POLICIALES
Realidades urbanas: ¿a quién le venden los chorros?
El hurto existe porque hay un reducidor que compra lo robado y hay un consumidor que le compra al reducidor. Es una fórmula tan antigua como el agujero del mate. Y las preguntas son: qué hace la policía que no detienen a quien todos sabemos que le compra “a los chorros”. Y qué opinan los fiscales sobre la comercialización de lo robado.

Generalmente se encuentran en barrios de la periferia, con muchos años de estar asentados en el mismo lugar y manejan su economía en forma por demás discreta. Esto es una prioridad para el reducidor.
Son los que compran una garrafa de 13 kg. en $ 300 o una batería de camión en $ 400. El precio siempre queda a merced de la oferta y la demanda, o dicho de otra forma, de la urgencia que tenga por comprar drogas o alcohol (droga también) ese muchacho que le robó a su mejor amigo o a su propia madre.
El reducidor: sin escrúpulos
Si un muchacho llega a las 10 de la noche a vender una caja de herramientas, la pregunta huelga ¿cómo las consiguió y por qué la vende a esa hora? Y la respuesta también es elocuente: la robó.
En esta situación, con el responsable del hurto apurado por conseguir drogas, el reducidor hace un excelente negocio: compró herramientas que valen 3.000 pesos a 200. Comienzo y fin de la transacción.
Pero a veces llega la víctima del hurto, y comienza una discusión intensa con el reducidor. Los dos saben que sí compró las herramientas. El reducidor primero lo niega hasta donde puede. Sin embargo, si la víctima logra tener un testigo y asegura que lo denunciará a la policía, el reducir acepta su compra pero le dice que se la compró en 1000 pesos. Fija.
O sea que en el peor de los casos, el reducidor habrá ganado cuatro veces lo que puso, solo por haber tenido unas cuantas horas el producto de un hurto. Las discusiones y las amenazas forman parte del negocio. Y quien fue víctima del robo no lo denuncia porque recuperó lo hurtado, aunque tuvo un costo. Pero además, la policía también lo sabe.
De careta
Los reducidores son señalados con el dedo: “ese le compra a los chorros”. Sin embargo su actividad está envuelta en la discreción de la complicidad. Quien lo vende no puede hablar pues se haría responsable de un hurto. Por otro lado, quién le compra a un vendedor de cosas robadas, se convierte en un eslabón más de la cadena delictiva. Todos son cómplices: el que robó, el reducidor y el que compró el objeto.
La policía lo sabe
A pesar de esa discreción, la policía sabe muy bien quiénes compran elementos provenientes de los hurtos. Es más, tiene una lista de los reducidores por ciudad como producto de las tareas de inteligencia que realiza.
En todas nuestras ciudades del interior existen conocidos e históricos reducidores, sin embargo para la policía es un desafío verificar cada caso y poner a la fiscalía en conocimiento.
Con el fiscal Carlos Chargoñia: los hurtos se dan con la venta hecha
Para el fiscal de Carmelo, doctor Carlos Chargoñia, la venta de los artículos robados se realizan más como venta directa que a través de un reducidor. Aunque “donde pueden existir es en el robo de motos y venta de respuestas afirmó”.
“Cuando hablamos de reducidores, nos estamos refiriendo al delito de receptación, aquel que recibe lo producido de un hurto, dinero u otros objetos”, afirmó el fiscal.
Con otra visión del producto de los robos, Chargoñia afirmó que “acá no hay denuncias sobre los que llaman reducidores. No tenemos a alguien identificado que se encarga de reducir aquellos objetos producto del delito. Lo que hay acá, por lo menos en la zona, es que gran parte de la población, a la corta o a la larga, siempre compra objetos producto de un ilícito”.
Luego puntualizó que puede ser una compra directa “a un muchachito que sabe que no tiene trabajo y le está ofreciendo un parlante por 500 pesos. Y esa persona es consciente que está comprando algo robado, pero igual lo hace”. También puede ser por internet: “hay páginas que ofrecen artículos a precios muy baratos, y la persona también sabe que está comprando algo robado”.
-¿No le consta que haya reducidores?
-Oficialmente no. Yo podría decir que siempre da para sospechar la cantidad de hurtos de bicicletas, o que con dos motos hacen una, y donde puede haber mecánicos implicados. Pero es difícil comprobar las relaciones entre los actores. Muchos roban motos para sacarle los repuestos…
-Ahí se puede seguir una ruta…
-Mire, hace unos años en Dolores hubo un procedimiento y se logró que el dueño de una chatarrería fuera procesado por el delito de receptación. Aunque fue procesado sin prisión, porque no tenía antecedentes, y porque la ley le da un tratamiento bastante benévolo, con un mínimo de seis meses a diez años de prisión.
– ¿Usted adhiere a la compra directa de lo hurtado?
-Es que hay una doble moral. Los mismos que piden que a un muchachito que robó, que hizo una macana, lo cuelguen de una plaza, son los que luego compran cosas robadas. Yo no voy a decir nombres, pero tuvimos el caso de un hombre que compra cosas robadas y sin embargo después lo vemos diciendo que no se puede salir a la calle por los delincuentes.
Los robos por encargo
En los barrios de nuestras ciudades como Saravia de Carmelo, El General de Colonia o el Golondrinas de Nueva Palmira, sucede que un vecino es víctima de un robo, pero luego le compra a un chico que sabe muy bien que comete hurtos. “No podría haber una bicicleta GT por dos mil pesos. Obviamente se sabe que es robada. ¡Mire si fuéramos a procesar a todos los que compran cosas robadas!
-¿Los hurtos se hacen predeterminados?
–Sí, ocurre con las garrafas de 13 kg. Normalmente cuando se roba una garrafa de 13 kg. es por encargo o porque quien va a robar sabe que en el barrio alguien la está necesitando. Y el que la roba después se la vende por 300 o 500 pesos. Y la persona que lo divulgó sabe que luego lo recibirá. Es la doble moral. Lo mismo que aquellos que hacen el aguante por la inocencia de fulano en la puerta del juzgado y ellos mismos compran cosas robadas… Yo que sé… es difícil…
-¿Y robar para llevar a otra ciudad?
-Sí, puede haber una ruta de robar en una ciudad y luego llevarlo a otra, a un reducidor, pero los hurtos cotidianos, de aquellos que roban para comprar drogas o un sándwich, que son lo que roban la garrafa, saben a quién se la van a vender o la tienen encargada. Así funcionan en el Saravia de Carmelo o en El Golondrinas de Palmira. Porque no es lo mismo llevar lo robado dos cuadras que diez. Por eso se vende mucho en el propio barrio. Y hoy con el funcionamiento del Pado los hurtos se alejan del centro.
-
POLICIALES2 días atrás
Detenido por “abuso sexual” en Nueva Palmira
-
SERVICIOS2 días atrás
A cuáles playas se puede ir y a cuáles no en el departamento de Colonia
-
POLÍTICA2 días atrás
Ganó el oficialismo 3 a 1: Cordón cuneta vs. baños públicos. Entérese de los argumentos
-
CULTURA2 días atrás
Montevideo Late con una gran fiesta para dar paso a los 300 años
-
SERVICIOS2 días atrás
Para armar la agenda: los días feriados de 2024
-
COLUMNISTAS2 días atrás
2024: A caminar por la senda de Tabaré
-
CULTURA1 día atrás
Exposición y música en vivo en Casa en Red
-
CULTURA1 día atrás
Inscripciones en la Escuela “Artes y oficios patrimoniales” de Colonia