SOCIEDAD
Nosotros ganábamos en libertad
Un recuerdo imborrable de nuestra lucha contra la dictadura…

Por Helena Corbellini. Recuerdo que los profes recientemente reagremiados y los estudiantes nos reunimos en lo que fue la vieja terminal de Copsa. Recuerdo que sabíamos que nos iban a reprimir, a golpear y que había que ir igual. No debíamos romper filas. Junto a mis compañeros, estábamos en la columna que subió por Minas hacia 18 de Julio. Ahí nos acorralaron con los caballos. Hubo un momento increíble de solidaridad de los vecinos del edificio vecino al bar La Paponita, porque la gente comenzó a meterse dentro y de muchos apartamentos abrieron sus puertas y dejaron esconderse a la gente. Después ya era imposible, éramos demasiados. Recuerdo que Hebert Benítez, compañero de militancia, logró huir por la azotea y como un gato, anduvo de azotea en azotea por la noche. Pero eso debe contarlo él que siempre anda lleno de recuerdos.
Yo recuerdo poco. Pero sí que debimos quedarnos fuera y los milicos hacían retumbar los cascos de los caballos y arremetieron contra nosotros que nos pegábamos a la pared de los edificios. Nos golpearon, yo creía que eran golpes de cachiporra. Nunca había sentido tanto dolor físico y tanto miedo antes. Recuero haberle gritado al milico “no me pegue más, por favor”, me averguenza un poco contarlo, pero sí, era lo que sentía: no me pegue más. Y pensar que eso era una pavadita, bien lo sabía yo, frente a todo lo que habían vivido y seguían pasando tantos presos políticos. Luego nos dieron orden de tirarnos a todos en el piso e hicieron retumbar los cascos como si nos fueran a pasar por encima. El miedo. El miedo.
Luego nos dieron orden de ponernos de pie y uno por uno, decidían si meternos adentro de las chanchitas o soltarnos. Recuerdo que a mí un milico me tocó el culo y me soltó. Fue lo que hicieron con la mayoría de las muchachas. En cambio a los hombres más bien se los llevaban. Así perdí de vista al que era mi compañero entonces, Rafael Katzenstein.
Los que quedamos libres teníamos que reagruparnos para saber: saber quién estaba libre y quién no. Me encontré en algún sitio asignado con un compañero comunista. Estaba suelto. Bien. Así seguimos. Y al otro día iniciamos una ronda de comisaría en comisaría para saber en dónde tenían a los detenidos. Siempre nos mentían y no teníamos noticias de ellos. No recuerdo bien si esta situación duró 48 horas, más o menos. Los habían tenido haciendo “plantón”, los habían amenazado. Les habían dicho que los milicos estaban para eso “para dar palo siempre, ¿escuchan? gobierne quien gobierne, siempre vamos a estar para dar palo.” Ahora pienso que ellos eran los que tenían el miedo verdadero que los sigue acompañando. Nosotros ganábamos en libertad.
Helena Corbellini, escritora, autora de ‘Una cierva menos en el monte’ (libro sobre el asesinato de una joven mujer en Conchillas) y ‘La vida brava. Los amores de Horacio Quiroga’, entre muchos otros. Es columnista de EL ECO. Reside en Canelones.
-
SOCIEDAD3 horas atrás
Necrológicas – Marzo 2023
-
SOCIEDAD2 días atrás
Después de dañar un techo vecinos pagaban poda del eucalipto y el municipio no aportó un elevador
-
POLÍTICA2 días atrás
Medidas adoptadas por nuestro gobierno por el déficit hídrico que afecta al país
-
SOCIEDAD2 días atrás
Marcha de silencio y pacífica: En memoria de Daniel Marcovich
-
SOCIEDAD2 días atrás
“200 ollas y merenderos en Salto con “cero” peso del Mides, dijo el intendente Lima
-
DEPORTE2 días atrás
ADES Colonia custodió con éxito la Reto 23
-
SOCIEDAD14 horas atrás
Con una grilla impresionante de artistas el 1 de abril comenzará la Semana Nacional de la Cerveza en Paysandú
-
DEPORTE2 días atrás
El piloto uruguayo Lambiris sumó pese a los obstáculos