SOCIEDAD
“Mía o de nadie”
Imaginate: ella está en su casa o en la casa de sus padres o en un refugio, y sabe que él va a aparecer. En el momento menos pensado, él va a aparecer. Como tantas otras veces. La casa donde ella espera es un rancho de lata o un apartamento en la rambla o una casita rural, porque no hay geografía ni barrera social que pueda detenerlo.

Lo conoce desde hace 1 año o 15 o 30, tiene hijos con él o no los tiene. Casi siempre hay algún bien en común: una moto, 1000 hectáreas, la licuadora que compraron en cuotas en los tiempos del amor.
Una vez más ella tomó la decisión de separarse, de alejarse. Dejar de aguantar, dejar de justificarlo. Y otra vez se animó a denunciarlo.
(El aumento de las denuncias por violencia contra la mujer en Uruguay ha aumentado el 500% en la última década, se ha triplicado el número de unidades especializadas que actualmente son 56, lo que se suma 270 seccionales policiales).
(Mercedes Rosende, escritora, columnista de EL ECO, su último libro de reciente aparición: ‘Que ganas de no verte nunca más”)
Sin embargo, a pesar de todas las denuncias y a pesar de las restricciones que le impuso la justicia, ella sabe que en algún momento él va a entrar. Y todo volverá a empezar.
Se retuerce las manos o se muerde el labio o mira hacia la calle cada tres minutos. Tal vez ensaya qué decir cuando llegue, elige las palabras que podrán calmarlo, o está resignada y sospecha que ya no tendrá fuerzas para luchar. Anticipa el momento con un escalofrío, siente rabia o vergüenza, tristeza o miedo.
Puede que ella tenga dinero para empezar otra vida lejos o puede que no tenga ningún sitio a donde ir. Tal vez haya buscado ayuda con su familia, con amigos, con médicos o psicólogos, pero el auxilio nunca es demasiado, ni siquiera suficiente.
(Hay una línea de teléfono gratuito, el 0800 4141 o el *4141 desde el celular, que inexplicablemente funciona con limitaciones horarias, de lunes a viernes de 8 a 24 horas, sábados y domingos de 8 a 20 horas).
Sabe qué esperar, conoce el ciclo de la violencia: él volverá arrepentido y habrá una “luna de miel” efímera, provisoria. E inevitablemente, frente al menor desacuerdo o disputa volverá el maltrato, el abuso, el ejercicio del poder, volverá el desprecio y la dominación. Y ella volverá a aprender a ser sumisa, dócil, callada.
(Un porcentaje alto aunque no cuantificado de mujeres maltratadas vuelve a vivir con su agresor).
Imaginate: aislada, sometida, desprotegida como está o como se siente, su autoestima ha adquirido la textura y el color de un trapo de piso usado, y sospecha que más temprano que tarde terminará volviendo a entrar al círculo perverso de su relación.
También sabe, aunque tal vez no lo piensa con estas palabras, que las amenazas y las vejaciones y todo el catálogo de abusos han convertido su vida en un relato obsceno del dolor.
Por momentos se resiste, piensa que tiene que dar pelea, defenderse, tener el celular a mano, el teléfono de la policía con marcado rápido. Entonces se pregunta cómo anticipar su llegada, cómo saber cuando él esté en su calle, en su puerta, adentro de su casa. Porque él ya ha incumplido otras veces la orden judicial de restricción.
(Hay entre 700 y 1000 tobilleras, los datos difieren, pero en el mejor de los casos esa cantidad es inferior a la demanda).
Tiene que ser cuidadosa con las palabras, tener mucho tacto, sabe que llegará el momento en que él se va a ir de boca, entonces la insultará y la amenazará, hasta puede llegar a hacer algo peor. Se estremece, siempre teme que la espere algo peor.
(En Uruguay suman 20 los femicidios en lo que va del 2019, según datos oficiales).
Cierra las persianas o corre las cortinas o simplemente se aleja de la única abertura que tiene la casilla. Hay momentos en los que el angustia le cierra la garganta, le hace ver borrosa la realidad. Se sobrepone, no quiere pensarlo pero lo piensa, ¿dónde dejó la tijera, el cuchillo de cocina? Inútil describir el miedo cuando se vuelve algo sólido en la boca del estómago. Va hacia la puerta y verifica si la llave tiene dos vueltas o si está corrido el pasador o si el alambre que sujeta la tabla está bien firme.
(Según encuesta del Instituto Nacional de estadítica realizada en el 2019, 47% de las mujeres uruguayas dicen haber recibido en algún momento violencia de género).
Hace tiempo que busca salir del círculo del maltrato y el retorno, ha ido a vivir con su familia o se ha desaparecido del barrio o se esconde en un refugio, ya no va al baile o mira a los costados cuando sale de la oficina. Pero ella sabe que terminará aceptando lo inaceptable, sabe que la huida es siempre transitoria, una cuestión de tiempo que él la encuentre y se acerque. Y cuando estén frente a frente volverá a repetirlo: serás mía o de nadie. Entonces ella se resignará otra vez, pensará que no tiene manera de eludir al destino.
(Según algunas teorías la intermitencia del maltrato es uno de los factores que intervienen para perpetuar la relación abusiva).
Imaginate: él llega, finalmente él llega
Ella reconocerá el vozarrón del escándalo en la puerta o la voz que la fuerza a abrir con amenazas o los susurros que la persuaden con dulzura. No querrá abrir pero sabe que abrirá, no querrá ceder pero sabe que cederá. Abrirá la puerta con su mueca de dolor a la vista o se pondrá la máscara de la sonrisa, él dirá su nombre, trazará un círculo con el pulgar en su mejilla. Para marcarla. Y retornará el idilio, esa efímera luna del miel que es solo un preámbulo.
Quizá ella no quiso tener sexo ni quiso volver a convivir, o quizá sí, eso ya no podremos saberlo. Lo que es seguro es que nunca aceptó ser golpeada, baleada, ahorcada, apuñalada, quemada, mutilada, torturada, despedazada.
(Ana Clara tenía 4 años, Esmeralda 14, Luciana 35, Adriana 49, Janice 70, Lorena 19 y dos hijos, Teresa 27 y dos hijos, y hay muchas más).
En números
-El mes de noviembre 2019 cerró con 20 femicidios en Uruguay, en lo que va del año. El último ocurrió en Montevideo. Un hombre de 52 años mató a su pareja de 27, y seguidamente se quitó la vida. Ambos tenían dos hijos de 4 y 6 años.
-El matador no tenía denuncia de violencia de género.
-La justicia está aplicando unos 30 años de prisión para los femicidas.
-Uruguay cerró el 2018 con 31 femicidios.
-Del año 2006 a la fecha van 441 femicidios, según datos de la -Intersocial Feminista.

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