valorar no solo los kilómetros recorridos, el tiempo, el clima, el alimento, el abrigo y sobre todo la simpleza y la liviandad con la que se puede vivir. Y te hace valorar tu fuerza, tu cuerpo, tus emociones y tus pensamientos (que pueden sumar o restar muchísimo).
Socialmente te lleva a descubrir una solidaridad enorme. Desde el saludo al cruzarte sin importar quién sos, hasta ofrecerte ayuda sin que la pidas. Una cantidad importante de personas nos cuidaron a lo largo de todo el viaje.
-¿Habrá otro itinerario?
-Estoy en Bariloche y de aquí comienzo el retorno a Uruguay para reencontrarme con mi familia y mis amistades; y concretar mi proyecto de costuras y bordados, que sostuve hasta viajando de este modo. Quiero contagiar las ganas de viajar en bicicleta y… seguir viajando.
-¿Cuál es tu historia y expectativas?
-Cumplí 31 años durante el viaje. Me siento palmirense, aunque oficialmente no lo soy. Mi familia se mudó ahí cuando yo tenía 11 años. Hice mi último año de escuela en la 8, y todo el liceo. Como muchas personas de ese pueblo me fui a estudiar a los 18 años y nunca volví a vivir en Palmira, pero cada vez que puedo voy por mi familia y mis amistades
Hice todo el viaje explicando que soy de Nueva Palmira. En Palmira aprendí a andar en bicicleta (sí, con once años, increíble, si hubiera nacido allí seguro aprendía antes). Soy más pueblerina que argentina pese a que nació en Buenos Aires.
Estudié en la Facultad de Ciencias Sociales (Lic. En Trabajo Social), y trabajé siempre en ello, aunque me falta la famosa tesis para recibirme. Pero después de mi último trabajo, y de esta experiencia, asumo que prefiero coser, bordar y viajar.
Recomiendo estudiar oficios, si les gustan. Incluso invito a legitimar los saberes populares. A veces se destina demasiado tiempo para estudiar algo que realmente no satisface. Y creo, cada vez más, que al tiempo hay que cuidarlo para destinarlo a lo que se quiere hacer.

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