Sara la bisabuela de 80 años que recorre países en una casa rodante

‘Lo de Sara’, es el nombre con el que bautizó a su casa rodante, Sara Vallejos, actualmente de 82 años de edad, antes de llegar a los 80, vendió todas sus pertenencias, incluida la casa, compró un motorhome, en Estados Unidos que vio en ese país durante uno de sus viajes El vehículo llegó en barco a Montevideo y de ahi salió manejando hasta Argentina donde vive y comenzó la aventura de hacer ruta, vivir el día a día, sin planificar un mañana.
“Esto sí que no me lo esperaba”, dijo a Infobae en referencia a que tuvo que hacer un alto, volver a Argentina hasta que pase la pandemia. Mientras espera poder volver a las rutas está en casa de su hijo en Yerba Buena, San Miguel de Tucumán.
“Me casé joven, tuve a mis tres hijos: los eduqué, les cociné, les planché… y cuando partieron a la universidad, me encontré sola …”. En ese entonces tenía 44 años. Y sin darse lugar a los lamentos tomó decisiones para su vida, comenzó a estudiar y se recibió de profesora de ingles. “Me recibí, conseguí trabajo y armé un grupo formidable para coordinar el área de estudio de varias escuelas de San Miguel. Fueron años gratificantes en lo personal y laboral”, dijo en la entrevista que le realizó el medio argentino Infobae
Otro hecho marcó su su camino, su replantarse la vida. “Decidí separarme después de 45 años de casada, y me volví a preguntar: ¿ahora qué hago?”. Comenzó a viajar tras jubilarse en 2012. También abrió un restaurante en su casa, después abrió una librería rodante, y otros emprendimientos. No se sentía satisfecha con todo lo que iba haciendo. “Veía a mis amigas o compañeras en casa mirando la tele o leyendo. Eso era poco para mí. Amo a mi familia, a mis hijos, mis nietos y mis bisnietos, pero necesitaba tener un nuevo norte”.
Su mirada de la vida la llevó a comprarse una casa rodante para recorrer Latinoamérica. Le comunicó a su familia la decisión, y antes de llegar a los 80 años de edad compró el motorhome.

Sabía de vehículos, y ese era algo a su favor. Su padre “desde chica me enseñó a manejar y me mostró el funcionamiento de los autos. Por eso entiendo bastante de mecánica”.
Se lanzó a las rutas. “No planifico nada, nunca sé que voy hacer al día siguiente. Mi mapa de ruta depende de muchas variables como el clima, la compañía y el estado de ánimo. En el camino voy buscando amigos, haciendo otros, y se va subiendo gente”. Esté donde esté, no le faltan visitas: el vehículo admite hasta cuatro personas.
En la frontera con Venezuela decidió emprender la vuelta a la Argentina. “no tenía por donde seguir así que tomé la ruta para navegar por el Amazonas, luego exploramos Bolivia, Perú, Uruguay….”. De la Argentina conoce las 23 provincias y la Capital. En estos dos intensos años, ya hizo casi 100 mil kilómetros.
Antes de partir dio una charla en un geriátrico, y alguien le preguntó: ‘cómo va a hacer si se le pincha una rueda’. Ella no supo la respuesta, pero igualmente optó por viajar. El mensaje de Sara, una mujer que no se siente vieja: “Nunca dejar de proyectar, yo siempre tengo algo en mente que me mantiene viva. Cada día es único e irrepetible”.

Sara con sus cuatro hijos