Las penurias que no se ven de los trabajadores de El Faro y del Hotel Hyatt en Carmelo

Detrás de las grandes inversiones, de las instalaciones lujosas y de las expresiones glamorosas en los emprendimientos turísticos de los clubes de campos, están los trabajadores. Los que preparan o sirven los buffets, los que se queman con las ollas o en las planchas de las cocinas o los que caminan sin cesar de mesa en mesa.
Ellos forman parte de la cadena de servicios; tienen un papel muy importante, aunque no siempre son reconocidos ni bien pagos por los propietarios o gerentes de las empresas; en general para conseguir trabajo deben aceptar el laudo mínimo, aceptar condiciones autoritarias y la no agremiación es una obligación sine qua non.
Son ellos que cuando el mercado se paraliza o los “números no cierran”, son enviados al seguro de paro o despedidos.

“No me vas a nombrar que son terribles”

Detrás de los alambrados, de los bosques, están los clubes de campo El Faro y el Hotel 5 Estrellas de la Cadena Hyatt, a escasos diez kilómetros de la ciudad Carmelo. También está la cancha de golf que ya no pertenecería a los emprendimientos del empresario argentino, la pista hípica que no funciona, “Puerto Camacho” con su restaurant “Basta Pedro” y el restaurant y almacén Narbona.
De acuerdo a la investigación realizada por EL ECO, unos 250 trabajadores directos, sobre todo carmelitanos, prestan su fuerza de trabajo.
Los trabajadores de estos lugares están como fuera del Uruguay. Pierden la capacidad de agremiación y los derechos que tienen los trabajadores de nuestro país. Y no sólo quienes laburan en el servicio turístico, sino que cuando en el pasado han realizado inversiones edilicias tampoco el sindicato de la construcción Sunca tuvo injerencia. Sus representantes no podían entrar y miraban para otro lado. Es más, en una de las tantas denuncias que realizó EL ECO, hablamos sobre el traslado de trabajadores paraguayos a obras de construcción en El Faro como mano de obra barata, casi esclavista. Nuestras palabras tuvieron el mismo efecto que un vaso de agua en las arenas del desierto.

La realidad de hoy

Con el cierre de fronteras del gobierno argentino debido al covid – 19, no existe movimiento; no llegan turistas ni barcos, no hay comenzales ni transeúntes. “Está todo parado”, nos dice un trabajador.
Y otra persona que consultamos para chequear la información, con el objetivo de conocer y difundir su realidad laboral, lo primero que nos dijo fue “no me vas a nombrar que son terribles, me echan…”

La triste realidad: la desocupación
En el club de campo o en el hotel la situación de los trabajadores hoy está más difícil que nunca. Sólo han quedado trabajadores de mantenimiento en El Faro y de seguridad, lo mismo en el Hotel y en el Puerto Camacho. “Todos los que trabajamos ahí estamos en seguro desde mediados de marzo, algunos en el seguro del covid y otros en seguro total, sin ninguna mira de abrir, claramente porque trabajamos con argentinos y brasileros más que nada”. Y agrega que “si no abren las fronteras nos tendrán que echar porque se nos acaba el seguro a mediados de julio”.

La situación muy especial

La situación de explotación y de inestabilidad de los trabajadores no es de ahora. Pero además, un trabajador de El Faro o del Hotel gana un sueldo pero figura por otro. Entonces cuando llegan los aumentos de sueldos “nos lleva una discusión de meses y meses” para cobrarlo efectivamente. Pero esa es una muestra, en lo general, los dueños y gerentes “creen que somos esclavos, que estamos a disposición de ellos las 24 horas”, señaló un trabajador a EL ECO.
En realidad los trabajadores caminan por un filo muy delgado, entre reclamar o mantener la fuente laboral, y todo a impulso personal, pues “no hay sindicato. Primero por ellos, porque se creen que te hacen un favor dándote trabajo, ellos creen que te matan el hambre, no que uno trabaja para ganarse un sueldo. Y hay compañeros que creen que está bien y no les podés ni hablar de sindicato, ahí adentro no existe esa palabra”.

Duras frases sueltas

Es muy difícil describir la realidad de los trabajadores que día a día recorren los once kilómetros en moto o en auto para llegar al lugar de trabajo, cualquiera sea de los emprendimientos turísticos ubicados entre el Balneario Zagarzazú y el Arroyo Víboras.
En este mundo capitalista y donde el dinero y la riqueza compran simpatías y amores, existe una parte de la sociedad carmelitana que lo tiene en un sitio muy alto al empresario argentino Eduardo Cantón.
Aquí publicamos frases que textualmente nos expresaron trabajadores carmelitanos que trabajan allí:

“En Carmelo al Pacha lo odian o lo quieren. Porque la gente que él ayuda lo ama. La gente va, lo adula y a él le encanta”.

“No se puede decir la palabra sindicato y si hacés una reunión en tu casa es un motivo para que te echen”.

“Ellos están convencidos que nos matan el hambre, no que nos ganamos el sueldo con nuestro trabajo”.

“Cuando estamos trabajando viajamos todos los días, pero no nos pagan un peso por viático”.

“Yo me mantengo ahí porque necesito el trabajo”.

“A nosotros nos mandaron el seguro, no nos pagan por lo que realmente ganamos, pero arreglate como puedas”.

“A algunos los mandaron al seguro y a otros los echaron. Y no sabemos qué va a pasar, porque en la Argentina la cuarentena sigue”.

“Cuando estás trabajando podés confiar en muy poco, porque en serio que no sabés con quién estás hablando, porque ellos logran que no haya compañerismo entre nosotros”.

“Hay pila de trabajadores indirectos; hay gente que va a buscar basura, los que hacen mantenimiento a la casas, mujeres que trabajan en la limpieza, mujeres que les cuidan los chiquilines a los argentinos, gente que trabaja dos o tres días en baja temporada y en verano todos los días. Es un montón de gente”.