Medicina y patrimonio, ¿Quién fue, qué hizo el Dr. Carlos Cúneo?

Este fin de semana en que el Patrimonio está dedicado al Dr. Manuel Quintela, y en él a todos los trabajadores de la medicina, es importante referirnos a un pionero en Nueva Palmira, el Dr. Carlos Cúneo.
Por Jorge Frogoni. La medicina es una profesión más que milenaria, desde los brujos y chamanes de la antigüedad, hasta los más especializados médicos de hoy, han servido a la causa humanitaria. Es más que merecido en este caso el reconocimiento con la denominación del ‘Día del Patrimonio’.
En cada pueblo o localidad se han destacado médicos. En Nueva Palmira viven y vivieron muy buenos médicos, pero el que creemos se destaca por encima de todos es el Dr. Carlos Cúneo.
Nació en la región de Liguria, Italia en 1860, recibiéndose de médico en la Universidad de Génova en 1882. En 1890 viajó de Génova a Nueva Palmira. Se instaló en una propiedad de Felipe Fontana, hasta que logró adquirir su propiedad. Era acompañando por su esposa María Baccaro y su hermana Evelina una joven de quince años en ese entonces, que se transformaría luego en enfermera y su gran ayudante.
Revalidó su título de medicina en 1891 en Montevideo, pronto el médico comenzó a hacer curas milagrosas, como la extirpación de un cáncer de mama, extendiendo la vida de la paciente. Como oculista realizó notables intervenciones, María Gómez de Alza por ocho años vivía en tinieblas hasta que el experto bisturí le devolvió la vista milagrosamente, también realizó varias operaciones de cataratas. Operó de una pleuresía al coronel León Carámbula. Sus proezas se conocieron en pueblos vecinos, y hasta de las Islas del Delta, venían para que sus manos expertas curaran sus dolencias.
Su hermana Evelina ayudaba y colaboraba como enfermera, principalmente en los partos. A cualquier hora, sea de madrugada, a caballo o en carruaje, iba donde lo necesitaban. Muchas veces no cobraba sus consultas a los más humildes.
Su casa terminó siendo el hospital que Nueva Palmira no tenía. Su trabajo se vio aliviado cuando llegó en 1900 el Dr. Juan J. Murguía, ambos se convirtieron en grandes amigos. Dándole tiempo para dedicarse a temas sociales e incluso literarios, escribiendo: “La Prueba” (1900), “Esperando el mañana” (1902), “El hombre propone y la mujer dispone – Pensamientos”, y el drama “Una madre Oriental”, relacionado con la guerra civil de 1904, y “Las tres Romas” impreso en 1908.
Socialmente formó parte de comisiones, grupos de examinadores en las escuelas. Escribió artículos en el Eco de Palmira, sobre profilaxis, pediatría y consejos médicos de la época.
En 1906 instaló el primer aparato de Rayos X que tuvo el interior de la República; funcionaba a batería porque aún no había electricidad en Palmira. También instaló un molino para extraer agua semisurgente, con una perforación de 60 metros, y como buen filántropo hizo instalar una canilla en la vereda de su casa para que la población pudiera tomar agua fresca y pura.
En 1928 una endémica gripe hizo que el médico diera hasta sus últimas fuerzas para atender a todos. En ese entonces el pueblo de Nueva Palmira reconoció los grandes aportes del filántropo, y le realizó un homenaje, colocando una placa en su casa que aún se encuentra.
Falleció en abril de 1942, hoy se puede ver el panteón que se levanta en el cementerio de Palmira, sepultado junto con su colega y amigo Dr. Murguia.
Éste no es más que un breve reconto de la vida y obra del Dr. Cúneo.
Creemos que la casa que fue del Dr. Cúneo hoy debería ser patrimonio de todos los palmirenses, al menos que no se modifique su fachada, y sea más valorada.
Vaya nuestro reconocimiento a todos los médicos en esta época de pandemia, que bregan por la salud de todos nosotros.