SOCIEDAD
De esto no se habla: la violencia de los violentados
¿Está mal de la cabeza Mauricio Rodríguez por comenzar diciendo en su muro “estimado chorro…?” Veamos. Primero un breve comentario (que se puede pasar por alto) y después la transcripción textual de lo que señala el colega.

Por Nancy Banchero. No puedo dejar de sorprenderme al leer comentarios por fb, de personas preocupadas por actos de violencia (femicidios, homicidios, robos, copamientos, etc. etc. etc.): “A ese ay que colgarlo en la plasa para que no robe más” “Rifle sanitario para…” “Bonomi es un ijo de…” “Los políticos son todos unos corructos” “No te juntes con esa que es una biyera” “Festejen uruguayos…” -esto se dice cuando a alguien o algo anda mal-, “Si entra a mi casa lo parto a tiros”. “Esa madre es una llegua…” “Quien es esa hija de la pmqlp” (transcripciones textuales).
La violencia viene de nosotros, los adultos, y la trasmitimos a las nuevas generaciones que son las primeras víctimas de esta cadena:
-Si no podemos darnos un gusto y vemos que otro sí lo logra, nos angustiamos.
-Si no podemos cambiar el auto, comprar más ropa que la temporada anterior, estamos en crisis.
-Nos sentimos felices con lo material, dejamos de lado lo intangible, los afectos, el compartir, trabajar por la unidad, la solidaridad.
-Si será cierto el eslogan de Unicef: “Si cambiamos el mundo de un niño, cambiamos el mundo” ¡Con qué poco se puede hacer mucho!
-Pero antes que a mí prefiero que lean lo que publicó un colega:
Por Mauricio Rodríguez, Montevideo. Periodista. Responsable de la revista Granizo.uy. Estimado chorro que intentaste entrar a mi casa anoche a las dos de la madrugada:
Utilizo las redes sociales – que tan útiles resultan a veces para encontrar perros o gatos extraviados – para ver si doy contigo. Pasa que en tu huida tan intempestiva te dejaste olvidadas varias cosas. Entiendo que te haya sorprendido que te encontrara justo intentando forzar la puerta de mi cocina y por eso corriste y saltaste la reja como un poseído, pero seguramente comprenderás que no es algo que suceda regularmente que alguien te caiga sin avisar a las dos de la mañana y pretenda además entrar por la cocina. Fue el perro el que me avisó de tu extraña presencia. Pasa que por lo general cuando me voy a acostar con mi familia aspiro a levantarme al otro día y encontrar todo más o menos en su lugar. Y salvo las veces que el gato durante la noche rompe algo o se come algún resto de comida, no pasa nada. No fue el caso. El fondo lo revolviste demasiado y, si me apuras, innecesariamente. Viste que no hay mucha cosa? Hasta los policías que vinieron notaron un desorden desmesurado. Igual no es el punto. Ya ordené todo. Te decía, amigo, que te dejaste olvidadas varias cosas: championes, un carrito, una bandera de Uruguay, llaves, dos buzos negros, una tijera, una tablet, pan. No conozco mucho del mundo de los malandros y puedo llegar a entender lo de las llaves. Lo vi en las películas. Es para abrir puertas. Pero, una bandera? Ahí me pasó el agua, amigo. A no ser que seas una especie de chorro patriótico, que cantes el himno con la mano sobre el corazón cada vez que entras a una casa, no capto a qué se debe. Capaz la estabas aguantando para el Mundial. De todas formas, vamos a lo importante: entiendo que los chorros entran a las casas a llevarse algo. Pero vos hiciste al revés, no te llevaste nada y dejaste tus pertenencias. Sos como un Robin Hood pero invertido. Quizás si se enteran en tu ambiente vas a ser el hazmereir de todos. De mi parte tranquilo que no voy a comentar nada. A lo que voy es que está todo acá. Bueno en realidad ya no. Ahora está en el contenedor de la esquina. Pasá por ahí. Te explico: del lado de adentro de la casa que querías forzar estaba mi familia. Tengo hijas chicas, y con los gritos y tu corrida y la llegada de la Policía se despertaron y se asustaron un poco. Es comprensible. Entonces preferí dejarte las cosas en el contenedor. Seguro entenderás. Mira, justamente respecto a ellas. Te iba a hablar de Bonomi – no sé si lo tenés – y de cuestiones más profundas como la educación y demás. Pero por un lado no quiero aburrirte y por otro no sé mucho sobre tu vida y no quiero prejuzgar. No sé cuál es tu parecer sobre la inseguridad, aunque notoriamente haces grandes aportes al tema. Solo sé que anoche se te dio por entrar en mi casa con mis hijas adentro mientras dormíamos. Y sabes qué, amigo? Me puede molestar un poco que me hayas roto algunas cosas. Y quizás que si no me despierto a tiempo hasta te llevaras un televisor o la licuadora. Pero estaban mis hijas. Captas? Mis hijas, amigo! No es pavada. No quiero sonar alarmista pero para la próxima quizás no todo se resuma en unos gritos, una corrida y un “acá no pasó nada”. Quizás, aunque no lo quiéramos ni vos ni yo ni la Patria de la que llevas una bandera cuando salís a afanar, el resultado sea distinto. Y vos o yo, u otro, quién te dice, terminemos alimentando alguna que otra estadística y salgamos en la tele. Pensalo, amigo. Por los dos. Esta vez creo que ambos tuvimos suerte, pero andá a saber qué pasa si seguís insistiendo con tus patrióticas visitas.
No te digo hasta la próxima porque aspiro a que no haya una próxima.
Pd: el gorro de lana ajustado que tenías puesto te queda como el culo. Perdona que te lo diga

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