SOCIEDAD
Testimonio: “En la droga se va la vida”
La adicción a sustancias peligrosas es una epidemia que no tiene un tratamiento debido en los centros de salud. EL ECO entrevistó a una madre de Carmelo, no importa su nombre sí el testimonio

-¿Qué implica el consumo de sustancias?
-Es una enfermedad multicausal, bio-psico-social. Por ejemplo, se ve en la genética familiar, un abuelo, un padre, una madre, que tuvieron algún problema con el consumo de alcohol u otras drogas. Tal vez de cinco hermanos uno sea el más vulnerable y desarrolle la adicción al alcohol, al juego, al consumo, alguna otra. Psico porque afecta el sistema nervioso central y hace que la personas cambie su manera de pensar, de ver las cosas y de actuar. Y social porque depende del entorno donde se crió. También puede ser alguien que tuvo abandono paterno, materno, o está en una comunidad o barrio, donde hay facilidad de acceso a las drogas. Y le agregamos la parte espiritual, la persona siempre dice que siente un gran vacío en su vida. Se pone eufórica con el consumo, cuando pasa el efecto se deprime porque cierto tipo de drogas son depresoras del sistema nervioso central, y en el estado depresivo puede hacer cualquier cosa, con consecuencias trágicas.
-¿Enfermedad incurable?
-La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que es una enfermedad. Y voy a contar lo vivido en carne propia. Cuando el médico me dijo ‘su hijo es un adicto’, no tenía idea de lo que implicaba. Y me aclaró: ‘es una enfermedad crónica, no tiene cura, pero sí mucha rehabilitación, recuperación. En ese momento no entendía lo que era ‘recuperación’, pensé que mi hijo en algún momento se iba a morir, como si me hubieran dicho tiene cáncer. Está en la persona misma decir no consumo nunca más.
-¿Cómo es la atención en centros de salud?
-Por lo que veo, lamentablemente tengo que decir que no está bien la salud pública, de la privada no sé mucho. En la droga se va la vida, y la atención debería ser otra. Cuando una persona entra a puerta de emergencia porque tuvo un consumo excesivo el día anterior, la misma sustancia hace que al otro día entre en un bajón desesperante de culpa, diciéndose ‘mirá lo que hice’, ‘no quiero vivir más’, y ahí puede pasar el suicidio. O dice ‘ya no quiero consumir más, llevame al médico’, y uno va con él a la puerta de emergencia, y puede pasar que no haya camas, le dan una pastillita y le dicen: ‘andá para tu casa. Después anotate en los dispositivos Ciudadela, vení a ver un médico de medicina general, y anotate para el psiquiatra’. Y hay varias contras: la pastillita no arregla nada porque esa chica, ese muchacho o esa persona adulta, al rato, a las horas, va a volver a sentir ganas de consumir, y va a salir a buscar sustancias. Lo que falta es personal idóneo: no hay un médico referente, un psiquiatra y un técnico en adicciones, en otros lugares del país sí hay para atender a la persona que tiene esa enfermedad que sabemos es crónica.
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