SOCIEDAD

Proyecto para los liberados: “un lugar dónde vivir y un trabajo digno”

Ayudar a los liberados a transitar un camino de recuperación es el desafío que tiene entre manos la iglesia católica de los departamentos de Colonia y Soriano, que conforman la Diócesis de Mercedes, en un país donde hay 16 mil personas privadas de libertad y 20 mil con medidas sustitutivas a la cárcel, la inmensa mayoría jóvenes.

Publicado

1 mes atrás

15/06/2025

Por

El Eco Digital

Monseñor Luis Eduardo González

El obispo diocesano Luis Eduardo González ha expresado preocupación sobre la población carcelaria, la cual conoce porque tanto en Mercedes como en Colonia es visitada por la pastoral social católica.

Salir de prisión e insertarse en lo social y laboral es difícil, más aún si la persona proviene de un hogar en situación vulnerable, por eso los católicos están trabajando para “poder realizar un proyecto de atención y ayuda a las personas liberadas que necesitan un lugar donde estar y un trabajo digno para vivir. Estamos reflexionando qué queremos o podemos hacer entre todas las comunidades de la diócesis”, señaló González esta semana a EL ECO. Y agregó que “es un tema que necesita el aporte de muchas instituciones y uno de esos aportes queremos ofrecerlo como iglesia diocesana”.

En las visitas a los centros carcelarios no se les pregunta a las personas “porqué están ahí ni se les hace cuestionarios de su vida.

Todos están necesitados de atención y recuperación”. En las visitas “compartimos la Palabra de Dios, los escuchamos, les trasmitimos la esperanza de que se puede cambiar la manera de vivir y mejorar entre todos la sociedad. Dios siempre nos da una nueva oportunidad cuando queremos cambiar de verdad. Algunos están más convencidos que otros, como en todos los temas”.

La población carcelaria

En el país hay en el entorno de 16 mil privados de libertad y 20.000 con medidas sustitutivas a la cárcel (procesados sin prisión), según datos del comisionado Parlamentario.

Como en el resto del país, “en Soriano y Colonia la mayoría son jóvenes menores de 30 años, de reincidencia frecuente. Hay madres y padres de familia y sabemos que gran parte de la población carcelaria está vinculada al consumo de drogas”, dijo González. Lo paradójico es que “no hay un trabajo de recuperación sistemático y personalizado”, para los adictos (enfermos). Lo que se les brinda son “propuestas opcionales de cursos, espacios de sanación y oración, trabajos como huerta, deporte”, entre otros.