SOCIEDAD
Por “mandar flores” acusado de acosador: “Creo que la justicia fue muy dura conmigo”
Miguel Echechuri, de la ciudad de Carmelo, fue enviado a la cárcel por diez meses, acusado de violencia privada en reiteración real por enviarle flores a una mujer, según su testimonio. Asegura que la pena fue “exagerada” y remarca que nunca tuvo intención de generar malestar y que, si le hubieran manifestado rechazo, habría desistido. En vez de palabras de rechazo, asegura que lo único que tuvo de parte de la mujer, fue una denuncia que terminó con él en Piedra de los Indios.

Así, con intención de contar “su verdad” Miguel Echechuri fue entrevistado por EL ECO y aquí nos cuenta su versión: “Conocí una mujer, una señorita en su lugar de trabajo, en Carmelo, lugar al que yo concurría porque soy cliente de ese lugar, por lo cual conozco a todos los empleados y dueños”, relata.
Es un negocio grande en la ciudad de Carmelo y “un día comenzó a trabajar una trabajadora nueva y lisa y llanamente, en pocos días, me enamoré. Sencillamente me enamoré sin ninguna explicación”, cuenta.
El amor no se explica sino que se siente, agrega, “es un sentimiento que ocurre a partir de una imagen, de una voz, de la inteligencia de una persona, una charla por tener sexo. A mí se me dio mirándola. Así me pasó, de mirarla, al principio me pareció una muchacha bonita pero con el correr de los días me empezó a pasar que comenzó a interesarme más, le prestaba más atención y sentí que tenía que expresarme y comunicarme con ella de alguna manera. Sabía que ese no era el ámbito adecuado porque era su lugar de trabajo”, relata.
“Cada día era más grande la necesidad de expresarme”, recordó, “así que hice algo que es de otra época, del Siglo XV, el procedimiento que utilicé: le mandé flores por un recadero con una esquela proponiendo una charla. Algo que es poco ortodoxo en estos días pero yo no uso whatsapps o nada de eso así que, me decidí por las flores porque además cada vez que intentaba hablarle era como que no me salía nada”, cuenta.
Planifiqué tanto que me salió mal, dice “con las flores le mandé una esquela, esperé y envié un segundo envío cosa que fue bien recibido según me entero con el tiempo. Me dicen que las dos primeras entregas fueron bien recibidas”.
No eran envíos anónimos “sino que tenía mi firma y las notas no tenían nada chabacano, no había connotación extraña ni fuera de lugar: solo mostrando mi deseo de tener una charla entre un hombre y una mujer”, remarca.
La situación cambió
Al no obtener respuesta, “pasaron los días y observé que no era lo mismo, que con mi presencia no estaba cómoda, pero jamás hubo respuesta, nunca tuve una contestación”.
Decidí entonces dice, “que era el final de la historia, así que le envié un último ramo de flores para decirle que entiendo todo y que me fui y me alejo, di por concluida mi pretensión de acercarme”.
En el juzgado quedó asentado “como que sí, que me había dicho que no quería saber nada conmigo, en fin, a mi nunca me dijo nada, son las cuestiones de la Justicia. La respuesta fue la denuncia”, señaló.
La denuncia
Miguel Echechuri fue denunciado bajo la carátula de “Autor penalmente responsable de un delito de violencia privada en reiteración real, con reiterados delitos de desacato condenado a la pena de diez meses de prisión”.
También de desacato porque en forma irregular “se me aplicó una medida cautelar”. Y luego agrega que de “tantas cosas que me sorprenden de esta causa, ésta es una de ellas: un día me citan a indagatoria, voy a la audiencia, me hicieron cuatro o cinco preguntas, después se me puso un abogado de oficio, se me cuestionó mucho la diferencia de edad. Me dijeron que ella me había dicho que no. Entonces reaccioné y yo sé que en esa instancia actué mal, no me controlé, respondí de mala forma a la fiscal, pero jamás intenté acercarme a ella, jamás la molesté. La fiscal cuestionó muchísimo mi actitud y me dijo que me podía ir. A las tres horas tenía una medida cautelar encima. ¿Qué se investigó, que se hizo en tres horas? Me ponían una cautelar de no acercamiento a menos de quinientos metros”, dice.
Las notas
Yo hice hincapié en las notas, “porque no había nada raro, y les hablé de la tercera nota, donde le decía claramente que no la molestaría más, pero la Justicia a la tercera no la utilizó ‘sólo éstas dos’ dijo la fiscal”.
Ahí comencé a cumplir la medida de no acercamiento y “como tengo negocios en el supermercado y tenía que ir, me tomé el trabajo de averiguar el día que tenía libre para ir ese día. Anteriormente iba cuatro veces a la semana a ese lugar, comencé a ir dos veces y luego una vez. Pero un día que ella tenía libre, me la cruzo en el trabajo, se acerca, me increpó de mala forma, me di vuelta y me fui”. Ante eso ella amplió la denuncia, “me citan para una audiencia, me explicaron de nuevo, me acusaban de cosas que había hecho y otras que no, y a partir de ahí, en las posteriores audiencias ya no me dejaron hablar. Mi abogado tampoco hablaba y cuando quería decir algo, la señora Jueza me decía que no, que contestara por sí o por no. No podía aclarar nada”.
Otro encuentro
Después también tuvimos otro encuentro en la vía pública, que para la justicia figura como que yo fui al encuentro de la señorita cuando fue al revés, ella vino como la vez anterior, y comenzó a insultarme, recuerda Miguel “y todas esas cosas fueron tomadas como desacato porque dejaron asentado como que yo la venía siguiendo y eso era falso. Después me ponen arresto domiciliario flexible para poder trabajar, podía salir dos horas al dia, lo cual influye aún hoy en mi tarea laboral”.
A la cárcel
Y en una de esas salidas hubo un encuentro casual en otro lugar, en un supermercado, “lo cual fue determinante para ir a prisión preventiva, porque después de ese encuentro le pedí que por favor dijera que era un encuentro casual, pero fue y dijo que yo la estaba siguiendo”.
“Me dieron sesenta días de prisión preventiva el 22 de diciembre de 2018”.
Miguel cuenta que “en la audiencia donde se estaba definiendo mi destino, se evaluó la posibilidad de una tobillera y cuando le preguntan a quien me había denunciado dijo que no, que el receptor de la tobillera le iba a molestar si sonaba mucho. Así que me mandaron a Piedra de los Indios”, dice.
Según lo repite una y otra vez “soy responsable de todas estas cuestiones y asumo mi responsabilidad. Pero también es cierto que una medida restrictiva de no acercamiento a menos de 500 metros hace que yo, que vivo en el Barrio Centenario de Carmelo, no pueda cruzar el puente, cuando cruzo el puente ya estoy cometiendo desacato”, dijo. “Estuve cinco meses en la cárcel, hoy estoy cumpliendo cinco meses de libertad vigilada, se mantiene la medida cautelar de entonces pero de forma más razonable.”
La cárcel más que restar suma a la experiencia de vida, agrega “no fui a una Colonia de Vacaciones pero tampoco estuve en el infierno”, remarca.
Lo que le dejó
¿Que sensación tienes ahora? Le preguntó EL ECO, y Miguel Echechuri responde que “siento que la Justicia fue muy dura conmigo; fui totalmente correcto, aunque quizás desacertado el accionar mío. No me arrepiento de lo que hice pero si pudiera hacerlo de vuelta no lo haría, porque entendí que es delito, que no son necesarios los elementos probatorios, sino que basta la denuncia de la víctima”, dice.
Jamás nunca tuve alguna situación violenta con nadie, se defiende, “creo que fue exagerada la pena. Mi intención al hacer esta nota es poder contar mi verdad de cómo sucedieron la cosas. La única intención que tuve fue darme a conocer y hablar, no había más intención que eso. Creo que ella se asustó y reaccionó mal. Si ella hubiera venido y me hubiera dicho que no le había gustado el gesto, me lo decía de buena o mala forma, yo me hubiera retirado. La respuesta fue la denuncia y eso bastó para que arrancara todo esto”, señaló.

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